Telaraña Interestelar, Saga Imperitus Ii

CAPÍTULO 4

La flota imperial no tardó en verse rodeada por las pequeñas naves que abrieron fuego sobre los escudos ya activados.

  • No responder al ataque, por el momento –ordenó Dainan a todos los cruceros de batalla.

  • Sus ataques pueden debilitar los escudos lo suficiente para que esos cañones láser, puedan destruirnos de un solo disparo. ¿Es consciente de eso? –advirtió su segundo.

Los cañones láser eran el arma más potente fabricada hasta el momento por el imperio, eran básicamente un par de tubos con diez láseres en total, que se concentraban en uno solo de gran potencia.

  • Empezad a cargar el arma frontal y abrir fuego sobre los cañones láser en cuanto estén a tiro –ordenó con voz serena el capitán.

Esa arma frontal era el láser más potente del crucero imperial XV-45, pese a requerir de cierto tiempo de carga entre cada disparo.

  • Sé que todos están preocupados por si nos disparan antes, pero tengo órdenes explícitas de la emperatriz de al menos intentar evitar disparar sobre las naves civiles –dijo mirando a Levy.

  • Pues espero que los nuevos escudos reforzados aguanten, en caso de que sean los primeros. Capitán.

Durante cerca de tres minutos la tensión se hubiera podido cortar con un cuchillo en el puente de cualquiera de esos cinco cruceros espaciales, pasado ese tiempo fue posible un tiro limpio para al menos tres de ellas. Aunque coincidió con el instante en que también consideraron oportuno los enemigos disparar los cañones... El fuego imperial logró su objetivo dejando inservibles a ambos, aunque no antes que lograsen hacer un disparo del que se apresuraron a apartarse las pequeñas naves que les habían estado atacando hasta entonces. Los vehículos imperiales eran demasiado grandes para hacer lo mismo, por lo que se prepararon para recibir el impacto en los escudos.

  • Quiero que sepa capitán, que no le reprocharé lo que vaya a ocurrir –dijo Levy al ver acercarse el potente rayo hacia ellos.

A Dainan no le dio tiempo a responder antes de que recibiesen el impacto en los escudos, y suspiraron al ver que habían resistido a duras penas. Aunque les duró poco la alegría... dos cruceros imperiales explotaron y el capitán, se puso en pie al instante furioso al pensar en las vidas que había en cada uno de ellos.

Las pequeñas naves los empezaron a rodear de nuevo a los tres que aún quedaban para abrir fuego a discreción sobre ellos.

  • Envié la siguiente orden a las dos naves, ¡fuego a discreción! –dijo al encargado de las comunicaciones– Y la misma para esta nave también –continuó diciendo al girarse hacia el que se encargaba de las armas.

  • Como usted ordene, capitán -respondieron ambos hombres y cumplieron las órdenes recibidas.

En poco menos de un minuto ya no quedó ni rastro de ninguna nave rebelde a su alrededor, tan solo restos y cuerpos flotando en el frío espacio exterior. El personal del puente de las tres naves supervivientes, así como los que podían observar lo sucedido desde alguna ventana quedaron entre estremecidos y complacidos al ver el resultado de sus armas en ese pequeño lapso de tiempo.

El capitán se retiró hacia su cabina e indicó a su segundo que le siguiera, este último delegó la responsabilidad del puente al hombre de más graduación en ese momento allí presente.

Por encima de la elíptica e invisible a los sensores de los cruceros imperiales, se hallaba un vehículo negro de fabricación humana. Se trataba de una pequeña nave espía del grupo imperitus, su diseño era sencillo... tan solo un par de alas curvadas ligeramente hacia abajo con la cabina en el medio, a los bordes de las alas estaban las armas. Además, contaba con un par de estabilizadores al lado de los motores en la parte trasera que servían para cuando necesitaba maniobrar en la atmósfera de un planeta.

  • Nuestro escudo podría haber protegido perfectamente a esos dos cruceros imperiales e igual se hubiese evitado este fatal desenlace de la batalla –expresó el piloto al mirar por la ventana.

  • No estamos autorizados a inmiscuirnos en los asuntos del Imperio Estelar Humano y lo sabes, deben valerse por sí mismos –replicó el copiloto.

  • Soy plenamente consciente de ello, pero sí podemos pensar en esa posibilidad. ¿No crees?.

  • La nave tenía una misión bien diferente, y era seguir al vehículo que se apresuró a dejar el planeta antes de la llegada de los cruceros imperiales con sus tropas.

  • No tiene caso pensar en esas improbabilidades, nuestra responsabilidad para con el imperio terminó en el momento en el que salió escogido en esa votación. Será mejor que sigas a esa nave antes de que la perdamos –le instó el copiloto.

  • Supongo que estás en lo cierto... aunque igualmente estamos interfiriendo de otra forma al solucionar este asunto con los planetarios que están huyendo –dijo al poner en marcha los motores.

La pequeña nave comenzó a acelerar para seguir al vehículo fugitivo hacia el que fuera su destino.

Mientras en la nave capitana de la flota imperial, ambos hombres ya volvían a estar en el despacho del capitán y este ofreció sentarse a su segundo al mando.

  • Aquí tiene su ascenso, firmado por la propia emperatriz. Desde este momento me releva en el mando de esta nave y campaña, capitán Levy –dijo dándole un sobre.

El ya nuevo mando al cargo, abrió el sobre para comprobar que no le mentían.

  • ¿Y la emperatriz no puede hacer nada para ayudarlo?.

  • Era prescindible desde el principio de esta campaña por mi edad, y necesitaba por fuerza destituir a alguien para contentar a los políticos que la apoyaron. ¿No recuerda que ya le hable sobre eso?, además tengo bien merecido este descanso. Le dejó en su despacho, capitán.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.