Telequinesia Mortal - Libro 1

Capitulo XIII Masacre en Carima

Seguía caminando como un sonámbulo. Su mirada era fría y llena de odio. Llega hasta un pequeño mercado en donde la gente aún seguía trabajando. Comenzó a asesinar uno por uno, arrojándolos contra el suelo y desprendiendo sus extremidades tan despacio que el grito de dolor que se escuchaba, era música para los oídos de Wyatt. Con la primera víctima, la gente no dudó en salir corriendo y a desesperarse por lo que pasaba en el momento. Como todo un psicópata, no dejaba que nadie se vaya. Atacaba a las personas, lanzándolas contras las paredes de los locales, haciendo que mueran de golpe. Aplastaba las cabezas de muchos con piedras. Algunos hombres intentaron defenderse disparándole, pero fue en vano, las balas se detenían justo en frente de él y se regresaban con fuerza hacia ellos incrustándose en sus cabezas. Las madres desesperadas escondían a sus niños para que no sean víctima del maníaco asesino. Sin darse cuenta, a una de las madres se le escapa un niño y Wyatt lo ve. Camina hacia él y la madre quiere auxiliarlo, sale de su escondite y agarra un palo de entre los escombros. Tiene la intensión de golpearlo en la cabeza, se va acercando y justo en el momento que lo iba a dar el golpe, el palo se detiene y la señora se paraliza. Wyatt se voltea y muestra su mano que la tenía como agarrando algo, para dale a entender que él era quien la hacía que ella se quede inmóvil. La mujer se aterra y comienza a llorar y le dice al hijo que corra. El niño sale corriendo y se esconde con los demás. La pobre madre sabía que le había llegado la hora. Poco a poco, la sangre de su cuerpo iba saliendo por su boca y nariz; comenzó a convulsionar. Wyatt la hace levitar y le dice:

-Muere- con una sonrisa de odio, iba destrozando el cuerpo de la pobre e inocente mujer, que su único error fue estar en ese lugar. Murió, pobrecita. Se oían murmullos. Wyatt comenzó a destruir todo, casa por casa, local, uno por uno. La gente escondida iba muriendo aplastada y sin compasión alguno, incluído los niños. Explosiones y gritos, el sonido de huesos quebrándose y paredes cayendo al suelo, era lo único que se oía en el lugar. Al ver que ya todos estaban muertos, Wyatt se regresa a su casa. Los sonidos de las sirenas de patrullas se escuchaba de lejos, pero él sólo reía.

Por otro lado, Eline iba conduciendo su auto y siente como que algo aún más malo, va a pasar. Detiene el auto para tomar un respiro y Holly le pregunta.

-¿Qué pasó, por qué te detienes?- aún con un poco de lágrimas en los ojos.

-Tengo un mal presentimiento. Alguien más va a morir hoy- responde Eline preocupada.

La joven vuelve a encender el auto y se dirige a su casa. Va manejando muy rápido para poder pedirle ayuda a su hermano. Cuando llega a casa, lleva a Holly a un cuarto de invitados para que pueda quedarse mientras el problema se soluciona. Busca a Denise pero no lo encuentra. Coge su teléfono y lo llama, no recibe respuesta alguna. Le contesta la operadora y Eline decide dejarle el mensaje.

-Denise, algo muy malo está pasando. Necesito que me ayudes. Wyatt se descontroló al enterarse la verdad y ahora no tiene uso de razón. Él, antes me dijo que tú también tienes poderes; no sé cómo pero los tienes. Quizás puedas ir y detener a Wyatt, pero ten cuidado. Procura salir con vida hermanito- Eline se pone a llorar mientras dejaba su mensaje. -Te amo hermanito. Aunque nunca te lo dicho pero te amo- corta la llamada. Se sienta en el mueble y sigue llorando. Sus padres aún estaban en el hospital. A la madre le daban de alta al día siguiente.

Por otro lado, Denise estaba con Lucy conversando sobre la premonición que todos vieron. Quedó impactado ante tal historia que le contó la gitana.

-Esto es horrible, lo que me has contado. Dejar a un bebé indefenso botado en la basura- expresa con coraje Denise.

-Tú tampoco sabes lo que son las leyes gitanas. Un hijo que no sea concebido bajo el sagrado matrimonio, no es bendecido, es maldecido. Si los padres cometen el pecado, los hijos lo pagan.-

-¿Quién decretó esa ley absurda?- Pregunta Denise.

-Los ancestros. Ellos son los que se encargar de dar por hecho la maldición. Y que las leyes se cumplan. Yo fui una desobediente- dice Lucy.

En ese momento Denise coge su teléfono y ve que tiene un mensaje de voz de su hermana. No lo decide escuchar por ahora. De pronto, sintieron las malas vibras de lo que ocurría; un espíritu aparece y dice:

-Ya empezó, ahora la pelea es tuya.-



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En el texto hay: companeros, romance, gay

Editado: 15.03.2020

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