Paso adormecida tanto tiempo que deje de ser una persona y me muevo entre los demás como si fuese un fantasma más.
Insípida.
Transparente.
Sin voz.
Fría.
Pero no fría con los demás, yo me siento fría, un tempano de hielo que me entumece por dentro, hasta reunirse del todo en el centro de mi pecho.
Me congele, y ya no estoy esperando por quién sabe qué.