La vista es increíble. Sol, playa, arena blanca.
Estoy recostada sobre una reposera, con una sombrilla protegiéndome de los incandescentes rayos de sol. Tengo una piña colada en la mano.
Edward a mi lado sonríe.
Estamos en Punta Cana, en una de sus paradisiacas playas, de vacaciones. La vista de su torso desnudo me hace beberme la piña colada con rapidez. Que bien que se le ve ese ajustado micro traje de baño. Abanico mi cara y desvió la vista al horizonte. El cielo comienza a nublarse de elefantes inflables color arcoíris.
Nancy grita algo a nuestras espaldas. Giro el cuello, para verla junto a Diego Armando, cargando una reposera y una sombrilla de playa mientras mi madre camina apresuradamente en nuestra dirección.
Un remezón en la tierra me hace mirar al frente. La gente apostada en la playa comienza a correr despavorida en todas direcciones. Los chillidos histéricos se mezclan con el de sonido de relámpagos. Las palmeras a nuestro alrededor tiemblan en un curioso vaivén.
— Ahí vienen —Denota animado Edward.
Vuelvo mi atención a la playa y los veo.
Titanes colosales caminando a paso lento hacia la orilla.
Comandándolos en el frente hay un barco. El perla negra. Repleto de zombis que van cayendo en masa hasta la playa, uno sobre otro.
Ahogo un grito.
Estoy por salir corriendo de allí cuando algo llama mi atención.
La voz grave de una mujer los dirige. Agudizo el oído. Conozco esa voz.
Es entonces que entrecierro los ojos y la veo.
Es mi abuela Gertrudis.
Enfundada en su armadura de cyborg, conservando solo la cabeza como parte humana, cabalga sobre Pancracio, que me mira con ojos inyectados de odio y deseos de venganza.
— ¡Julieta! ¡Te dije que me trajeras cilantro! ¡O perejil! ¡Esto es motal! —Se queja la vieja en la popa del barco, agitando un grueso manojo de plantas de hoja verde.
Edward toma mi mano marchita y vuelvo la atención hacia él. A sus espaldas Nancy sostiene un espejo que no es capaz de reflejarlo. Pero a mí sí. Una vieja de sonrisa desdentada me devuelve la mirada.
— Feliz cumpleaños... —Saluda el joven de eternos diecisiete años a la vieja de cabello blanco.
— ¿Qué? No. No tengo ganas de ir al baño. —Replica la octogenaria.
Encima sorda.
— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! —Grita Edward a mi oído.
Entonces caigo en cuenta.
La vieja canosa, desdentada, y sorda... Soy yo.
Julieta González ha vuelto...
En otro fanfic de dudosa reputación, no apto para gente de bien...
Regresa la adaptación más desadaptada del multiverso Marvel
A partir de acá un par de aclaraciones
***Me voy a basar mucho en la película Luna Nueva. Otro robo descarado.
***Los personajes de Stephenie Meyer son de su propiedad, yo no me estoy robando nada. Solo los tomo sin su consentimiento, para fines propagandísticos, entretenimiento.
***La Julieta, Willy, Taylor, la Nancy, Juan de Dios, doña Chepa, son míos. Pero esos a nadie los quiere. Ni su mamá, sobre todo a la primera.
***Habrán brechas idiomáticas entre la protagonista y el resto de los personajes, de modo que se avisará con antelación o se identificarán con cursiva.
***Y nuevamente pueden haber vocablos propios de su pueblo. Si no los entiende, siéntase libre de preguntar.
Un saludo cordial y un recordatorio: comentarios random, estrellitas, votos, lo que sea es bienvenido c: