En casa Willy, sacudía los cojines, acomodándolos sobre el sofá.
Vestía un buzo y cubriendo su cabello, tenía una pañoleta como la que usaba Levi Ackerman, cuando le daban los ataques obsesivos compulsivos, por la limpieza.
Alcé las cejas, sin ocultar mi expresión de asombro, al ver la casa tan limpia y ordenada.
Inspiré hondo, percibiendo el penetrante aroma del incienso, que se consumía sobre el platillo en la mesa de centro, encubriendo el olor a quemado y… ¿fundido?
¿Había quemado la olla también?
—Cenaremos arroz, con… ¡arroz! —Anunció, desde la cocina, destapando la olla, sin dejar de sonreír.
—Yo quiero el mío con kétchup. —Dije abriendo el refrigerador. Una cajita de crema de leche vegetal abierta hace muchos días y medio limón seco, era todo lo que había en su interior. — ¿No hay kétchup? —Seguí rebuscando en la despensa, que ahora guardaba sartenes e hice un puchero.
—No me cambies el menú. —Denotó, Willy despegando el arroz de la olla y sirviendo los platos.
—Estás para estrella Michelín… Gordo Ramsey —Mascullé revolviendo esa mezcla pegoteada y chamuscada, que se asemejaba a un arroz mal hecho.
—Yegua… —Dio un suspiro, esbozando una sonrisa boba. Quitó la pañoleta que cubría su cabello y dio un bocado, haciendo un mohín, de manera casi instantánea. — Se me quemó el arroz, hablando con Tay… —Explicó bajando la vista, con una media sonrisa.
Cesé de luchar con el engrudo incomible y volví la atención a mi hermano.
—¿Y valió la pena quedarnos sin cena? Digo… ¿Ya volvieron?
—Ay ridícula. Obvio, no. —Fruncí los labios, en una mueca de decepción. — Pero… le di me encanta a su historia en Ig. Y… me devolvió el me encanta. —Hizo una larga pausa, aguardando una reacción favorable.
Seguí mirándolo, con el ceño fruncido.
¿Sacrificó la cena por un emoji de corazón?
—Ya ¿y?
—Eso, pues.
—¿Eso nomás?
—Me quedé esperando a que dijera algo más y se me quemó el arroz. Es que estaba en línea. Y por un momento, salía “escribiendo”, pero, parece que se arrepintió y no me mandó nada.
Su expresión pasó de ser la esperanza personificada, a la decepción de saberse un idiota.
Me mordí el interior de la mejilla, escogiendo cuidadosamente mis palabras, para no desilusionarlo más de lo necesario, ni darle falsas ilusiones.
—Por algo se empieza. —Dije con acentuado desinterés, separando el arroz blanco, del quemado.
La pila de este último, era mucho más grande.
—¡Sí! —Su exclamación fue un chillido histérico. — Es la luna nueva en Sagitario, sabes, por eso no me daban ganas de salir de casa, estaba en modo zen, pero… esta semana me vino un subidón de energía y dejé de espiar a Tay con mi perfil falso y vi sus historias desde mi cuenta y…
—Qué hacías, ¿qué?
¿Perfil falso para espiar a su ex?
¿Acaso Willy había utilizado la vieja confiable “Messi te mandó solicitud”?
Vaya… y yo que lo consideraba más inteligente. Y… decente.
—Eso pues mensa, y… le hablé. O sea, no le hablé, pero le di me encanta a su historia, porque obvio, había que salir de la zona de confort y pasar a la acción. Como en un principio... —Puso las manos sobre su mentón y sonrió, perdido en sus recuerdos. — Fui yo el que le pidió salir. Tay, es un Cáncer tímido y… será difícil que vuelva a confiar en mí… —Bajó el tono de su voz, hasta volverlo un susurro apenado.
—Willy… ¿No estarás pensando en… volver con tu ex?
Apreté los labios en una línea y volví la atención al plato. Me había devorado rápidamente el arroz blanco mientras Willy hablaba y ahora me debatía en seguir con lo quemado, pretendiendo que en lugar de chamuscado estaba ahumando.
Con la vista fija en la cena, me detuve a pensar en mi última pregunta.
¿Qué tenía de malo que Willy volviera con su ex?
Nada… me respondí de manera automática.
Taylor no era una mala persona. Al contrario, era un pan de dios.
Willy la había cagado.
Si conseguía el perdón de Taylor, sería un milagro del poder del amor verdadero.
¿Entonces por qué tenía comezón en la nuca?
“Porque te estás proyectando en él, pendeja”. Respondió la voz de mi conciencia.
“Ya quisiera. El innombrable no va a volver”. Intervino la voz de la razón.
Sacudí la cabeza, alejado los pensamientos intrusivos y volví la atención a mi hermano que no había vuelto a probar bocado, con justa razón.
El arroz estaba frío y sabía raro. Y para variar no había con qué disfrazarlo.
—Ay… tonta. —A su respuesta, le sucedió una risa nerviosa. — Estuve averiguando. —Se inclinó con ambas manos entrelazadas sobre la mesa y me miró con intensidad, brillando en sus ojos. — A fin de mes… Neptuno se pone retrógrado. —Alzó las cejas y asintió muy pagado de sí mismo.
—Claro…. ¿Si sabes que no entiendo una chota?
—Hay luna nueva en Cáncer—Seguí con el ceño fruncido. Willy puso los ojos en blanco, haciendo más evidente su frustración ante mi ignorancia referente al horóscopo. — No importa. Hay que dejar que fluya, presiento que se vienen cosas buenas.
—Lo que digas. —Forcé una sonrisa, escéptica ante la posibilidad de que “cosas buenas” llegaran de la nada.
***
Esperaba de todo corazón y con todo el dolor de mi tripa que junto a las “cosas buenas” que auguraba Willy, regresaran sus habilidades culinarias.
Había pasado la noche abrazando el inodoro, a causa del dolor de estómago que me había producido la doble porción de arroz a la chamusqué.
Willy había descartado su plato, amenazando con tirarlo a la basura, cosa que me escandalizó, de modo que, me lo comí yo en su lugar.
Como consecuencia, la que había terminado en la basura era yo.
O casi.
Me estaba vomitando la vida desde la madrugada.
La ventaja de ello, es que tenía una buena —y real— excusa para faltar al trabajo.