Alice condujo a toda velocidad, hasta el aeropuerto internacional más cercano, reduciendo un viaje de alrededor de tres horas a la mitad.
En el transcurso del viaje, hizo las llamadas respectivas para comprar los pasajes más próximos a Italia y averiguó las salidas desde Brasil, hasta el país europeo.
—¿Brasil? —Pregunté, cuidando de que el resentimiento, no fuera evidente en mi tono de voz.
—Rosalie, localizó su celular en Rio de Janeiro. —Suspiró, aletargada. — No teníamos idea de dónde estaba. Hace mucho no llama.
¡Brasil!
¡El bastardo suicida estaba en Brasil!
Claro...
Mientras la pobre diabla se queda en la ciudad más lluviosa y gris del primer mundo, “el emo” se va a bailar samba con garotinhas a la capital del fútbol.
Inflé las mejillas, reprimiendo las ganas de comenzar un berrinche.
—Obvio. —Mascullé, cruzándome de brazos y clavando la vista en la autopista que dejábamos atrás con velocidad vertiginosa. — Debe haber estado muy ocupado de carnaval en carnaval, bailando samba y...
—¡Nada de eso! —Interrumpió Alice, con tono de reproche. — ¿Es que acaso no conoces a mi hermano?
—¿Tú sí? —Arremetí. — ¿Qué se supone que haría en una ciudad como esa? ¿Encerrarse en una favela a esperar a que le llegue una bala perdida?
—¡Julieta! ¡Qué cosas tan horribles dices!
—Lo siento. —Dije sin sentirlo en absoluto. — Es que la era de positivismo, duró menos que un peo, y la dictadura del nihilismo viene recargado. —Concluí apoyando mi cabeza en la ventana.
Alice suspiró, dejándonos sumidas en un incómodo silencio.
—Mentira. —Mascullé, pensando en cómo justificarme. —Tengo hambre. Y cuando tengo hambre, digo cosas sin pensar... —Sin pensar en censurarme, agregué para mis adentros.
***En Wattpad, al final de este mismo capítulo, puedes encontrar un memazo, altamente relacionado con el capítulo. Intenté subirlo acá, pero no funcionó :c