Temporada de corazones rotos (fanfic de Luna Nueva)

Sola contra el mundo

Para mi sorpresa, el niño, no emitió ni una queja.

Incluso parecía emocionado con el hecho de que se lo llevara una desconocida.

Mientras apretaba con desespero, los botones para que se cerraran las puertas del ascensor, él se entretenía enredando sus manitas pegajosas en mi pelo.

—¡Qué haces! —Repetía una voz femenina a poca distancia, exigiendo una explicación que no podía dar.

No sabía qué hacía, ni por qué lo hacía.

Mi cuerpo era conducido por mi instinto de supervivencia el que me advertía que debía huir lo más pronto posible, si quería seguir viva.

Sin dejar de presionar botones para salir de allí, retrocedí alertada por la posición ofensiva que había adaptado Edward. Agazapándose, confrontó a los tipos de capas oscuras, que custodiaban las puertas de la fortaleza.

A segundos de que se cerraran las puertas, una mujer irrumpió a toda prisa. Su cabello era idéntico al del pequeño que aferraba sus manos a mi cuello, balbuceando palabras en un idioma que advertí, no era italiano, ni español, ni inglés.

—¡Yuri! —Exclamó la madre extendiendo los brazos hacia el niño.

Antes de que se cerraran por completo, las puertas, gris metálico, a espaldas de la mujer, visualicé las siluetas inmóviles, de los vampiros que había tomado por sorpresa.

—¡Yuri! —Repitió la mujer, para luego, mirarme con recelo.

Ensanché los ojos en una mezcla de asombro y vergüenza, al percatarme de que aún estrechaba al pequeño, en un abrazo protector.

Con premura, se lo entregué a su madre, que no dejaba de despotricar. Su tono elevado denotaba preocupación e ira, mientras examinaba al niño.

—Señora, reclame todo lo que quiera, de todas formas, no entiendo nada. —Di un suspiro y bajé la mirada hasta el niño, quien soltó una risa traviesa, ajeno a lo que nos esperaba, cuando se abrieran las puertas del ascensor. — En diez años más, cuando su hijo sea cosmonauta y todo este asunto de los vampiros, salga a la luz, me lo va a agradecer.

La mujer sacudió la cabeza y besó la mejilla regordeta del pequeño, sin dejar de acariciar su cabello.

El niño dio un bostezo y me dedicó una última sonrisa, antes de esconder el rostro en el hueco del cuello de su madre.

Apreté los puños y avancé un paso, al escuchar el timbre, que anticipaba que estábamos por llegar a destino.

—¡Run!

No hizo falta ninguna advertencia adicional.

Apenas se abrieron las puertas del ascensor, me interpuse entre los vampiros que nos esperaban en la superficie y el pequeño y su madre.

Si la mujer era inteligente, podría escabullirse por un costado y correr hasta ponerse a salvo, haciendo que el esfuerzo no fuera en vano.

Con mis últimas fuerzas, extendí los brazos y me enfrenté a las criaturas sobrenaturales, en busca de venganza, por la afrenta.

¡Qué pasa! A ver ¡qué pasa! —Exclamé caminando a paso tambaleante, para oficiar de chivo expiatorio.

Tal vez, si los distraía el tiempo suficiente, para que la mujer y el niño pudieran huir...

Sacudí la cabeza, para ver a través de la bruma que entorpecía mi visión. Varias siluetas, altas y oscuras se acercaban con parsimonia, en mi dirección.

¡Todos contra mí sola!

Apreté las manos en puños y adapté una posición ofensiva, separando las piernas y lanzando un puñetazo directo a las sombras.

Deben haber sido incorpóreas, o moverse a gran velocidad, porque no le atiné a ni una.

En cambio, recibí un golpe de vuelta.

Alguien había aceptado gustosamente mi propuesta de duelo.

Un dolor penetrante se instaló en mi cabeza, al tiempo que mis rodillas cedieron, sumergiéndome en la oscuridad.




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