Temptation

31

Los moretones ya no se me notan en el rostro, ni el cuerpo. No he podido salir de castillo, por las manifestaciones que se hacen frente al consejo y al hecho que el Ministro de Aduana y principal testigo muriera un día después que la Parlamento ordenara una investigación junto al presidente.

La gente ha salido a la calle y está pidiendo justicia. Mientras aparecen más cómplices del caso. Donde los nombres de Emiliano y sus nexos con grupos delictivos ya suenan. Está siendo buscado y su pandilla. 

Por otro lado, el consejo de la mafia no se ha pronunciado teniéndonos en expectativa constante. He mandado una declaración de romper lazos con el grupo de Emiliano y cualquiera que se acerque a él, por temor a que nos descubran. Aceptaron. A pesar de tener el título de princesa de la mafia, no tengo el poder para dar la orden de excomunicarlo. Es decir, sacarlo permanentemente de la mafia y que pase a ser un paria. Ninguna ley podrá salvarlo y podrán matarlo como bien se les dé la gana. 

La mafia tiene leyes para matar. Se hizo más estructurada desde que casi desaparece. Y aunque suene imposible, lo fue, porque molestaron a las personas equivocadas.

Las muertes solo se dan a miembros fuera de la organización o personas que han roto la ley. Puedes matar a tu oponente si estás en riesgo de muerte, esto se lo denomina como supervivencia. Claro que no por eso vas a empezar disputas a diestra y siniestra. Era muy complejo, ya que cada norma venía de la mano de otra y se sustentaban entre si. No había por donde fallar.

—Las cosas se comienzan a subir de tono. Lo mejor es que te vayas

—No me iré a ningún lado —Miro a mi abuela

—Rouses, el peligro comienza a subir de tono —Se sienta —Hay temas que resolver en Los Angeles, no te irás por miedo sino porque tienes más obligaciones

—No me asustarán con lo que paso

—Asustarte no es lo único que quieren. Eres muy bella Rouses, eso será una maldición y una bendición. Úsala a tu favor, no dejes que te rompan, pero si no puedes. Acaba contigo como lo hizo Cleopatra.

—¿Cleopatra?

—Vete a Los Ángeles, resuelve el dilema, además de lo de la empresa de tu madre

La miro, no parece enojada. Está tranquila, no me gusta.

—¿Que tienes pensado?

—Nada, estás haciendo, bien tu trabajo —Toma aire —Muy pronto cumpliremos nuestro objetivo. Saldrás mañana, yo me encargaré de todo aquí.

—Estás bien abuela

Camino por el palacio, me duele un poco la pierna, pero hoy me sacarán los puntos. Camino hasta la sala de cámaras, hay mucha gente más de la que recuerdo. Debían agrandar esta sala. Me regresan a ver y es Antoni que se acerca.

—¿Pao algo su alteza?

—Estoy buscando a Alessio —La gente en la sala me mira —Volveré después

—Él está en una reunión, le diremos que vino aquí. Puede esperarlo.

—Claro, pero no quiero molestar

—Para nada, estamos desayunando, ¿Desea? —Me ofrecen unos panecillos pequeños

—Oh, no, no quiero quitarles su comida

—Hay de sobra, pruebe uno

Tomo uno y me lo llevo a la boca, tomando la taza de café que bebo también sabe bien. Sabe muy bien. Me permiten sentarme en una mesa con vasos de café vacíos. El lugar parece más grande desde aquí. 

Se escuchan voces y gritos. Un enfurecido Alessio sale de un estrecho corredor, gritando a Marco, Dylan y otros tres.

—El viaje a Los Ángeles debe ser perfecto. No puede haber errores. Y…

Su vista se posa en mí y parpadea varias veces mientras bebo mi café y como ese delicioso pancito. La gente me mira y eso hace que me sienta incómoda.

—Hola —Digo —No se detengan por mí, estoy bien.

—Dígame su alteza real —Pregunta una de las nuevas agentes —¿Cómo conoció al gruñón de nuestro jefe? ¿Era igual de gruñón?

—No ha cambiado mucho, cuando era pequeño también era gruñón —Se ríen y Alessio me mira enojado —Espero que las cargas de trabajo no sea mucha, les voy a estar muy agradecida con su servicio

—Siga por favor su alteza real —Me indica Antoni

—Gracias

Paso al despacho de Alessio y tomo mi café. Cuando él entra me mira enojado pero sonrió. Se sienta y tira unas hojas en su escritorio. Dejo el vaso de lado y me acerco a él abrazándolo por la espalda. Ha estado muy estresado últimamente.

—Buenos días —Digo 

—Mmm…

Beso, su mejilla mientras mis manos se posan en su pecho. Me mira y sé que está un poco molesto, pero lo beso para bajarle el mal humor.

—Ahora si son buenos días —dice profundizando el beso, haciendo que termine sobre sus piernas. —¿Qué pasa? —Lo miro —¿Necesitas algo?

—Quería verte, ayer estabas más enojado que hoy. No voy a insistir en salir —Me mira —Pero quiero que mis amigos vengan. Mañana al parecer nos vamos a Los Ángeles. En serio necesito una tarde con Beyno, Maritza, Fabio. Porfis.

—Rouses

—Tú los conoces

—Está bien —Cede y me besa —Pero quiero que cumplas los protocolos en California

—Ok. Te amo

Me vuelve a besar. Y nos separamos. Alessio ha estado reforzando la seguridad. Actúa como un maniático del control y mi abuela lo secunda. Es un poco estresante.

—Hoy te sacan los puntos —Asiento —¿Quieres el itinerario de mañana?

—No, lo leeré en más tarde ¿Tienes trabajo?

—Sí, algunas cosas para mañana, no notarás mi ausencia con tus visitas

—Celoso —Niega —La notaré —Beso su mejilla —Me estás malacostumbrando Alessio, a esto. Besos, abrazos, caricias. Si nos enojamos, o nos peleamos…

—Lo solucionaremos

—Júralo

—No creo que pueda vivir sin un beso tuyo ya, mi vida sería gris

—Dramático

—Me los has pegado tú —Me paro —Te veré en el almuerzo ¿A qué hora vana venir?

—Deben estar por llegar —Me mira —¿Qué? Supuse que tendrías trabajo, e hice planes, me siento algo sola desde que Mark se fue y Arabella regreso a París. Me agrada tu equipo.




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