Sin ju termina de devorar a su presa mientras acaricio su cabeza, estamos sentados, mientras Cronos limpia su arma y me mira. Está a unos veinte pasos de distancia precavido por el tigre.
—Es inofensivo
—No lo veo así, se comió a dos hombres y la mitad de uno sigue ahí
—Es solo un bebe
—De más de veinte kilos —Se sienta —¿Qué tal Roma? Escuche que el principito regreso —No digo nada —Te dije que lo perderías al final
—Ya no importa
—Llama a Satino y ocúpalo, que investigue al consejo
—Dudo que pueda hacer algo
—Pues que se mueva, a este paso será un incompetente
—Tú deberías hablar con el, eres el emperador
—Pero está hipnotizado por ti —Lo miro —Esto está escalando, y va más halla de solo impedir que mates a una rata. Estoy siguiendo una pista, y mientras tanto tú ocupa a los subordinados. Mantente a salvo, pequeña emperatriz.
—Siento que te equivocas —Indico —Siento que hay algo que no estamos viendo Cronos y nos explotara en la cara, prométeme que investigarás porque la información que envío no te llega por completo. No es normal.
Hay mucho en riesgo, al menos para mí, siento a la muerte más cerca que nunca.
—Lo hare, pero no te hagas notar mucho.
—Bien, entonces me llevaré este pequeño a casa
—¿Quieres compañía? —Lo miro
—No me vendría mal —Indico —Necesitaré distraerme después de todo —Digo mirando la pila de cuerpos detrás de el
—Si supongo que si
Arabella
3 meses después del ataque a la princesa, no se sabe nada de ella, se cree que cumple un confinamiento autoimpuesto en su casa en Roma. Mientras tanto, la familia real Italian ase ocupa de los diferentes eventos a lo largo de la nación.
Apago el televisor y camino rumbo al despacho de mi abuela, al entrar no me mira está concentrada firmando papeles. Cierro la puerta y es su asistente quien se percata de mi presencia.
—Necesita algo su majestad
—Quiero saber donde está Rouses —Mi anual me mira
—No lo sé. Y no te lo diría si lo supiera
—Han pasado dos meses, tres. Muy pronto cumplirá años
—Sí y deberá presentar a su futuro esposo. No sé donde está Arabella, y será mejor que no la busques, que cuando se le pase el enojo ella misma regresará
—¿Y si no lo hace?
—Pues reza para que lo haga
Salgo enojada y no sé a quién más preguntar. Veo Alessio hablando con Jeff, quien luce muy enojado.
—Solo dime a donde van Jeff, quiero verla
—Ella no Alessio, mira, no sé qué paso y no lo entiendo, pero fue clara
—Te llevas a mis hombres y no me dices a donde —Se percatan de mi presencia
—Por favor Jeff, necesitamos saber que está bien —El desvía la mirada y Camila aparece —Por favor
—New York —Dice ella —Está en New York
—¿Ha estado ahí todo este tiempo?
—No, apenas llego hace unos días
—Crees que quiera hablar con nosotros
—No lo sé Arabella, pero puedes intentar. Debo decirte que cuando Rouses esta así puede ser muy cruel
—¿Cómo?
—Cuando está en duelo, Rouses tiende a sacar sus espinas para que ya no la lastimen. No te sorprendas cuando la veas
—Gracias, gracias, no le digas que vamos
—Créeme no lo hare
Camila, Jeff y un grupo de guardaespaldas parte rumbo a New York, miro a Alessio.
—¿La amas?
—Creo que ya respondí eso
—Bien, porque supongo que medirá cuanto ahora que quiere matarnos
Alessio
Había una fiesta, la gente iba y venía. El lugar era muy grande y la cantidad de personas superaba conforme subimos de piso, tanto que comenzaba a extrañar a las pocas personas de la primera planta.
—Pero ¿cuántos pisos son? —Preguntó Emilia
Se había colado al viaje y en cierta parte la dejé, quería tener una armadura frente a Rouses y por otra sabia que debía parar esto, yo no sentía nada por ella y ella sí por mí. No querrá que se confundiera, pero creo que eso ya era tarde.
—¿Ven algo?
Pregunté a Arabella y Luciano, ellos solo negaron, la multitud era el triple de lo de abajo; veía como los vasos iban y venían lo que una vez fue, una sala se convirtió en pista de baile, las botanas en el comedor, de la cocina iba y venía gente, pero donde rayos se había metido Rouses, salimos al balcón donde había más gente y divise a alguien.
—He ahí está Anthony
Señalé al chico rodeado de mujeres, ellas no dejaban nada a la imaginación y estampados contra la pared en su beso muy ardiente, parecía Rouses, pero no era ella; comencé a caminar hacia ellos. Anthony le hizo una señal a la chica y esta se separaron de su apasionado beso, era Mía, ellos nos miraron con mala cara, él le hizo una señal con la cabeza en mi dirección, ella apartó al sujeto, él hizo una señal y las otras chicas se fueron y Mía se sentó a lado de él.
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Editado: 27.05.2024