Alessio
Llegamos a Roma en la tarde, Rouses luce muy cansada, toda su familia está presente el palacio cuando llegamos. Arabella la saluda, no veo por ningún lado a los hermanos de Luciano.
La abuela de Rouses se la lleva por un rato, me quedo con ellos en el salón.
—¿Cuándo se casan? —Miro a Arabella
—Cuando ella quiera, mañana mismo si es posible
—A Elena no le gustará esa noticia
Rouses regresa con su abuela y se acerca, miro la cara de Rouses buscando algún indicio de tristeza o miedo, no hay nada. Viene hasta mí y se sienta a mi lado.
—La fiesta de compromiso se llevará a cabo en dos días. Mañana iras a la empresa Arabella, Rouses tiene una sección de fotos y tú te ocuparás de todo junto a Victorie ¿Por cierto donde está?
—Subió a descansar —Indica Luciano
Ellos también lo saben. Los miro de reojo, la tristeza en la cara de Arabella que trata de disimular, Luciano acariciando el hombro de Arabella.
—¿Qué debo hacer?
—Todo está en las carpetas, solo debes seguir las instrucciones —Le dice Rouses —Solo debes supervisar, trataré de no demorarme
—Si te demoraras, tienes prueba de vestuario para el baile de carnaval, también para tu declaración y además…
—Entendí, tengo muchas cosas que hacer —Dice Rouses cansada —Yo también iré a dormir. Estoy cansada, no tengo hambre, los vere mañana.
Se despide de todos, y antes de poder seguirla, el bastón de la abuela de Rouses se atraviesa en mi camino. Rouses nos ve y se detiene.
—Usted y yo debemos hablar, señor Caruso. Vete a la cama Rouses
—Buenas noches —Dice y me mira —Te veo arriba
Me voy con la abuela de Rouses hasta una habitación, donde ella dispone a sentarse. Lo hago frente a ella.
—Se casará con mi nieta, eso es algo de gran importancia
—Lo sé
—Deberá prepararse, ser el futuro rey de una nación como la nuestra es de prestigio y un trabajo muy arduo, tendrá un secretario personal, dos secretarios de presa y un asesor que lo guiará en cada actividad en la que deba participar. Señor Caruso, le estoy entregando la joya más preciada de esta familia y de la monarquía misma, espero que la sepa valorar y no la de por sentado. Rouses es una persona difícil, y entendería que llegado unos años quiera separarse de ella. La costumbre es que tengan camas separadas, pero creo que con ustedes no será el caso.
—Cuidaré a su nieta y sé lo que vale. La amo más que a mi vida, me gusta como es y si a veces si me hace enojar, pero yo la enojo peor. Además, no pienso dormir en otra cama donde no este mi esposa.
—Lo suponía, los padres de Rouses rompieron la misma regla ¿Tiene algún hijo bastardo pro ahí?
—No —Indico
—Bien, eso podría suponer un problema, dado que no es el caso —Se levanta —Bienvenido a la familia Alessio
—Su majestad
Salgo de la oficina y camino unos pasos hasta que me encuentro con Rouses que está escondida detrás de una planta, la tomo por la cintura subiendo sobre mi hombro y le doy una nalgada a lo que ella chilla, pero se tapa la boca.
Cuando he subido la primera planta la dejo en el suelo.
—Grosero —Sonrió —¿Qué te ha dicho?
—Que me he casado con toda Italia —Sonríe —Deberías ir a dormir, estabas cansada
—¿Duermes conmigo? —Asiento
Vamos hasta su habitación, donde encontramos a su prima.
—Ahí están —Dice —Quería invitarlos mañana a comer
—No sé a qué hora me desocupé Arabella —Habla Rouses
—Será en la noche —dice sin importancia —Oh, vamos Rouses, o seguiré pensando que estás con enojada.
—Vale, está bien tú ganas
—Bien, me voy a dormir, buenas noches
Sale y Rouses cierra la puerta. La sigo hasta la cama donde ya está mi pijama, la miro y sonríe.
—Sabía que dirías que sí, no era así, te iba a convencer
—Ya me lo imagino
Rouses entra a su armario que es del tamaño de una habitación completa, sale puesta su pijama y se para frente a mí.
—Tú y yo tenemos que hablar
—Un mal inicio para una conversación
Indico mientras me desprendo de la ropa, y me pongo mi pijama. Me siento en el filo de la cama. Ella toma mi ropa y la deja en una de las sillas que tiene en su habitación.
—Como vamos a vivir juntos —Asiento —Tenemos que saber lo básico de la convivencia, entre los dos. Como que a mí me gusta dormir al lado izquierdo de la cama y que cuando tengo frio usa la cobija al filo de la cama. Me levanto a las cuatro de la mañana de lunes a viernes, pero los sábados lo hago más tarde y los domingos pretendo dormir hasta bien tarde si es posible. Ahora tú.
—Lo se Rouses —Me mira —Sé lo que te gusta y no. A mí no me gusta que me dé el sol en la cara en las mañanas, así que el derecho está bien. La hora de despertarse está bien, y con tal que me invites a dormir contigo estaré feliz. Con lo de la cobija no la necesitarás, ya que estaré yo para darte calor.
—No quieres nada en particular, no sé, un espacio en algún lugar del castillo para alguna colección, o deberemos expandir el armario para tu ropa —Se muerde el labio —Deberé llamar a Mateo y además...
—Rouses, respira, mira, tengo poca ropa —Me mira —Lo solucionaremos
—No quiero que te sientas como si invades mi espacio, o que no encajas, quiero que te sientas bien —La miro —Quiero que me digas que si te sientes mal o incómodo
—Está bien —Besa mi mejilla
—Te amo
Pasa sus brazos por mi cuello y yo acomodo mi cabeza sobre sus pechos. Son tan suaves que podría quedarme dormido ahí. Pasa sus manos por mi cabello. La miro y beso sus labios, antes de tomarla de las piernas y subirla a la cama donde nos meto a ambos debajo de las cobijas.
Rouses se queda dormida de inmediato, yo tardo más, pero me entretengo mirándola.
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Editado: 27.05.2024