Las clases de piano era mis favoritas, podía ver a mi tío Eros, además que el me hacía sentir querida, el era el hermano de mamá, y era el que más tiempo pasaba conmigo, podía quedarse días, meses, no me dejaba sola.
—Has mejorado mucho —Sonreí —Muy bien Rouses, lo dejaremos por hoy
—¿Ya te vas? Tan pronto
—Recuerda que dije que debía ocuparme de algunas cosas, pero vendré mañana
—¿Por qué no puedo salir? —Se sentó a mi lado en el piano y toco una tecla
—El mundo es un lugar muy oscuro, capas de dañar a los angelitos como tú, estás segura aquí ¿Lo entiendes?
—¿Algún día podre salir?
—Cuando seas grande y fuerte
—No me quiero estar sola, es aburrido
—Tienes tus demás clases y además tienes a ese amigo tuyo
—Alessio está en la escuela, con niños y niñas, además ya no juega conmigo como antes —dije triste —el es más grande que yo
—Te prometo que mañana me quedaré un rato a jugar contigo
—No prometas, mis padres prometen y no cumplen
—Yo no soy tus padres, Alejandra —Hice un puchero —No te gusta ¿Verdad?
—No, ¿Por qué me pusieron así?
—En clases de historia ha escuchado de Alejandro Magno
—Si, su imperio llego hasta el oriente
—Bueno, ese tipo es nuestro antepasado, tu madre te lo puso por el —Bufe —Debo irme, no te metas en problemas
—Bueno, pero regresa ¿Si?
—Siempre regresaré
Mi tío se fue, y yo tenía que seguir con la siguiente clase, y después con la siguiente, y así, hasta que llegaba la hora del almuerzo, llevaba un año en Roma, no tenía muchos amigos ninguno, Alessio no hablaba mucho conmigo, el tenía nuevas cosas que hacer.
Pasaba los días aquí, en este enorme castillo, con esos profesores feos, los días en que más me gustaba era cuando Alessandro venía por mí, Angelo tenía tres hijos, y podía jugar con ellos, mientras no estuviera entrenado; el mayor se llamaba Luciano, el del medio Cristiano y la menor y hermana gemela de Cristiano, Eleonor. Eleonor tenía el cabello del color de Angelo y los ojos de su esposa Bianca; por otro lado, Cristiano tenía el cabello de su madre y los ojos de Angelo, Luciano, en cambio, tenía el cabello negro y los ojos marrones; pasaba muchas horas con ellos, tres días a la semana, eran mayores para mí, pero eran muy buenos conmigo, aunque eran raros.
—Rouses es hora de dormir
—Voy
—Mañana tu abuela vendrá —Mire a Camila —No se quedará mucho, además tu tío estará presente
—¿Por qué no me quiere?
—Te quiere Rouses
—Pues no parece ¿Es que hay más de una forma de querer? Porque en los libros no lo dice, claro que quererlas a ustedes no es lo mismo que querer a Mark
—Cada uno demuestra su forma de querer como puede
—¿Aunque esa lastime?
—Creo que si
Lucia y Camila, apagaron la luz, dejando la lámpara de los planetas prendida. Quería a mi abuela como a mi tía, a Clark y a mis padres, aunque ellos no a mí. Pero mi abuela me golpeaba con su bastón y me hacía sentir mal, gritaba y se enojaba conmigo, no pasaba conmigo, solo a veces, con quien más pasaba es con mi prima Arabella y mi tío Emilio, a quienes no conozco; Ellos vivían en Milán, pero nunca me habían venido a visitar.
Toque las notas que mi tío me enseño, mientras es me miraba, sonreía, su esposa Psique, que para raro era el mismo de la mitología griega, sus hijos, mis primos habían querido venir a verme, pero mi abuela no lo permitía; decía que lo mejor es que pasara sola para ser más fuerte, yo lo odiaba.
—Así que tu abuela está aquí
—Si
—¿Te trata bien? —Lo miré —Porque si no es así yo…
Recuerdo que una vez casi se lo dije y mi abuela me amenazo con no verlo más, yo no quiera que mi tío se fuera de nuevo a Grecia, no quiera estar sola.
—No, ella no lo hace
—¿Estás segura Rouses?
—Muy segura
—Bien, porque no vamos por yogur y granola
—¡Si!
Caminamos hasta la cocina, mi tío me sirvió un poco en un bol, el se sentó a mi lado, mientras tomaba un pequeño vaso con jugo.
—Rouses
—Dime tío
—Sabes que te quiero verdad
Lo miré, nadie me había dicho, te quiero, solo Lucia y Camila, pero en secreto, mi abuela no le gustaba que yo lo dijera, decía que eso era de débiles, y que no debía decirlo, pero mi tío no era ningún débil.
—¿Por qué lo dices?
—Porque cuando quieres a una persona se lo dices
—La abuela dice que está mal decir, te quiero, eso te hace débil
—Al contrario, te hace más fuerte, decirlo te hace valioso —Lo miré —No decirlo, te hace un cobarde y tú no eres ninguna cobarde
—No, entonces ¿Por qué dijo eso la abuela?
—No lo se Rouses
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Editado: 27.05.2024