Tenebrae La Catástrofe de Tonalli

Capítulo 6. Metzonalli Tenshi

Capítulo 6. Metzonalli Tenshi

 

 

 

Llevaban varias horas de vuelo y Tet en medio de tanto silencio no puedo evitar hacer un recuento de todo lo que había ocurrido en los últimos días. Había pasado tan rápido; ¿Así era la guerra? se preguntaba ¿Llegaba de improviso arrebatando vidas enteras y debían aceptarlo así nada más? ¿Seguir viviendo aunque se sintieran muertos por dentro? Entre las dudas y los recuerdos; su corazón latía con ferocidad y se le dificultaba respirar. Lejano parecía lo ocurrido en Tonalli pero era algo que jamás podría olvidar, toda su vida estaría allí quemándolo por debajo de la piel. Las quimeras de lo que una vez había sido su vida, que si bien él nunca había sido del todo normal, y no recordara la ciudad como tal, como la sombra de lo perdido seguían apareciendo a momentos. Recordándole que jamás volvería a hablar con nadie, o escuchar la música de los vecinos, jamás volvería a escuchar a su madre riendo por aquello que aunque él no podía ver, tenía sentido y valor únicamente por hacerla feliz a ella.

El sonido de una bocina encendiéndose lo sacó de sus pensamientos, regresándolo a la realidad y haciéndole notar las lágrimas que bañaban sus ojos, amenazando con escaparse. Parpadeo rápidamente para evitarlo y tomando aire puso su atención en lo que decían.

— Torre de control, aquí Helicóptero de Rescate 25-02, solicito permiso para aterrizar en la zona ESC0 a las 2340 horas, transportamos a un Oficial y un civil —escucharon la voz del piloto distorsionada.

Torre de control a helicóptero de Rescate 25-02, permiso concedido para aterrizar en zona ESC0 —fue la respuesta que sonó igual de distorsionada.

— Enterado —respondió el hombre que piloteaba el aeroplano—. Preparando descenso, abrochen sus cinturones, tal vez tengamos un poco de turbulencia —les índico a Tezatl, Tet y los soldados que los acompañaban.

Tal como había dicho el piloto, el aeroplano se sacudió bastante antes de que se estabilizara cuando éste toco tierra en una especia de golpe suave, pero golpe a fin de cuentas que Tet realmente odio. Una vez que todo estuvo apagado y se abrieron las puertas Tezatl ayudo al chico a bajar y ya en el suelo algunas personas se les acercaron.

— Buenas noches, Capitana Tezatl —saludaron a una misma voz.

— Buenas noches —les devolvió el saludo—. ¿Dónde está el Coronel?

— En su oficina, pidió que se reuniera con él en cuanto llegara.

— Ese engreído —susurró de una manera audible sólo para Tet—. Me reuniere con él, después quiero que me comuniquen con el Mayor Díaz en el cuartel de Yextlix de la Zona Beta.

— Sí, señor.

Todo aquello lo decían mientras caminaban en dirección a un edificio que en realidad Tet no sabía para donde quedaba, por lo que todo el camino fue guiado por la Capitana. Alcanzo a escuchar como el aeroplano a sus espaldas volvía a despegar. Siguiendo su camino llegaron a una escalinata que no fue un gran problema para Tet. Pero dentro del edificio fue otra situación. Conforme avanzaban era inevitable que llamara la atención y le molestó que hicieran comentarios como; «¿Qué hará un niño aquí?» o «¿Quién es el pequeño?», así que de no haber sido porque Tezatl lo llevaba casi arrastras habría alegado que no era un niño.

Subieron a un elevador. Al salir continuaron el recorrido un largo pasillo, hasta que finalmente se detuvieron, cosa que Tet agradecía pues el ritmo en que la mujer caminaba era desalmado.

— Espera aquí —le dijo mientras lo ponía de espaldas a la pared, y ella entraba a una habitación no muy lejos.

Tet se quedó lo más quieto que pudo por unos cinco minutos, no queriendo tirara algo accidentalmente, pero conforme pasaba el tiempo se impacientaba y las piernas empezaban a dolerle. Para no caer en la tentación de moverse de ese lugar, y de paso ganarse una regañina, optó por alzar los pies uno a la vez, a fin de disminuir el dolor. De ahí empezó a abrir y cerrar las manos. Termino por entretenerse halando los puños de las mangas del suéter que le habían cambiado antes de subir al helicóptero, el cual su ya de por si le quedaba un holgado, ahora estaba seguro de que terminaría completamente inservibles. No se detuvo.

La sonrisa en su rostro se congelo al recordar que su madre cada vez que lo encontraba haciendo eso le llamaba la atención, ella lo regañaba mucho por imprudente, pero siempre iba acompañado de su risa, motivo por el cual él nunca la había tomado en serio esos regaños. Se mordió los labios sintiendo nuevamente dolor en el pecho cuando dentro de la habitación empezaron a hablar un poco más fuerte, por lo que todo pensamiento y dolor se esfumó al tiempo que la discusión que ahora podía escuchar claramente capto toda su atención.




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