Tenebrae La Catástrofe de Tonalli

Capítulo 31. Títere de hilos rotos.

N/A: definitivamente este capítulo es de mis menos favoritos. Se me da fatal la descripción y mi sentido musical es pésimo con «P» de payaso-sin-gracias.

Queda un capítulo más y termina esta parte de TENEBRAE.

Como ya he mencionado la segunda parte está en proceso pero hay suficiente material para ir subiendo yo diría que esta alrededor de 50% de la trama. Por otro lado, como actualmente estoy también escribiendo Verum Falsum me gustaría conocer su opinión acerca de si hay interés por continuar con TENEBRAE,  o me enfoco en Verum Falsum

Admito que tengo una vena de escritora aficionada que se activa con la retroalimentación por eso, ya que mi hermana me dijo que le gustó mucho VERUM FALSUM, me puse a escribir como poseída

Lo he dicho y reitero, con una persona que lea TENEBRAE y cualquiera de mis historias yo las escribiré todas y cada una. Pregunto porque no me gustan las historias pausadas (hiatsu) o que tarden mucho en actualizar y no quiero hacer lo mismo.

Estoy al pendiente por cualquier duda u observación.

Espero subir el último capítulo de esta parte a más tardar el lunes (hora L.A., USA/Tijuana-Mexicali, MX)

PD: si alguien ve un Tet, Ryu, Air o Pacis por ahí mal ubicado por favor avísenme, se me cruzan los cables cuando escribo historias en simultaneo.

____________________________________________________________________________________________

 

 

Capítulo 31. Títere de hilos rotos.

 

 

 

 

 

 

Finalmente el día del festival llegó, había empezado bastante bien para Tet, pues pese a los recurrentes sueños donde no había nada más que susurros e imágenes de rostros apenas visibles, estos no eran ni remotamente parecido a los de aquella última semana, con mucho menos tétricos. Y por supuesto tampoco volvió a arañarse mientras dormía aunque seguía sin recordar nada al despertar; parecía como si apenas abriera los ojos fuese olvidado poco a poco lo que un segundo antes hubiera en su cabeza. Una sensación que le generaba cierto grado de impotencia y tranquilidad; impotencia por no recordar qué estaba soñando exactamente y tranquilidad porque sea lo que fuese, la sensación de ansiedad y miedo que vivía por las noches no era algo que le agradara en lo absoluto.

     Sin encontrar una explicación hacia aquellas pesadillas, Aura le preguntó un par de veces si había estado viendo alguna película de terror o si acaso le contaron alguna historia de ese tipo, lo cual a Tet le hizo gracia pues ella estaba las 24 horas con él y  además no había modo de que viera una película porque en realidad no se sentía atraído por aquel artefacto de entretenimiento que más que cumplir su función, parecía estar arrumbado en una esquina de la casa ―donde estaba la recién descubierta sala y en que los chicos dejaron sus videojuegos―, y porque después de casi 15 años de pasar de ella ―su madre prefería la radio o leerle―, a esas alturas no la buscaba por iniciativa propia. Y ni hablar de alguien contándole cuentos de terror, su propia vida era un cuento de terror, o él así lo sentía, pero no se le dijo.

     No le dijo nada, no volvió a mencionar las pesadillas, de la misma forma como no había vuelto a mencionar muchas cosas, dudas, y preguntas que ya no hacía, pero que seguían ahí. Clavadas en su pecho.

     Como fueran las cosas, lo último que quería era arruinarles el día a los chicos, así que cuando Odori y Joma pasaron por la casa del General ―a quien tampoco había visto desde hacía más de una semana―, decidió que lo mejor era olvidar todo lo que le atormentaba y pasar la tarde con los chicos.

     Por la mañana Odori, Joma y Mireya llegaron muy temprano a hacer una rápida vista a Tet, sólo para asegurarse de que este estaría en condiciones de asistir al festival. Asimismo, los Xelha no tardaron en aparecer con la intención de pasar la mañana acompañando al menor y a Aura, pues no habían podido ir a verlo los días pasados en que Tet estuvo enfermo y Marian se sentía culpable, cosa que Tet no lograba entender y Mireya amablemente le aconsejó que no intentara comprenderlo, simplemente eran cosas de madres.

     Mientras desayunaban Joma se reía de su amigo Luis quien en ese momento estaría muriendo de hambre mientras su histérica hermana revisaba los aparatos electrónicos que como «pseuda-DJ» ―como él la llamaba―, necesitaba para su presentación de esa noche.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.