Tenebrae (segunda Parte)

Capítulo 16. Sin Cabos sueltos

N/A: no podia entrar a esta cuenta y estuve a punto de retormar Wattpad, no que me disguste la plataforma pero tengo una obsecion por la justificacion del texto que wattpad se pasa por el arco del triunfo con su formato de oraciones (cargado a la derecha e.e).

 

Entre la novela y el cuento: ¿Cúal crees que seria mejor para continuar esta saga? Personalmente me gustan las novelas largar y complejas con mucho trasfondo, pero mi interes es que conozcan toda la hitpria al final. Y son 8 novelas (¿mini sagas?), ninguna tan grande como Tenebrae pero sin son 8 historias que al final se unen de un modo u otro.

 

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Capítulo 16. Sin Cabos sueltos

 

 

 

 

 

La voz de Metzonalli sonaba sofocada y un tanto adolorida, mas no así con menos fuerza a la que caracterizaba al hombre.

     — ¿Cómo podría estar durmiendo cuando pensaba que tú... que tú estabas…

     — Lo sé ―la interrupción del hombre sorprendió a Tet, no debido la acción en sí, sino porque suavizo su tono―. Yo también estaba preocupado ti. Por eso quería escuchar tu voz antes de que otra cosa pase.

     — ¿Otra cosa? ―el cuestionamiento del chico reflejaba fielmente como la calidez que se formó en su pecho se enfrió de golpe―. ¿E-estás bien?... ¿Cómo estás?

     — Tan bien como se puede estar después de que un regimiento se abalance sobre ti ―las bromas no eran su fuerte, y le quedaba más que claro cuando en lugar de reír Tet gimoteó como si fuera a soltarse llorando―. Estoy bien, pero deben ingresarme por protocolo…

     — Quiero ir contigo.

     — Eres menor de edad.

     — Pero…

     — No se permite la entrada de menores a los hospitales militares, y menos bajo estas circunstancias

     — ¿Qué circunstancia?

     — No voy a hablar contigo de eso. Sólo obedece a los soldados y no salgas de la casa si no estás con Aura. ¿Entendido?

     La naturaleza de Tet, como la de cualquier otro adolescente, era rebelarse ante las cosas que le parecían injustas, y el que nunca le hablara con la verdad, además de ser tratado como niño, eran parte de esas cosas injustas para él. Empero, en esta ocasión prefirió guardarse todos y cada uno de sus argumentos, para otro momento.

     Otro momento; cuando el General regresara a casa, cuando su respiración no fuera tan pesada y su discurso no estuviera plagado de pequeños silencios apenas perceptible para aquellos que conocían al hombre y que sabían lo difícil que era lograr hacerle titubeara.

     Para Tet el silencio decía tanto como las palabras   

     — Si. Entiendo.

     — Bien, ahora debo colgar…

     — ¡Espera!

     — ¿Qué sucede? 

     — ¿Cuándo podre verte?

     — Cuando termine con los exámenes de rutina.

     — Está bien ―dijo no muy seguro.

     — Tet, eres mi hijo… ―las palabras del General sorprendieron a Ter hasta el punto de que sus ojos se llenaron de lágrimas―. Sin importar que; no voy a abandonarte. Nunca.

     — Yo tampoco lo hare. Ven a casa pronto, papá.

     — Eso hare.

     Lo último que alcanzo a escuchar fue un extraño fallo por parte del hombre en intentar colgar el teléfono, y su voz intentando ahogar fuertes gemidos que hicieron las manos de Tet temblar, para después quedar solamente con el tono de la línea cortada taladrando su oído. Y del mismo modo sus manos temblorosas tuvieron problemas para colocar el teléfono en su lugar

     Las lágrimas se le salieron siendo plenamente consciente de lo mal que debía estar Metzonalli para decir todo aquello, así como casi podía sentir en su propia carne le insoportable dolor que estaría sufriendo el hombre para no ser capaz de silenciarse a sí mismo, pese a que jamás lo escuchó quejarse por nada. Y a la vez, lloraba porque no podía evitar estar feliz.




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