Tenebrae (segunda Parte)

Capítulo 4. Imágenes Borrosas

N/A: Y con ustedes otro capítulo introspectivo. Son importantes porque afectan el rumbo de la historia. Incluso yo llego a cambiar el plan de acuerdo a las introspecciones de Tet, no crean que están completamente solos en esta confusión n.n7

Eso si el final y su participación en 9N.H. ya están decididos, cómo, cuándo y quiénes lleguen ahí es la cuestión.

Aprovecho para agradecer a las personas que han acompañado a TENEBRAE hasta este punto. Saber que la trama tiene su mérito como para que la lean me motiva mucho. Estaba escribiendo VERUM FALSUM por eso no he publicado más capítulos de TENEBRAE, después de todo no quiero que me alcancen muy rápido y estoy sufriendo por la negación de iniciar la recta final de TENEBRAE.

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Capítulo 4. Imágenes Borrosas

 

 

 

Por enésima vez Tet miraba a la mujer a su lado, que conducía el auto a toda velocidad por una larga carretera que no parecía tener fin, sin preocuparse por exceder el límite de velocidad pues no se veía por ningún lado un vehículo de algún Guardia o Soldado por ese lugar. En realidad estaba tan sola que si no fuera por las contantes poblaciones que pasaban de cuando en cuando por la ventana, o las áreas de descanso cada pocos kilómetros, creería que aquella no era una vía principal de la Zona Alfa-Delta-Omega. Aunque Tet se preguntaba si alguien se atrevería a multar a un Mayor del Ejército de Mizu.

« No creo―pensó rondado los ojos y volviendo la vista hacia afuera».

     El sol ya estaba empezando a inclinarse, y consultado al reloj de tablero confirmo lo tarde que era; pasaban de las cuatro, por lo que debían tener cerca de ocho horas en ese extraño y silencioso «viaje».  Mismas horas que habrían sido angustiosamente seguidas de no ser porque la Mayor se detuvo a cargar combustible y comprar algo de comer cuando dio el medio día; parada que también Tet aprovecho para entra al baño y de paso adecentarse lo mejor que pudo pero sin lograr mucho, aunque de igual forma cuando entró y salió de servicio sanitario llamó la atención por culpa de la gabardina extra grande que usaba —muy a su pesar por pertenecer al General―, y que lo hacía ver ridículo. Pero había decidido no quietársela debido al frío que golpeaba ese día.

     En ningún momento la Mayor le había dirigido la palabra, salvo para ordenarle que se colocara el cinturón de seguridad o que no dejara caer nada al suelo y nada más. Cualquiera en su situación habría entrado en pánico si una mujer como aquella lo sacaba con rudeza de su casa, lo metiera aún auto y atravesara la ciudad saliendo de esta, todo sin dar una explicación… pero para Tet no era el caso. Él ya estaba acostumbrado a ese trato.

     Lo único que le desconcertó fue que, cuando ella dijo que lo llevaría a conocer al General, se incomodó creyendo que irían al Cuartel de Omega y no que terminaría confinado ocho horas al asiento de un automóvil, con dolor en el trasero y espalda por estar tanto tiempo en la misma posición, y aburrido hasta la medula.

     Quizá tanto como aburrido no estaba, pero la compañía que tenía hacía menos llevadero el camino, incluso en un inesperado momento la Mayor le dijo ―ordenó― que durmiera pues sería un camino largo. Claro que Tet no estaba para la labor, en parte por su vena rebelde que salía a flote cada vez que le «sugerían» algo y lo más importante, él jamás había estado por ahí, y si acaso lo estuvo habría sido mientras era incapaz de verlo, por lo que no podía siquiera pensar en dormir cuando todo pasaba frente a sus ojos a una velocidad enorme, dándole un toque surrealista a todo el paisaje… un paisaje de imágenes borrosas.

     Y conforme pasaban los minutos y horas, esas imágenes borrosas poco a poco se volvieron algo más pesados, y mucho menos agradable de ver.

     No sabía si su percepción visual estaba atrofiada o qué, pero había notado que todo lo que estaba cercas desaparecía en cuestión segundos; lo más lejano le daba la impresión de no irse o si lo hacía, era tan lento que resultaba casi imposible advertirlo. Sabía que tendría que ver con la distancia y el tamaño de su campo visual, o a esa conclusión llegó luego de considerar desde el Kijutsu hasta cosa de extraterrestres ―cortesía de pasar tantas horas en compañía de Luis y Mili, y sus videojuegos―. Sin embargo, lo que más le taladro la cabeza fue la perspectiva de que mientras lo cercano desaparecía en un parpadeo, todo lo que estaba fuera de su alcance permanecía por largo, largo tiempo.




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