Tenebrae (segunda Parte)

Capítulo 8. Gratitud

Capítulo 8. Gratitud

 

 

 

Después de aquel desatinado encuentro con el General, no hubo más oportunidades para intentarlo en los siguientes días. Una parte de Tet lo agradecía, pero su lado más racional, y que luchaba por volverse un adulto, le decía que estaba siendo estúpidamente infantil. Además, por si fuera poco, tampoco volvió a encontrarse con Aura; aquello le dolía pues por donde lo quisiera ver ella era la persona en quien más confiaba y a quien más necesitaba en estos momentos.

     Los chicos nuevamente no salieron de la casa del General en los dos días previos al Festival de fin de año. Literalmente se adueñaron de la habitación de Tet, que no era precisamente pequeña pero con seis adolecentes en ella tuvieron suerte de poder arreglárselas para acomodarse: Las chicas se quedaron con la cama ―afortunadamente de tamaño doble―, y mientras Luis y Joma se peleaban por quien dormiría sobre el puf en forma de nube, Tet se las ingenió para acomodarse y hacer tolerable el frio piso tendiendo un tapete y varias cobijas a modo de bolsa de dormir.

     El motivo por el cual tuvieron que amontonarse en la misma habitación, era más patético que las decadentes cenas que seis chicos NO lograron realiza ―pese a la educación casi miliar que tenían, al final debieron sobrevivir por dos días comiendo sopas instantáneas de envases con dibujos de ingredientes aparentemente «felices» por ser comidos―. Con respecto al motivo; se debió a que los chicos temían que el General regresara a casa y los encontrara regados por dondequiera, así que ni de broma aceptaron usar la habitación del hombre. Incluso Tet, tragándose su orgullo, sugirió que él y los otros dos jóvenes durmieran en la pieza de su padre para que no se sintieran incomodos ―no que a él le encantara la idea―, pero se negaron rotundamente.

— ¿Crees que el General vaya al festival? ―escuchó a Odori murmurarle cuando el reloj marcaba las 2 de la mañana aquel jueves 31 de diciembre. No le respondió, y por ello agregó―. Sé que no estas dormido.

— No puedo dormir con Joma roncando.

     La risa de Odori y Mili sonaron ahogadas por los fuertes ronquidos del aludido, quien tenía una pierna sobre el puf a los pies de la cama, manteniéndose firme —aún en la inconciencia— en su postura de rehusarse a «entregar todo el puf». Mientras tanto Luis ya tenía horas de haberse dormido tras fingir que la posición de Joma resultaba incómoda para él (falso). Quedando éste completamente torcido, y el rubio perfectamente acomodado.

— Mañana le dolerá todo ―murmuró Mili desde el otro lado de Odori.

— Sólo por eso no lo despierto ―confesó el chico haciendo reír a ambas chicas.

— Si no fuera tan orgulloso mi hermano no lo habría vencido en el «piedra, papel o tijera» ―un «shhh» sonó quedamente desde el extremo de la cama opuesto a donde estaba Odori―. Duerman.

     Dicho eso la rubia se reacomodo sucumbiendo al sueño tras un par de minutos.

     Aparentemente los Cardal tenían facilidad para dormir en complicadas posiciones, pues Mili después de ser silenciada por Mireya se quedó plácidamente dormida con un brazo sobre su cabeza y otro estirado sobre su costado, tratando de tomar el menor espacio posible en la cama y aun así no teniendo problemas para estar cómoda entre las otras dos chicas, o esa impresión daba por el suave ronroneo en que se convirtió su respiración.

     Un rato más tarde, Tet escuchó a Odori soltar un suspiro leve, por lo que le habló en susurros.

— Tampoco vi a Aura estos días.

— Lo sé.

— ¿Crees que ella si vaya al festival?

— Yo espero que sí.

   Un quejido proveniente de Joma llamó la atención de ambos que se incorporaron ligueramente, sólo para tener un plano perfecto del largo cuerpo de su amigo girando sobre su costado y abrazándose a la almohada en forma de luna que usaba como improvisado colchón ―al igual que varios peluches más que hasta ese momento no habían abandonado las estanterías―. También lo escucharon murmurar algo de que podía saltar un edificio.

     El colchón de la cama crujió por el movimiento de Odori acercándose más a la orilla, no pudiendo escapar de la pierna de Mili que la tenía sujeta pero acercándose lo más posible a Tet antes de volver a susurrar.

— Hace unos días, cuando comprábamos las cosas para las lámparas ―empezó muy quedamente, tanto que si Tet no tuviera buen oído seguramente no la escucharía―; escuche a mi padre y a un soldado de Delta hablar sobre unos cambios que planean realizar en las Academias.




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