Tenebrae (segunda Parte)

Capítulo 11. Incertidumbre, confianza

Capítulo 11. Incertidumbre, confianza

 

 

 

Los días que siguieron al fin de año fueron más extraños de lo que Tet recordaba que podían ser, hizo mucho más frio, hubo muchos ataques en la zona noreste y en Gama, además de un gran número de bajas para ambos lados, por lo que el frio reinante en la Nación no se debía únicamente al clima. En esos días era posible palpar en el aire la sensación de miedo que transmitía la incertidumbre; pues nuevamente Mictlan, la pequeña nación al norte de las 9 N.H., al norte de Mizu y al noroestes de Citlallan, volvía sacudir a la Hermana Mayor, con un poder que nadie creía posible viniendo de un lugar tan pequeño, y que en estadísticas estaba mucho más dañado que Mizu, pero aun así los indeseables Hostis no se rendían y cada día avanzaba un poco más, atacando ciudades enteras, destruyendo todo lo que encontraban a su paso.

     En Namida, los chicos estabas de vacaciones pues las Observaciones que obtuvieron en sus evaluaciones acreditaban su año escolar, pese a que el padre de Joma no estaba muy feliz con el desempeño físico de su hijo en las evaluaciones físicas. El Señor Thom cuestionaba al chico por obtener observaciones semejantes a las de Mili siendo que éste tenía la contextura de Odori y Mireya, por lo que estuvo a punto de no acreditar en ese aspecto, y pasar sus vacaciones de interno en las instalaciones de la Academia ―cosa que puso pálida la usualmente resplandeciente piel morena oscura del chico, dicho sea de paso―.

     Por fortuna y gracias a su excelente desempeño el resto de los chicos tuvieron resultados favorables, siendo Mireya y Luis quienes obtuvieron las mejores Observaciones de la Mayor Alake y otro Mayor de la Sección Alfa llamado Vann Olassky. Y abordando el tema Odori aprovechó esa oportunidad para recordar a Tet que tenían una conversación pendiente con respecto a la Academia. Joma, Luis y Mili sintieron pena por él cuando la sobrina de Aura empezó a recalcarle todos los aspectos que tendría que considerar si de verdad pensaba postularse; académicos, intelectuales, psicológicos, morales y mucho más que Tet no logro captar completamente, pues más que ser contenidos educativos que siguieran un plan de enseñanza-aprendizaje, Odori lo planteaba como los ‹‹aspectos a atacar›› por los profesores. Empero, la chica amablemente se tranquilizó y le dio un respiro cuando Tet les hizo saber que aún no habla con el General sobre aquello, y por tanto su ingreso a la Academia no era algo definitivo, es decir; mintió descaradamente. 

     En lo que concernía al General, no había mucho que rescatar, el hombre continuo con su comportamiento habitual. Al principio Tet no podía ni verlo, parte los fantasmas de los rencores que se reusaban a desaparecer, y parte la vergüenza que un le daba recordar su infantil comportamiento en la fogata. No obstante, y para sorpresa de sus más allegados, poco a poco la relación de Tet y Metzonalli iba pasando de la cordialidad obligada, a algo muy parecido a la confianza.

     Silencios que pasaba a ser cortos saludos y algún comentario atinado sobre el día, a uno que otro regaño y alegatos, hasta llegar a palmadas de cabeza que pese a ser gratas también resultaban bochornosas para el chico. Tet no sabría describir su relación con el General más que como ‹‹padre ausente›› en las burlonas palabras de Joma ―siendo éste el primero en huir a la habitación de Tet cuando el General pasaba por casa―, pero ni por asomo un ‹‹padre permisivo›› llego a agregar Aura, también burlándose de la endemoniada escolta personal del menor.

     Los seis adolecente pasaban gran parte del su tiempo en casa de Tet, aunque nunca preguntaron los motivos de la presencia de los Guardias, cosa que Tet agradecía pues desde el festival de las luces no estaba seguro de contarles lo referente a Nox, pues sabía lo que significaba cargar con el peso de ello; temor e incertidumbre.

     No lo haría, pues prefería soportarlo solo, si con eso podía tener sus sonrisas y tranquilidad por un minuto al día.

     Cuando Tet se permitía escapar del tifón que había en su cabeza; junto a los chicos permanecían constantemente al pendiente de la televisión ―principalmente viendo programas de entretenimiento―, pero era inevitable que los seis adolecentes y el niño de 8 años notaran la tensión que desprendían los militares más cercanos a ellos, pese a sonreírles e incluso bromear con ellos, cada día la huella de la guerra estaba impresa en sus rostro cansados y ensombrecidos se acentuaba más y más.

     Tet no había vuelto a hablar con el General acerca de su condición, pues no logro reunir el valor para sacar el tema una vez más. El hombre de mayor rango en las 24 Secciones pasaba más por casa, sí, pero apenas unos minutos que debían ser mucho menos que lo que gastaba en conducir desde el Cuartel de Omega a su residencia, aunque poco o mucho tiempo el menor era capaz de notar que se seguía viendo agotado y cada día más demacrado. El tono dorado que caracterizaba a los Mizunes iba palideciendo en su rostro, aun cuando mantuviera la fuerza en sus pisadas y voz, la mirada firme que intimidaba a sus amigos ―y también a Tet―, se notaba cansado e incluso en los noticieros empezaron escucharse rumores sobre su estado de salud. Rumores que el General oportunamente silencio con rudas respuesta cuando le hicieron cuestionamientos sobre los batallones que serían enviados a reforzar las fronteras y ciudades aledañas a las atacadas antes de fin de año.




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