Tenebrae (segunda Parte)

​​​​​​​Capítulo 15. La norma disonante

Capítulo 15. La norma disonante

 

 

A pocos días de terminar enero, Tet se sentía muy ansioso. El General se había movilizado al Cuartel General de Gamma en la ciudad de Pakte el día 5 de ese mismo mes, y al trascurso de veinte días sin noticias por parte de su Coronel, Omega continuaba enviando patrullas a las inmediaciones de las Zonas Gamma y Omicrón.

     Al tercer día de haber llegado, los Doctores Xóchitl y Luxastrum, cinco de sus ocho maletas fueron tomadas por Soldados de Omega. Cuando le preguntó Aura que había en las maletas ella le dijo.

     — Hay médicos que no pueden viajar si su equipo.

     Aquello confirmó las sospechas de Tet, después de verlos durante dos días sacando e introduciendo objetos el doble o triple de grandes en comparación al volumen que las maletas deberían poder guardar, entonces debían ser objetos de alta tecnología.

     Lamentaba mucho que sus amigos no estuvieran esos días, pues Xóchitl le mostró cómo funcionaba el brazalete que le permitía escanear organizamos y materiales como la celulosa, además de grabar y de manera verdaderamente sorprender materializar objetos de pequeñas dimensiones como bisturíes y estetoscopios, pero también pequeñas maquinas más complejas como lámparas, medidores de actividad eléctrica cerebral y muscular, otoscopios e incluso una versión pequeña de la lámpara de hendidura ―aprendió que así se llamaban― que utilizaron con él cuando estuvo en Mictlan.

     No que Tet supiera que eran la mayoría de las cosas que la mujer le mostró, únicamente no podía dejar de maravillarse cada vez que los MicroRobots, Nanoides, NanoBots o cómo quiera que les llamaran se organizaban para formar cada estructura perfectamente funcional.

     Le sentó mal enterarse que la muñequera de la mujer se trataba únicamente de un prototipo fabricado a partir de los modelos ya funcionales de armamento militar en Citlallan. Y Tet cruzaba los dedos para que ni Mizu ni Mictlan decidieran ahora incursionar en el desarrollo de armas a base de nanotecnología, aunque en el caso de Mictlan le resultaba mucho más difícil. Y también lo sería para Mizu teniendo en cuenta que no hacía mucho las Secciones se erguían orgullosas por el arribo de los últimos embarques de armas prevenientes de Svetl’da.

 

Por Aura se enteraron que la reunión entre los adultos y los Xelha se debería posponer más tiempo del anticipado, debido a la presión que estaba viviendo la Sección, a duras penas la Capitana contaba con tiempo para no dejar a Tet solo, aunque con la presencia de los doctores se permitió extender sus horas de trabajo.

     El último día de enero los chicos finalmente se dejaron ver, y tan emocionados se veían los adolescentes con la ‹‹Materializadora›› ―como ellos la habían bautizado― que la Doctora les permitió jugar con ella. Aunque su vena científica estaba sufriendo mucho cuando intentó explicarles que no era una ‹‹Materializadora›› pues no materializaba, sino que reproducía estructuras a partir de protocolos prestablecidos que les permitían a los NanoRoborts reestructurar la organización de la materia (Crimetal) en determinadas formas y mecanismos.

     Se rindió cuando de que ‹‹los nano-ingenieros›› era sorprendentes y que la ‹‹Materializadora›› era la cosa más increíble que habían visto en toda su vida no los saco. Luxastrum fue quien más se divirtió con la interacción entre su colega científica y los adolescentes, pues conocía de sobra lo estricta que podía llegar a ser en su campo la mujer más importante en el ámbito médico y científico de Citlallan.

     La ‹‹Materializadora›› dejó de ser el principal foco de interés de los chicos cuando, a raíz de un comentario malicioso por parte del Doctor ―con el que cuestionaba las actitudes poco flexibles de la mujer para tratar con adolescentes y que por eso su hijo era tan ‹‹Radical››― los llevo de un extremo de la pequeña sala a otro.

     — Momo puede ser rebelde pero sabe bien diferenciar momento y lugar. Él cumple con sus obligaciones.

     — Siento pena por Tet y Momo ―soltó el hombre burlón―. Tienen padres de calibre militar.

     — ¡¿Cómo que militar?!

     Mientras todos reían Tet se solidarizó con el chico Momo, hijo de la doctora. Pues de sólo imaginar a una madre con el mismo carácter de Metzonalli se le congelaba la medula en un pinchazo curiosamente realista. Sentía pena por el muchacho que debía tener poco más de su edad, pero a la vez agradeció haber tenido una madre cariñosa de quien, a pesar de todo, principalmente tenía dulces recuerdos.




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