unico capitulo

Sasuke Uchiha, un Omega de 40 años, estaba felizmente casado con su Alfa y, aunque ya eran un matrimonio estable y tenían un adorable hijo, el azabache deseaba mucho embarazarse de nuevo. Si no se embarazaba antes de los 43, se rendiría... Desde el inicio de su relación en la secundaria, lo que enamoró al Uchiha fue que su esposo nunca lo trató como un Omega débil y necesitado, a diferencia de todos los demás Alfas en busca de su atención.

Naruto se había mudado a inicios de tercer año, haciendo suspirar a más de una Omega y Beta, y causando en él una extraña irritación a la que, conforme pasaban los meses, pudo ponerle nombre: celos.

El Uchiha buscaba llamar la atención del Alfa sin ser demasiado evidente. Pero si algo tenía su esposo era que muchas veces era un cabeza hueca. Para su mala suerte, en sus intentos de llamar su atención de manera disimulada, solo consiguió que el Alfa lo viera a él como un rival.

El Omega menor estaba entristecido por eso y se lo comentó a su hermano mayor, ya que solo con Itachi tenía la confianza de ser vulnerable, algo que ni siquiera pasaba con sus padres. Su hermano le aconsejó que tal vez debería aceptar la salida de alguno de sus pretendientes para distraerse un poco. Al principio no estaba muy convencido, pero al ver al rubio hablando muy animadamente con una Omega, pensó con tristeza: «¡Qué iluso fui!». Así que aceptó, se dispuso a arreglarse y esperó a que su cita fuese por él a su casa. Un toquido en el timbre de su casa sonó y se apresuró a abrirle a su cita.

Ya estando en la pizzería, a punto de decidir cuál ordenar, el rubio llegó como un remolino a interrumpir su cita, incomodando al pobre chico. Este terminó yéndose sin mirar atrás. Naruto y él tuvieron su primera aclaración. Él le explicó que lo que vio el otro día fue que le estaba pidiendo consejo a esa Omega para confesársele. Sasuke estaba atónito, y aún más cuando Naruto sacó del bolsillo de su pantalón un anillo con forma de media luna y sus nombres escritos en él. Era simple, pero encantador.

—Cuando seamos grandes, te prometo que te daré uno de verdad; por ahora, confórmate con este —espetó con seguridad, y tomó los labios del Uchiha sin dejarlo responder.

El tiempo pasó y, aunque muchas personas opinaban que ellos eran demasiado opuestos y que no entendían cómo alguien tan calmado y serio como el Uchiha pudiese estar con alguien como Naruto, honestamente le importaba poco, pues, mientras ellos supieran por qué estaban juntos, eso era lo que importaba.

Después llegó la graduación y, posteriormente, los planes para la universidad. Así que decidieron estudiar en la misma y se fueron a vivir juntos. Mientras Naruto estudiaba Comunicación, el Uchiha optó por Contaduría. Todo iba relativamente bien: habían llegado a acuerdos de convivencia. Naruto tuvo que ceder a ser un poco más ordenado y Sasuke a no ser un fanático extremo de la limpieza. Tenían sus más y sus menos, como toda pareja, pero siempre buscaban la manera de arreglar las cosas con respeto.

Culminaron sus carreras y los padres de ambos les ayudaron con el pago inicial para su primer hogar juntos. Al año de tener ya su casita pagada y amueblada al gusto del Uchiha, Naruto sorprendió a Sasuke pidiéndole matrimonio una noche luego del cumpleaños del azabache, enredados entre las sábanas después de hacer el amor.

El Uchiha se quedó sin habla mirando a su novio, ahora prometido. El rubio atrapó su mano y colocó el anillo en el dedo anular.

—Te dije que algún día te daría uno de verdad. Te amo, Sasuke —susurró el Alfa contra sus labios.

—Te amo, Naruto —respondió con voz temblorosa y sus ojos llenos de lágrimas. Se sentía dichoso.

15 años habían pasado desde que se habían casado. A los tres años de matrimonio, recibieron con mucha alegría la noticia de que serían papás de Menma. Aunque no todo fue fácil, lo que el Omega esperó con mucha ilusión se volvió demasiado tormentoso para él, llegando a sentirse culpable.

*Inicio del Flashback*

—Naruto, ayúdame —sollozó el Omega.

Desde que Menma había nacido, Sasuke no dejaba de llorar. Desde amamantarlo hasta tener que cambiarle los pañales o hacer que se calmara, el Uchiha perdía la paciencia con facilidad y siempre terminaba llorando.

El Alfa siempre ayudó a su Omega y lo consolaba, incluso cuando el azabache le recriminaba que para él era todo más fácil, que Menma iba a odiarlo cuando creciera por no poder cuidar de él. Naruto no podía seguir esperando más. Finalmente, a los 5 meses en esa situación, lo llevó a un especialista, donde lo diagnosticaron con depresión posparto.

Fue difícil sacar a su esposo de ese hueco, pero con mucho amor y paciencia lo logró, y Sasuke mejoró, estando más tranquilo con Menma a su cargo, incluso si el Alfa se ausentaba por largas horas por su trabajo.

*Fin del Flashback*

No cambiaría nada de lo vivido, pues había prometido ante Dios y ante los hombres estar con su Omega en las buenas y en las malas. Naruto realmente no concebía su vida sin su adorado esposo ni su bebé, aunque ya no era tan bebé: era todo un preadolescente de doce años con sus cambios de humor drásticos. Estaba en la etapa en la que se volvía rebelde. A veces, Naruto solo quería hacer sus maletas e irse, pero sabía que debía ser paciente: es solo una enfadosa etapa. Suspiraba agotado.

No podía creer todo lo que habían tenido que recorrer en el camino y que, a pesar de los años, se haya mantenido el amor, la pasión y, sobre todo, la unión familiar. Por eso, una noche que aprovecharon que Menma estaba con su tío Itachi, su querido esposo le soltó de repente:

—¿Sabes, Naruto? Creo que es momento de que tengamos un bebé. Ya Menma está grande, ¿no lo crees? —dijo mientras acariciaba el pecho desnudo del rubio, quien lo miraba atónito.

—Sa...Sasuke —murmuró el Alfa mirando a su Omega con un semblante que le indicaba que hablaba en serio—. ¿Estás seguro? ¿Recuerdas cómo llorabas cuando nació Menma? No quiero ponerte en otra situación de estrés innecesariamente, amor mío —exclamó preocupado.