Tengo Ganas de Amar

Capítulo 01: Lucille

Capítulo 01: Lucille

Meto una bocanada de cereal a mi boca mientras que con la otra mano suelta termino de escribir las últimas letras del mensaje para Nate.

— Lucille, es de mala educación estar con el móvil en la mesa. — dejo de masticar y trago de frente mirando a mamá quién tiene una mirada desaprobatoria.

Los pequeños chukis ríen por lo bajo y yo los fulmino con la mirada.

— Lo siento madre. — guardo el móvil en mi bolsillo. Sin embargo, puedo notar que Enna está al otro lado de la mesa, haciendo exactamente lo mismo.

— Enna, el comentario es para ambas. — Corrige mi padre llamando su atención. Ella levanta la mirada arrugando la frente y decide ignorar lo que dice papá.

Estoy tentada a insistirle para que deje de comportarse como una chiquilla pero el sonido de mi celular me pilla por sorpresa.

— ¡Diablos es Nate! — Me pongo de pie y corro por mis cosas. — Chao ma, chao pa, Chao chukis y mmm... nos vemos luego Enna.

Sacudo mi mano hacia ella. A penas me mira, se encoge de hombros y sigue con lo suyo. Beso las mejillas de mamá y papá sin darme tiempo a besuquear a los chukis.

— Ve con cuidado. — Repite mi padre.

— Divierte, estudia y ten mucho... — A penas y logro escuchar lo que dice mi madre pues ya estoy corriendo cuesta abajo para salir de la casa.

Nuestra casa es inmensa, hermosa y tan tradicional como antigua. Estamos justo sobre una colina, por lo que para llegar a la entrada principal primero debo correr hasta llegar allí.

Después de un año de retiro en Francia había vuelto para poner en orden todo lo que se refería a mi educación superior. Después de la secundaria y la preparatoria, la mayoría de jóvenes viajan a alguna parte del mundo en donde se preparan para dar el examen internacional de educación, en pocas palabras un examen en donde puede elegir la universidad que deseas. Me inscribí en distintos institutos donde aprendí cosas nuevas y me ayudaron a elegir mi vocación. Las leyes a diferencia de años atrás, van cambiando. Todos los humanos por ley, necesitan tener algún estudio superior universitario, la cual puede empezar a partir de los veintiún años, cuando eres mayor de edad. A diferencia de las especies sobre naturales quienes tienen todo el tiempo del mundo para elegir lo que desean ser... En pocas palabras, mi hermana ni siquiera asistiría a la escuela.

Sonrío al ver la jeep negra 3000 de Nate. Él está posicionado frente al volante con una gran sonrisa extendiéndose en su rostro. Y con la casaca roja y amarilla del campus.

— Te ves ridículo.

— Solo me contagio de esta nueva etapa en nuestras vidas. — Me subo de copiloto y sujeto sus cachetes para besarle la mejilla exageradamente. — Iugh, Iugh tu boca babosa está dejando gérmenes sobre mi recién afeitada barbilla. —Suelto una carcajada y lo dejo en paz.

— Uhh te afeitaste, lo que quiere decir que Nathaniel Jhonson va en busca de chicas. — juego con mis cejas y él sonríe de lado.

— Quizás las mujeres mayores me van mejor que las chiquillas de diecisiete.

— Estoy segura que si tu madre te escuchara te estrangularía. — Él pone en marcha el auto que tiene una potencia sobrenatural, se siente como estar levitando, sin el ruido exterior y la maquinilla de golosinas en medio de ambos.

A diferencia de Nate, solo como unas gomitas veganas. Las otras están hechas de sustancias no aptas para mi sensible estómago. Él es un cerdo que mete todo lo que ve y encuentra a la boca. Por ende también a chicas.

— Por supuesto que no. — me gruñe. — Sabes que no meto a chicas en esta deliciosa boca.

— ¡Deja de escuchar lo que pienso! — le espeto. Por si fuera poco, tiene el poder de oír lo que los demás piensan.

— bien entonces retracte. — revoleo los ojos. — Vamos Lulle, retractate.

— Bien, bien tú ganas. — levanto mis brazos al aire. — El cándido y puritano Nathaniel no coquetea con chicas.

— Solo admiro la belleza humana y sobrenatural, no hay nada malo en eso.

Nate tiene una extrañeza en los ojos, pueden parecer azulados muy a la luz del sol, y cuando lo tienes cerca y con poca luz, estos son más oscuros, casi como marrones, solo los destellos rojos en su iris resaltaban dentro.

— Solo eres un pícaro. Vives ilusionado de cada chica bonita que ves por allí. — Aunque en realidad las cosas no fueran tan así, Nate y yo somos muy parecidos en algo, además de ser una especie de nerds que compiten para sacar las mejores notas, nunca nos hemos enamorado... Oh por lo menos yo no. Hace un par de años Nate tuvo su primera novia, la horrible y chillona Deborah Siverman, alias la devoradora de hombres, no creo que haya una chica más odiosa que esa mujer. Agradecí tanto haber acabado la secundaria para ya no verla ni escucharla babear por Nate, por Dios, mi amigo era guapo, detrás de esos lentes y de ese cabello greñudo y ondulado hay un chico realmente apuesto e inteligente. Cometió el error de meterse con una de las señoritas miss popularidad, de esas que intentan ser presidentas de la escuela y bla, bla, bla... Hasta hablar de ella me pone de mal humor.




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