Tengo Ganas de Amar

Capítulo 06: Mary

Capítulo 06: Mary

Llegamos hasta la barra de licores en donde el olor a alcohol es más fuerte. Es un tanto extraño, a diferencia de otras veces de las cuales prefiero huir de todo lo que contenga alcohol, hoy me siento extasiada, dadivosa, feliz. Podría beber mucho más, y en verdad llevo más de dos botellas de whisky puro que he bebido yo sola.

Puede que comience a sentir los estragos de lo que el alcohol le hace a mi cuerpo, y se siente bien, se siente como quitarse un peso de encima, si pudieran entender lo difícil que le resulta a un vampiro embriagarse. El peso de razonar y pensar en cada paso que das se vuelve más ligero.

— Oh dios, siempre quise estar en una fiesta así. — doy palmaditas tirando del brazo de Enna, ella tiene cara de pocos amigos, siempre siendo tan amargada— Vamos. — la incito a que se divierta.

— Estas picada, has tomado mucho Mary Anne. — como si no lo supiera.

— Vamos Enna, deja de ser tan amargada, diviértete. Sé feliz.

Ella niega, poniendo los ojos en blanco. Me pregunto qué es lo que le enoja tanto, quizás haber visto a Lucille aquí, de quien me percate y ahora charla con un chico apuesto. Esto es una sorpresa, no suelo ver a Lucy con muchos hombres alrededor suyo, ella los espanta o simplemente se van antes de conocerla realmente.

— Mary, tienes que guardar compostura. Por dios, me estás haciendo avergonzar. — cubre su rostro, entonces la ridiculizo al propósito.

— Enna... — soplo sobre su cara y ella hace una mueca de asco. Río fuerte apoyándome de la mesa, pronto algo llama mi atención por el rabillo del ojo, un chico apuesto, de grandes ojos azules y cabello bien peinado. — Hey, ese chico guapo de allá lo conozco. — O creo conocerlo, hay algo en él que me resulta familiar.

— Es Nate, el mejor amigo de Lucille. — Y ahora todo cobra sentido. Enna tira de mi brazo para alejarme de la barra. —Sabes mejor vámonos, luego vienes por más bebidas.

Me niego haciendo un puchero y ella parece aburrirse de mi momento de ebriedad y decide dejarme sola. Por fin Enna suelta la correa que lleva sobre mi cuello.

Es vergonzoso y hasta un punto molesto, a veces siento que no puedo ser yo, porque Enna siempre está controlándome, como si todo lo que yo hiciera estuviera mal.

¡¿Y quién es Adrienna para decirme lo que tengo que hacer?!

Aprieto los dientes comenzando a adormecerme, o puede que solo sea un efecto secundario del alcohol que pone todas mis emociones a flor de piel. Permanezco allí sentada por no sé cuánto tiempo, doy una vista a mi alrededor, muchos de ellos me conocen y yo no pues soy mala con los nombres, algunos me saludan y respondo con cordialidad aunque ni siquiera recuerde si llevamos clases juntos o no. Volteo la silla encontrándome con un tipo de cabello corto puntiagudo.

— Hey tuuu. — Señalo al chico que sirve los tragos.

— Te sirvo algo hermosa. — Se acerca peligrosamente hacia mi cara y yo retrocedo frunciendo la nariz.

— Dame... Una botella de... Eso. — señalo lo que se encuentra sobre la repisa.

— ¿Vodka?

— Si... Eso. — asiento y mordisquea sus labios.

— Tengo algo mejor ¿quieres probar?

— No me drogo. — espeto ofendida. Y él suelta una gran carcajada.

— No es HBc, nosotros no usamos de eso. Pero si tenemos un licor solo para Criaturas sobrenaturales, con un par de vasos, basta y sobra.

Relamo mis labios resecos e intento ver cuál es la trampa, me encuentro mareada y no me permito pensar con claridad. Puedo intuir que algo no me cuadra de todo esto, más prefiero tomar el riesgo.

El chico sirve algo de un frasco negro y luego mezcla un poco de sangre, mis pupilas gustativas reaccionan ante el delicioso olor que proviene de esto. Y en cuanto me ofrece el vaso lo bebo rápido.

— No tan de prisa linda. Primero necesitas sentirlo. — bebo y cierro los ojos, me gusta sentir el ritmo de la música lo que le hace a mi cuerpo, las sensaciones que me transmiten, las mismas que causa Peter en mi pero que nunca son suficientes como para hacerme dar ese paso.

Pero quizás con esto, si lo son. Quizás ahora si tenga el valor suficiente como para entregarme a Pet. Rápidamente marco su número que se encuentra apago y opto por llamar a la oficina central, corto de inmediato, mi valentía tiembla, es demasiado débil.

Bebo un poco más, justo cuando la música se corta. Entrecierro los ojos y trato de ver qué ha sucedido. Alguien se topa conmigo haciéndome trastabillar pero sus manos sostienen mi cintura antes de caer.

— Perdón. — Veo ojos azules otra vez. Estos se agrandan cuando miran mi rostro y en cambio yo le sonrío.

— Hola. — balbuceo inclinándome hacia atrás y siento que mi cuerpo se vuelve pesado como para seguir de pie. — Uy. — uno de mis pies se dobla pero señor ojos azules, vuelve a sostenerme.

— ¿Estas bien? Vale, creo que esa una pregunta tonta... No... No creo que estés bien. — toma mis manos y siento un hormigueo nervioso en las palmas, vuelvo a sonreírle y me separo de él.

— Yo estoy bien. — asiento y su rostro empieza a verse borroso. — Demasiado bien. Hey tú, dame más de esa cosa. — le señalo, el tipo vuelve a acercarse a mí de esa manera provocadora y reclame sus labios.

— Para ti lo que quieras hermosa. — Recoge la botella y sirve otro poco de ese líquido sobre mi vaso transparente. Lo hace resbalar por la barra de vidrio y antes de poder cogerla alguien más lo toma por mí. Abro los ojos y parpadeo, observando al chico de cabello ondeado y ahora ojos oscuros sujetando el vaso con una mano.

— Te vuelves a acercar a ella imbécil, y juro por lo que más quieras que no vas a volver a caminar. — le lanza el vaso de vuelta. Y toma mi muñeca. — Vamos te sacare de aquí.

— ¡¿Qué?! — Abro y cierro los ojos para ver si estoy entendiendo bien. De pronto el chico dulce y de ojos azules ha desaparecido, y en su lugar se encuentra esta versión oscura y atrayente con grandes y profundos ojos castaños. Puede que sean dos personas distintas, o que mi embriagues me hace ver mal. — ¿Qué haces? Suelta... Me. — gruño.




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