Capítulo 18: Enna
¿Cuantas veces puedes soportar alguien el dolor? ¿Cuantas veces te pueden herir y ser capaz de levantarte... Cuantas veces?
No, la bofetada de Mary no me dolió en absoluto, hubiese preferido que se desquite conmigo, que me golpeara y empujara.
Lo que realmente me lastimó, fueron sus palabras. Y es que era cierto que a veces las palabras duelen más que los actos.
< Nunca vas a ser feliz, nunca vas a ser feliz Adrienna, porque la felicidad no se construye a base de la desgracia de los demás. Eso es lo único que tú sabes hacer, causar daño, lastimar a las personas. >
Y era cierto, nunca lo sería, hago tanto daño que nunca seré feliz. Me duele, siento que no puedo respirar y que hay un hoyo profundo en mi estómago, como un agujero negro. No tengo voz, no tengo nada más que decir ni hacer, soy un completo desastre.
Escucho el sonido de mi puerta, no estoy para nadie, ni para nada.
— Por favor, quien seas será mejor que te vayas. — grito a mis espaldas y pronto un aroma llega a mí, el mismo olor que tengo impregnado en mi cuerpo. Volteo mi rostro y me petrifico, no creo que esto sea cierto, que sea tan desafortunada. — ¿Qué haces aquí? — espeto. — Mary no está, vete.
— No vine a ver a Mary, Enna. — las palabras de Pet escuecen mi cuerpo. Sus pasos resuenan en mi cabeza con forme se acerca. — Vine a hablar contigo.
— No tenemos nada que hablar. Vete ya. — hundo mi rostro en el hueco que forman mis brazos y piernas. Me estremezco cuando siento su toque sobre mi antebrazo, necesito que se vaya que me deje sola, lo único que logra es traer las imágenes de la noche anterior.
— Adrienna mírame. — me pide y toma mi rostro para levantarlo. — por favor mírame.
Me negaba a mirarlo por esto, porque cuando sus ojos dan con los míos todas mis defensas se van abajo, es como si me viera desnuda, como si Peter viera más allá de mí. Con su pulgar limpia mis lágrimas y se sienta al lado mío.
— ¿Por qué te fuiste? — inquiere con un tono de voz suave.
¿Por qué me fui? La respuesta es tan obvia, aunque él parece no entenderla.
— ¿En serio me preguntas eso? — murmuro con un hilo de voz. — Vamos Peter, hay cosas que ya no es necesario responder.
— Pues sí... Necesito respuestas. Explícame por qué al despertar ya no estabas a mi lado.
— Pasó lo que tenía que pasar y ya. ¿No era eso lo que querías? — puedo escuchar el fuerte sonido de su corazón, como aumenta y casi puedo percibir como su sangre hierve enardecido de mis palabras.
— ¿Qué? — se pone de pie y empieza a caminar de un lado a otro. — ¿Qué quieres decir con que pasó lo que quería que pasara? ¿A qué carajos de refieres?
Trago saliva y me obligo a mí misma a ser más fuerte que esto, lo que se viene será un duro enfrentamiento que debo afrontar cueste lo que cueste.
— Sabía que entre tú y Mary no había pasado nada, es obvio que solo sentías esta clase de deseo sexual, y sucedió, lo entiendo yo...
— ¡Cállate! — brama con rabia sus ojos me ven estupefactos y tan enojados. — ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo carajos me crees capaz de verte como algo solamente sexual?! ¡¿Cómo puedes pensar eso de mí?! ¿Qué clase de enfermo me crees Adrienna?
— No he dicho eso... — me pongo de pie abrazando mis brazos.
— Pues eso es lo que entiendo.
— Digo que solo te dejaste llevar, que estando completamente en todos tus sentidos jamás hubiera pasado. — Peter da pasos alargados hasta estar frente a frente conmigo, no quiero mirarlo, tengo miedo de lo que pueda ver en mí.
— Entonces tú también, tu solo te dejaste llevar por el deseo que sentías... — No respondo, prefiero que piense lo que quiera, así es mejor. — Pues no te creo Adrienna, no intentes ser esta maldita mujer insensible, que no cree en nada ni en nadie.
— Fue un error Peter. Un error lo puede cometer cualquiera. — trago saliva con el corazón apretujado en mi mano. Peter aprieta los dientes con tanta fuerza que creo que se va a lastimar.
Asiente y da la vuelta. — Bien. Ya voy entendiendo como son las cosas.
Camina hacia la salida y el corazón se me encoge, ¿por qué soy tan cobarde?, ¿por qué no soy capaz de hacer esto por mí? Si es lo que siento, al menos debería intentarlo, más no puedo, soy tan débil que no puedo.
— Sabes Enna, jamás en mi vida te hubiera tocado o puesto un solo dedo encima si lo que sintiera por ti, no fuera algo real y si no hubiese creído que sentías lo mismo. — muerdo mis mejillas internas para soportar esto que siento, para no llorar, para que no vea como realmente me siento. — No me arrepiento de nada, quizás de no haber sido claro con Mary desde el principio, desde que sentí cosas por ti. Pero ya veo que me equivoque con respecto a ti.
Diciendo esto último se va, dejándome con una roca en la garganta que me asfixia, y que duele.
— Pet. — musito y caigo sentada en la cama. Cierro los ojos mientras cubro mi rostro, esto se siente horrible.
(****)
Sigo mirando el lienzo en blanco, van cuatro largos días en el que la inspiración sigue sin llegar a mí. Lo he intentado, he tratado de dar pinceladas que me lleven a algo, pero tengo un bloqueo mental, que no me permite hacer nada más.
Sé de qué se trata todo esto, por primera vez en toda mi vida, siento lo que es tener un corazón roto, y es asqueroso. Ni al más malvado de las personas se lo recomiendo.
Suspiro y dejo los pinceles en mi mesa, luego regreso a la ventana donde suelo pasar mis días y descanso mi frente en el vidrio helado.
La verdad, es que me siento sola. No tengo a Mary, no tengo a mi familia, no tengo a Pet, aunque en realidad, nunca lo tuve.
Este lugar se siente tan solitario, no encajo aquí.
Tocan a mi puerta y por el aroma que se percibe sé que se trata de Mirna abro la puerta con un chasquido de dedos y ella pasa. Hoy termina de recoger sus cosas, al menos con ella podía hablar de pequeñeces y no sentirme tan excluida.
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Editado: 04.07.2024