Capítulo 21: Lucille
— ¡Peter! — pego un gritito y salgo corriendo hacia mi hermano. Me cuelgo de él y este me estruja entre sus fuertes brazos, escucho los chillidos de los chukis que también vienen a nuestro encuentro y noto que la única que se ha quedado en su sitio en Enna. — No te esperaba aquí, que agradable sorpresa.
Sonrío y no puedo descifrar su rostro, parece confundido, feliz y nervioso.
— Peter se quedará en casa un tiempo. — Anuncia mamá y yo abro los ojos como platos.
— ¿Qué? — pregunto estupefacta volteándome a ver a mi hermano y él se rasca la cabeza, incómodo.
— Bueno... Si, pero...
— ¡Que bien! — Vuelvo a saltar sobre él. — No puedo creerlo, otra vez todos juntos. Y miro a Adrienna quien parece haber palidecido. — Adrienna también se quedará unas semanas aquí en casa.
Mi madre se lleva la mano al pecho y papá sonríe lleno de emoción.
— Creo que esto no sucedía desde hace muchos años. — enuncia Lucian y el corazón se me encoge.
Es verdad, Peter se fue de casa cuando cumplió los veintiún años. Han pasado siete años desde entonces y solo nos veíamos todos en reuniones familiares. Pero tener a mis hermanos juntos y que Adrienna y yo hayamos tenido la conversación más abierta en sentimientos y en palabras que en toda nuestra vida parece prácticamente un milagro. Sigo sin poder procesar todo esto, pero sé que solo serán buenas noticias para nosotros.
Después de un desayuno ameno en donde mis padres bombardean a Peter de preguntas sobre su trabajo, Enna agradece y sale rápido de la mesa. Frunzo el ceño y la sigo, notando que ya ha desaparecido, subo a mi habitación y para sorpresa mía veo a mi hermana moviéndose de un lado a otro y metiendo todas sus pocas cosas a un maletín.
— ¿Qué haces? — me acerco a ella.
— Me voy. — anuncia tajante y me estremezco.
No comprendo que sucede, pero definitivamente no quiero que se marche. — ¿Por... ¿Por qué quieres irte? — parpadeo.
— No pertenezco a esta casa. Y además ya llego su hijo querido. — sigo sin entender nada, solo puedo observarla moviéndose rápido y ocultando su rostro con su cabello suelto.
— ¿Enna que dices? ¿Esto es por Pet? ¿Te molesta que esté aquí?
— ¡No! — grita exaltada. — solo no quiero estar aquí.
— Entonces porque viniste hasta aquí, necesitabas a tu familia y aquí estamos, ¿qué diablos te pasa Adrienna?
— ¡Ya basta! — espeta. Y estoy lista para sus palabras hirientes para que contraataque y use su mecanismo de defensa, hacer menos a los demás.
— Se lo prometiste a Luke y Duke, a mis padres, me lo prometiste a mí. Dijiste que te quedarías. — trago saliva y noto que sus ojos me miran entornados, parece debatirse en lo que debe decir o no. Y termina desviando la mirada, se da la vuelta pasando los dedos por su cabellera pelirroja y se sienta en la cama.
— Lo siento.
— ¿Qué? — parpadeo varias veces seguidas sin creerme que la que está aquí sea Enna.
— No quise hablarte así, vale. Me ofusqué y... — vuelve a pasar las manos por su rostro y hunde las almohadillas de sus dedos en sus ojos.
Suspiro y camino hacia ella colocando mi cabello por detrás de mis orejas. Me siento a su lado y acarico su espalda suavemente.
— Tienes que dejar de cerrarte Enna. Somos tu familia. — musito. — Se que estar todos juntos aquí, va ayudarte mucho. — aprieto su mano y ella asiente.
Se ve tan indefensa, tan vulnerable, no es la misma Enna que todos conocemos, algo en ella se ha roto.
— ¿Puedo pedirte algo Luci? — asiento sin pensarlo dos veces. — No me dejes sola. — sus ojos vidriosos hacen que mi corazón se encoge.
— Jamás, Enna, jamás. — la abrazo.
(***)
Los primeros días teniendo a mi familia completa resultan un poco tensos, no sé cómo explicarlo, pero Peter está raro, más callado de lo que acostumbra y supongo que se trata de Mary, su relación que ha terminado hace poco. Aún no ha dicho nada, ni se los ha mencionado a mis padres, por lo que supongo que le está tomando de más tiempo.
Enna por el contrario intenta actuar con normalidad, claro que peleamos de vez en cuando, no sería mi hermana si no peleáramos, pero me sorprende y me alegra decir que nuestra discordia haya cesado, que ya no haya más palabras hirientes de su parte y no intente actuar como si me odiara siempre.
Se que Maggy y Lucian se sienten extrañados de tenernos a todos juntos, pero los conozco y se la emoción que los embarga por dentro. Suspiro mientras leo otro mensaje de Damien y no puedo evitar sonreír.
<No tan desconocido:
Me siento ofendido de que me tengas así. >
Río porque por casualidad le envié una imagen en donde salía su nombre.
<No tan desconocido:
Al menos yo te tengo como bonita. >:( >
<Lucille:
Eres un mentiroso. >
<No tan desconocido:
No me provoques. >
No he visto a Damien desde aquella salida, y es que aún no me invita a salir por segunda vez. Vuelvo a botar un poco de aire, nuestros mensajes son constantes y divertidos, aunque hay momentos en que simplemente desaparece y no sé nada sobre él, me entra este bichito por querer saber dónde está o que hace.
— Por esa sonrisa de idiota he de suponer que hablas con Damien. — El trasero de Adrienna cae sobre el puff al lado mío, tiene una sonrisa socarrona y un balde de palomitas en las manos.
— Ja-ja que graciosa. — pongo los ojos en blanco.
—Es la verdad Lucille, esa cara no la tenías ni con Brett, este chico me gusta, aunque no lo conozca. — enarca una ceja. — Por cierto ¿cuándo lo veras?
— No sé. —me encojo de hombros— No me ha dicho para vernos.
— No me ha dicho para vernos. — imita mi voz con un chillido y yo me quejo. — Vamos Lucille, no eres una niñita, en serio esperas que él te diga para verte, ¿por qué no lo haces tú?
Me remuevo en el sillón y lo pienso. ¿Estaría bien ver a Damien?
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Editado: 04.07.2024