Tengo Ganas de Amar

Capítulo 22: Enna

Capítulo 22: Enna

Me arrepiento de lo que acabo de decir, tener cinco pares de ojos mirándome espeluznados y estupefactos en mi dirección no es para nada cómodo.

— ¿Tienes novio Enna? — Ruedo mis ojos y meto una cucharada de helado a mi boca.

— Pues si papá. — Estoy segura que la nariz la debería tener inmensa.

— No es verdad. — ¡Y allí va! Otra vez Peter entrometiéndose donde no lo llaman, ¿¡Por qué diablos se inmiscuye en mi vida!? Pensé que había quedado claro que nos ignoraríamos de por vida y nos odiaríamos a muerte, al menos así era más fácil de procesar que él y yo nunca estaríamos juntos.

— Y tú qué sabes. — espeto con molestia.

— te conozco muy bien para saber que no tienes novio.

— ¡Pues se ve que no me conoces Peter! — aprieta los dientes y clava el tenedor en un pedazo de carne.

— Deja de mentir Adrienna.

— Hey chicos, ¿qué les pasa? — ambos volteamos a ver a Maggy que nos mira con confusión. — Ustedes no suelen pelear.

— Creo que Peter tiene razón, y estás tapando a Lucille... Esperen ¿A dónde fue Lucille? — Lucian mira a todos lados y debo seguir cubriendo a mi hermana, esa chiquilla me debe una buena.

— Acaso tan difícil es creer que tengo novio. —bufo.

— Si. — responden todos al unísono y eso me molesta. Los enanos se ríen de esta ridícula situación y yo solo quiero golpear a Peter por retarme, sé que está seguro de sí mismo.

—¿Y de donde es ese chico? — me pincha Peter.

—Eso no te importa. — aprieto los dientes.

— Pues a mí sí me importa. No vas a estar con cualquiera Enna. — exploto y me pongo de pie.

— Joder, papá, tengo veintitrés años, no dieciséis, puedo estar con quien se me plazca en gana y no por eso deben sorprenderse. Y para su información tampoco soy virgen ¡Y supongo que de eso si debes saber Peter!

Gruño y salgo echando chispas, corro hacia mi habitación y cierro de un portazo. Trato de tranquilizarme y ordenarme. Empiezo a dar vueltas y abro los ojos como platos.

¡Oh mierda! ¿Qué acabo de hacer? ¿Qué carajos acabo de decir?

Insinué que Peter y yo hemos... Dios...Dios, maldita boca impulsiva que lo dice todo sin pensar, soy una estúpida.

Me sujeto de la cabeza y comienzo a dar vueltas, puede que nadie lo haya interpretado de esa manera, o puede que estén interrogando a Peter sobre lo que dije, pero me vale, ya tengo mucho con soportar verlo todos estos días como para lidiar con sus constantes provocaciones.

Noto la hora y me sorprende que Lucille no haya vuelto, al parecer a mi pequeña hermana le llegó tarde la etapa de rebeldía y me parece divertido. Suspiro y me dejo caer sobre el colchón que me hace sentir como estar levitando. Creo que tengo migraña, aunque en realidad es mas dijo que un vampiro sufra de algo, pero la cabeza me da vueltas es como un martilleo molestoso en donde obviamente Peter es el martillo.

Alrededor de una hora, alguien toca a mi puerta, percibo su aroma y la dejo entrar, Lucille se escabulle en mi habitación hasta subirse a mi cama, tiene las mejillas sonrosadas y parece más feliz que nunca.

— Tu cara de tarada me hará vomitar. — abro la boca y hago un ademán de meterme el dedo.

— ¡Enna!

— Me debes una grande. — le riño acusándola.

— Lo sé, y gracias. — esboza una pequeña sonrisita. — ¿Siguieron interrogandote?

— Prácticamente le grité a papá que no era virgen y me peleé con Peter.

— ¡¿Qué?! — chilla. — ¡¿Cómo tu...

— Me hicieron enfadar.

— No imagino la cara de Lucian. — aguanta la risa hasta que no puede más y suelta una carcajada.

— Los ojos casi se le salen de la cara. — me uno a ella sosteniendo mi barriga y riendo juntas. — Pero basta de hablar de mí, odio tanta atención. Tú y el tal Damien se perdieron un buen rato eh...

El pincho y vuelve a sonrojarse, me es gracioso que Lucille actué como esta chica adorable y tímida hasta cierto punto, es un cerebrito que aún le falta mucho por conocer.

— Me raptó en su moto. — suelta con un hilito de voz. — Fuimos hasta el mirador lejos de Venecia y nos besamos.

—¡¿Quién eres?! — le chillo y ella cubre su rostro.

— Ya lo sé, él, no sé... Es tan distinto a todo lo que conozco. Siempre hay algo nuevo, siempre me sorprende, cuando pienso que ya lo conozco me sale con algo nuevo, y a la vez me gusta... La adrenalina que me hace sentir ese temblorcillo en las piernas cuando está cerca yo... Ay ya no sé qué hacer.

— Wow, te ha pegado fuerte. — digo mirándola.

— Ya lo sé, y pienso que todo va muy rápido, pero me gusta, me gusta cómo se están dando las cosas entre nosotros.

— Si no quieres ir rápido nadie te puede, ya sabes, apresurar, y mucho menos debería presionarte.

— No lo hace. Las cosas solo suceden, y ahora estoy de apunto pasar el fin de semana juntos hace que yo...

— Wuoh wuoh wuoh, recapitulemos. — acomodo mi brazo formando un triángulo y apoyando mi cabeza en la palma de mi mano.

— Quiere que salgamos, que viajemos. — entrecierro los ojos, conozco a Lucille lo suficiente como para notar su nerviosismo.

— ¿Y tú no quieres ir? — enarco una ceja.

— Si quiero, me emoción la idea.

— Pero...

— Pero... Ya sabes, significa que pasaremos la noche juntos y yo. — se remueve incomoda y casi quiero reír.

— ¿Temes acostarte con él?

— Y si solo busca eso.

— Créeme Lucille cuando un hombre busca sexo, es un poco más directo, no se toma tanto tiempo llevándote de aquí para allá. — a mi mente llega Peter, y una punzada en el pecho me recuerda cómo se dio lo de nosotros, fue aún más confuso.

— ¿Debería ir?

— Eso queda en ti. — hago una mueca. — Y ya vete a dormir, me desgasta dar consejos románticos y más a ti. — Lucille ríe y se pone de pie.

— Gracias Enna. — sonrío de lado y la veo marcharse.

Es tan raro esta faceta entre ambas, la facilidad con la que Lucille confía en mi es un poco intimidante, cualquiera puede ganarse su confianza con facilidad y por lo mismo, cualquiera puede lastimarla.




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