Tengo Ganas de Amar

Capítulo 36: Mary

Capítulo 36: Mary

Un día antes

Tocó el timbre y espero a que abran la puerta, sin embargo, en menos de dos segundos Nate aparece frente a mí, con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola.

—Hola. —musito. Él se acerca y me besa con suavidad los labios.

¡Diablos, diablos! Mi cuerpo entero se estremece y es que algo ha cambiado entre ambos... Hay algo distinto desde la noche anterior.

— Pasa. Mi madre se ha esmerado en preparar algo rico. — nos tomamos de las manos y entramos a su casa.

El delicioso olor que llega a mi hace que mi estómago ruja de ansia. Me inclino hacia el brazo de Nate y sonrío bobamente. Dios, debo dejar de actuar como una chiquilla tonta, se me ha de notar en la cabeza.

— Creo que ya está todo listo. —escucho la voz de Bee y pronto la veo colocando cubiertos sobre el comedor. Su rostro se gira hacia mí y me sonríe con gusto. —Mary, llegaste justo a tiempo, linda.

—Todo se ve delicioso Emma. — mordisqueo mi labio inferior.

—Bueno ya que mi Nate no quiso celebrar con su madre, debía hacerle al menos una cena de cumpleaños ¿no te parece? —me guiña un ojo porque ambas sabemos lo que tenemos preparado para mañana.

— Huelo un delicioso aroma, oh, pero si es Mary, ya decía yo que Bee no olía tan bien. —exclama Lorenzo haciéndonos reír.

—Tonto. —Bee le saca la lengua y escuchamos un carraspeo.

—Abuela. — Nate camina hacia la mujer que se encuentra a unos metros y sus ojos me fulminan como filosos cuchillos apuntando hacia mí.

—¿Qué hace ella aquí? —espeta tomándome por sorpresa.

—Mamá. — escucho la voz de Emma cambiando de tono a uno de advertencia.

—Lo siento, pensé que se trataba de una cena familiar. —sonríe la mujer de mala gana y me siento un poco incómoda.

—Pues Mary es de la familia. —Resalta la vampiro.

—¿Cómo? — cuestiona con asombro la mujer y Bee ríe.

—Digo, como si fuese de la familia, ya sabes, es una Hunter por lo tanto... Es familia cercana. Ahora ¿qué te parece si nos sentamos a comer y dejamos tanta charla?

Todos agradecemos su buen humor y me apresuro a sentarme, aunque no puedo negar que la señora ha aguado mi comida y ahora siento una terrible incomodidad mientras se sienta en frente.

—Disculpa a mi abuela. —susurra Nate en mi oído. —Es un poco celosa.

—No te preocupes. —le quito importancia.

Debo admitir que la comida está exquisita, me ha hecho olvidar por completo el pequeño intercambio de palabras con la abuela de Nate, además que Lorenzo y Emma son muy divertidos, haciendo bromas sobre ellos y sobre nosotros.

—Oh Bee, te acuerdas cuando Nate se hizo popo en la iglesia. —Ríe el vampiro. — Fue tan gracioso, porque yo soy ateo prácticamente fui por obligación, discúlpeme Bianca, pero jamás iría a la iglesia por propia voluntad. —Señala a la mujer. —Así que, Nate definitivamente me salvó de no morir calcinado en ese lugar.

Todos reímos y no puedo evitar ver a Nate de reojo, tan alegre, tan sencillo, tan él. Otra vez siento que pongo cara de estúpida mientras lo veo, creo que empiezo a perder la cabeza...

—¿Y qué tal estuvo el viaje? —pregunta la mujer rompiendo mi ensoñamiento con Nate.

—Pues grandioso. —responde Nate, por debajo de la mesa me da un leve apretón en la mano. —Fuimos humanos por un instante.

—¡¿Humanos?! —Emma abre los ojos como platos. —¿Cómo es...

—Bueno, Mary y yo alquilamos un bungalow en el pueblo de los deseos, realmente es mágico, puedes pedir lo que sea, aunque sólo dura 48 horas.

—¿Mary y tú? Significa que ustedes dos durmieron juntos. —la observo apretar el tenedor con más fuerza de la debida.

Trago la comida que llevo masticando en la boca y bebo un poco de agua. —No juntos, juntos. —me apresuro a decir. —Eran habitaciones separadas, camas separadas, todo separado.

Bee sonríe con picardía, quizá ya captó mi mentirilla. —Yo dije lo mismo hace taaanto tiempo. — balbucea.

— Pues la verdad yo estoy repleto. —Nate se pone de pie y me extiende la mano. —Le prometí a Mary una visita por la ciudad y yo debo...

—Nathaniel. — le advierte la mujer de mediana edad.

—Madre. —espeta Bee con amargura. —¿Puedes dejar a Nate en paz? —gruñe y la abuela guarda silencio.

Me limpio las comisuras de mi boca y me pongo de pie junto con él para salir de la estancia. Le agradezco a todos por la invitación y por lo delicioso que ha estado la cena y sigo a Nate mientras salimos de su casa.

—No le agrado mucho a tu abuela. —hago una mueca con la boca mientras caminamos hacia su camioneta.

—Lo lamento, ella es más agradable, no sé por qué tiene esa actitud contigo. —suspiro y me subo al asiento de copiloto.

Debo borrar de mi lista, caerle bien a toda su familia. Definitivamente, no soy la persona favorita de su dulce abuelita.

—¿A dónde iremos? —pregunto observando la mochila llena de cosas en los asientos traseros. Nate sonríe con picardía y acelera el auto.

—Te llevaré a ese lugar especial, del cual te conté.

Bajo el vidrio de la ventana y saco de mis brazos por allí sintiendo como el aire golpetea contra mi piel sin sentir ni frío ni calor. Entonces a mi mente llega la noche anterior, la noche en que Nate y yo pasamos juntos.

<<<Nunca imaginé que ser humano podría tener tantas ventajas, que podría envolverme el cuerpo de esta manera.

Tiemblo ante la cercanía de Nate, mi piel se eriza y siento mis mejillas ardiendo, agradezco que sea de noche y que él no pueda verme sonrojada, y tampoco pueda escuchar como mi corazón late desbocadamente.

Acaricio el rostro de Nate con suavidad, su barbilla se siente levemente rasposa, no obstante, me gusta la manera en que lo toco, en que se siente bajo la palma de mi mano. Todo es diferente a lo que alguna vez imaginé.

— Nate. —susurro sobre su boca. Él se encuentra sentado a mí lado, con las yemas de sus dedos trazando líneas imaginarias en mi brazo.




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