Tengo Ganas de Amar

Capítulo 39: Mary

Capítulo 39: Mary

Mis párpados se contraen cuando siento un fuerte brillo dándome directamente a la cara. Trato de adecuarme a la luz hasta que por fin abro los ojos.

Ya es de día, suspiro y giro mi cuerpo quedando boca arriba, observo el techo blanco y pulido sin ninguna imperfección. Me sobre siento en la cama y peino mi cabello con los dedos.

Han pasado tres días desde aquel acontecimiento por el cumpleaños de Nate. No he vuelto a casa, porque me he quedado junto a él todo el tiempo. Aunque en realidad Nathaniel haya decidido apartarse de todo el mundo.

Hoy debo volver a casa, debo volver y ver a mi padre, aún no se si estoy lista para enfrentarme a él y tener una conversación papá e hija. Creo realmente que es un asunto que en realidad no me compete, Daniel nunca fue un mal padre, nunca me negó la sensación de sentirme en casa o de tener una familia, mi padre ha sido maravilloso conmigo siempre. No obstante, es completamente entendible que Nate no quiera saber de él, que esté tan enojado y prefiera guardarle rencor.

Suspiro y camino hacia la ventana, desde aquí puedo ver el patio trasero de la casa Hunter. Entrecierro los ojos cuando diviso a Nate a lo lejos, está hablando por teléfono, por su rostro noto que está de buen humor y por ende la llamada que ha recibido no es muy grata. Trato de escuchar lo que dice, pero apenas logro oír un "Adiós" de su parte, camina de regreso a la casa.

Me apresuro en vestirme para ir al primer piso, unas simples pantuflas y un poli vestido que me llega por encima de las rodillas. Salgo de la habitación y rápidamente llego al comedor en donde mis abuelos y Nate están sentados.

El chico de cabello ondulado se le nota fastidiado, supongo que se trata de la llamada que recibió, sé que trata de ocultar su molestia mientras ingiere esos panecillos. Por otro lado, Black y Teresa sólo lo observan, no imagino lo extraño y sensible que debe ser para ellos también. Un nieto del cual no sabían su existencia.

Se cuanto amor nos brindan mis abuelos, a cada uno de ellos, son mis segundos padres, como lo digo yo y siempre están para mí, a pesar de no ser verdaderamente su nieta.

— Lo eres. —Me sobresalto y miro a Teresa. —Eres nuestra nieta, de eso no hay duda. —Sonríe con ternura. A veces olvido que ella también puede escuchar mis pensamientos.

—Lo sé abuela.

—Siéntate linda, te estábamos esperando. — indica Black.

Me coloco al lado de Nate y aprovecho en tomar su mano por debajo de la mesa.

—¿Todo bien? —susurro.

Él voltea a mirarme, por fin Nate demuestra algo más además de su enojo, hace una pequeña mueca y entrelaza sus dedos con los míos.

— Todo bien muñequita. — besa mi frente.

Todos desayunamos en un silencio un poco incómodo. Teresa hace uno que otro comentario a los cuales yo respondo con una pequeña sonrisa, me gustaría poder tener el poder de mi abuela o hasta del mismo Nate, para poder meterme en su cabeza, oír lo que piensa, saber lo que siente. Observo a mis abuelos con ternura, la forma en que Black le lleva la contraria a Teresa, y la manera en que él lo regaña, ambos se miran con tanto amor que me ablanda el corazón.

Yo quiero eso para mí, yo quiero que alguien me mire de la misma forma en que mi abuelo ve a la mía, con adoración.

Agachó la mirada hacia mí taza de avena líquida, y cuando giro para ver a Nate me sorprendo cuando lo tengo con los ojos puestos en mi persona. Siento calor subirme por el cuerpo y espero que no haya oído lo que pienso, eso sería vergonzoso.

—Mary. —susurra y parpadeo. Estoy muy avergonzada y no sé por qué, no es como si le esté ocultando algo. —Lo siento.

— ¿Por qué? —ladeo el rostro.

— Porque hayas tenido que pasar por todo esto. — de reojo observo que nadie más nos esté mirando. Es una conversación privada que me gustaría mantener entre él y yo solamente.

— Nate, no tienes que...

Mi voz queda en el aire cuando las voces llegan a nosotros. Me estremezco de pies a cabeza al mismo tiempo en que Nathaniel se pone de pie con los músculos completamente tensos y la mirada enfocada en una sola persona. Su madre.

Bee entra a la casa entre gritos y forcejeos por parte de la seguridad que la persiguen hasta el interior. En cuanto mis abuelos la ven, les piden a ellos que se retiren y la dejen sola, la apariencia de Emma podría consternar a cualquiera, los ojos rojos inyectados en sangre por lo mucho que parece haber llorado, el cabello despeinado igual que su apariencia descuidada.

Ella pasa las manos por su rostro limpiándose la humedad en sus mejillas. — Na... Nate.

—¿Qué haces aquí? — espeta él y lo tomo del brazo, siento que Nate necesita de mí, saber que tiene mi apoyo y que no está solo.

—Cariño yo.... Estuve buscándote, no tienes idea de cuanto te he buscado, estaba tan asustada no sabía a donde habías ido... Ni siquiera respondiste mis llamadas.

— No se te ocurrió que era porque no quería hablar contigo. —sus palabras son duras, hasta a mí me choca la manera tan fría en que le habla.

— Nate por favor.

—Emma creo que deberías tranquilizarte. —Habla Teresa y en un pestañeo, la vampiro se aparece delante de ellos completamente exaltada.

—¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué ocultaron a mi hijo?

— Emma no es el lugar para que hagas esto.

—Sabían lo desesperada que estaba y aun así no me dijeron nada. —levanta las manos al aire y siento a Nate completamente endurecido, rabioso, está muy enojado y verla no ayuda a que esto se disipe.

—¡Basta ya! madre. — él levanta la voz. —No tienes ningún derecho a gritarles. Yo les pedí que no te dijeran nada.

—Nate yo...

—No quiero verte. ¿No puedes entenderlo? — ella solloza y niega.

—Hijo mío por favor... — sus manos se presionan sobre el cabezal de una de las sillas. —Te pido, que no seas tan duro conmigo... Por favor.




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