CAPÍTULO 48: MARY ANNE
(***)
Veo a Nate de espaldas y a mi velocidad voy hacia él y tapo sus ojos.
— ¡Bu! adivina quién soy. — Bromeo.
— Mmm manos suaves, perfume primaveral, voz dulce. ¿Acaso eres Anne Hathaway? — ríe.
— Ja-ja muy gracioso Nathaniel. — gruño y él me sonríe. Se da la vuelta y aprieta mis cachetes para besarme.
— Pero si eres el ser más precioso que mis ojos han podido ver en este maravilloso mundo. — me da otro beso con exageración.
— ¿Todo bien? — consulto porque siento cierta calma y alegría en su voz.
— Hable con Lucille. — Agrando mis ojos con sorpresa. — Y aprobé todos mis exámenes, además de que tengo a la novia más hermosa del universo ¿esas no son razones suficientes para estar bien?
— Buen punto, en especial tener una novia hermosa. — Ambos reímos y Nate me sujeta de la mano. — Me alegra que por fin hayan hablado me desesperaba que ambos siguieran en ese plan injusto y tonto.
— Lo sé, en parte fue mi culpa, pero Lucille es un ángel, difícilmente podríamos estar tanto tiempo alejados.
— Es verdad, estoy contenta Nate. — él sonríe y acaricia mi mejilla.
— ¿a dónde quieres ir?
— Uh se me antoja unos helados. — Lamo mis labios, él ríe y asiente.
— Vamos, sé a dónde quieres ir.
Nos subimos a su auto, y nos dirigimos hacia la autopista. El clima está grisáceo corre un poco de aire que revolotea mi cabello, pero me gusta, y me agrada esa sensación. Nate pone algo de música y ambos tarareamos, es gracioso y me encanta la conexión que compartimos, las risas, la alegría. Todo con Nate siempre es más sencillo.
Me alivia tanto que las cosas estén poniéndose en orden, cuando me enteré que Nate había hablado con mi padre el corazón me dio un vuelco, no sabía cómo describir ese momento, papá estaba tan feliz era lo que más deseaba, y de lo único que hablo toda la semana, desde ese momento sé que ha habido un gran avance entre ambos, Nate ha estado viniendo a casa los fines de semana y aunque mi padre no siempre está, las veces que se han encontrado hablan, sé que intentan acercarse y aunque todavía es difícil, para ambos es un gran avance.
— ¿No quieres venir a casa? — me pregunta Nate.
— A casa de tu madre.
— Si, mamá insiste en que deberías venir a cenar. — sonrío y asiento.
— Bien, podría ir esta noche.
— Vale. Le avisaré para que prepare todo seguro hará un banquete. — me rio porque me la imagino, alistando todo a súper velocidad vampírica. — ¿Viste lo que le compre a Nena?
Enarco una ceja y observo las lindas prendas para la cachorra de Nate. — Aww Mira este vestidito. — chillo con voz aguda y él ríe. — Amo su collar rosa. Estoy segura que será la envidia de todos.
— Seguro que sí. — La cachorra de Nate es tan dulce como tierna, es de color caramelo, tiene muchas arrugas y un gran hociquito que me gusta apretujar cuando la veo. Aún recuerdo cuando le hice una escena de celos a Nate creyendo que me engañaba con una chica a la cual le decía "Nena", por suerte Nate me aclaré todo y supimos sobrellevar el malentendido.
— Si y te veías preciosa con los cachetes enojados por tus celos hacia Nena.
— Cállate bobo. — cubro mi rostro porque ese momento fue realmente vergonzoso, el ríe fuerte.
Pero si, solo a mí se ocurre hacerme toda una historia descabellada sin saber que se trataba de un perro.
Pero bueno hay cosas que a una tienden a volver desconfiada, Nate me ha demostrado que no tengo porque dudar de él y trabajo en ello para que así sea.
Le doy un vistazo a mi teléfono y lo guardo al percatarme que aún no he recibido el mensaje que estoy esperando. De reojo miro que Nate esté concentrado en cualquier otra cosa y bloqueo mis pensamientos para que no se le ocurra escucharlos.
Odio ocultarle cosas. Pero es necesario hacerlo, al menos por ahora.
Media hora después hemos pasado por nuestra heladería favorita y ahora disfrutamos de un rico helado sentados sobre el capot de su camioneta observando el paisaje de la ciudad, no hay un hermoso atardecer, sin embargo, me gusta este clima, es frío, el viento suele golpear muy fuerte revoloteando mi cabello, pero a la vez me hace sentir fresca.
— Mary. — Volteo a mirar a Nate con curiosidad y le doy otro lamido a mi helado, él sonríe. — Sabes lo perturbador que es verte comer ese helado.
— ¡Nate! — exclamo y él ríe fuerte.
— Lo siento. Es que tu carita preciosa, y tan dulce. Amo la inocencia que desbordas.
Bueno y ni tan inocente.
— No creas que soy tan dulce, Hunter. — lo señalo.
Entonces no sé porque siento que he cometido una incidencia, aun no sé si es válido jugar con esas cosas... titubeó por lo estúpida que me siento en estos momentos.
— Hey. ¿No pienses tonterías sí? — me atrae hacia sí, dándole un mordiscón a mi helado.
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Editado: 04.07.2024