CAPÍTULO 49: LUCILLE
(***)
Rezar, a veces me pregunto ¿por qué siempre nos acordamos de dios en las peores situaciones?, es extraño. Mucha gente, la mayor parte del tiempo, ni siquiera recuerda a dios, y mucho menos creen en él, no obstante, cuando la vida de alguien depende de un hilo, o un incluso cuando tu propia vida está en peligro, es a dios a quien recurres, y no sé si se trata del dios todo poderoso que hablan en la biblia o simplemente se trata de un ser poderoso, más allá de todo lo que conocemos, si está mirándote, si escucha tus ruegos pero está juzgándote, saber si eres merecedor de un poco de su bondad y misericordia.
He pasado los últimos cinco días invocando a ese dios, rezando por qué la vida de mi hermano no se desvanezca, porque no se lo lleve, el miedo a perderlo carcomía el alma entera de mi familia y era terrible, una agonía inmensa con cada segundo que pasaba.
De pronto, algo pareció iluminarse, era un milagro me dije a mi misma, un milagro que solo algo todo poderoso pudo haber causado. Y le agradecí al cielo, y a quien sea que haya escuchado mis ruegos.
Cuando el médico se acercó y nos dijo que Peter estaba estable y se iba a recuperar, fue como si el alma regresara a nuestros cuerpos, como si la horrible estaca en nuestro pecho saliera y nos liberara.
Estuve sumida en la preocupación y tristeza por el miedo de perder a mi hermano, pero ahora mi mente puede pensar con más claridad, y entender que aquel milagro al parecer tiene nombre y apellido y es Ryan Coleman.
Aún no logro comprender que tienen que ver los Coleman en todo esto, sin embargo, cuando llegaron pude ver un atisbo de esperanza en mis padres y después de eso la recuperación de Peter fue favorable. Entonces pienso... Y pienso... Y solo se me ocurren posibilidades que tienen que estar muy ligadas al linaje de los Coleman, pero nadie dice nada, todos guardan silencio compartiendo la dichosa alegría de saber que mi hermano está vivo.
— Bonita. — volteo mi rostro cuando Damien se acerca para dejarme una taza de café, le sonrío sutilmente mientras él se sienta a mi lado y decido recostar mi cabeza en su hombro.
— Aún... Aún no puedo creerlo. — musito.
— Te dije que tuvieras fe. — comenta. Frunzo el ceño y lo miro por unos segundos.
— Es extraño que seas católico. Él se encoge de hombros.
— No creo que la fe se trate solo de una religión. Creo que la fe es necesaria para la vida, ten fe en que lograrás lo que te propones, tuviste fe en que tu hermano saldría de esto ¿lo ves?
— creí...— se me quiebra la voz. — creí que él...— ni siquiera puedo pronunciarlo. Unas pequeñas lágrimas escapan de mis ojos.
— Tranquila bonita. Todo estará bien. — asiento y me dejo abrazar por él.
Desde el accidente de Peter todo ha sido horrible, la desesperación al enterarnos lo que le había pasado, fue un golpe muy fuerte para mi familia, para todos, y por primera vez vi a mi hermana quebrarse, por un momento quise acercarme a ella decirle que debíamos ser fuertes, que yo sabía como que se sentía en estos momentos, pero entonces recordé lo que pasaba y comprendí que quizá Enna estaba sufriendo el doble. Ella lo amaba, no de la manera en que yo siento amor hacia él, el amor intenso en sus ojos, en sus lágrimas y la manera tan destruida que lucía.
Me atrevería incluso a decir que no ha abandonado la clínica desde que trajeron a Peter, me hubiese querido quedar con ella, pero en casa sucedía otro desastre.
La noche que todos pasamos en el hospital al parecer alguien entro a la mansión y robo unos archivos importantes de mi padre, nadie sabe con exactitud qué fue lo que sucedió, pero fue terriblemente angustiante, mi hogar no es un fuerte de seguridad, pero tenemos los suficientes guardaespaldas y jefes de seguridad que cuidan y resguardan la casa, más aún cuando mis pequeños hermanos estuvieron allí aquella noche. Todo parece ir de mal a peor, y eso no me deja descansar tranquila, la seguridad se ha triplicado y papá y el tío Daniel se han estado reuniendo más seguido, para averiguar qué ha sucedido.
Han sido días terribles, pero la recuperación de a Peter nos ha dado esperanza.
— Hey. — Damien toma mi quijada con delicadeza. — ya debo irme, debo acompañar a Dana para su prueba de vestido.
— Lamento no poder acompañarte.
— Oye, jamás te pediría que lo hicieras sabiendo cómo estás. — aprieta mi mano. Observo sus bonitos ojos oscuros, su cabello revoloteado y sus labios, tan provocativos como tentadores, me acerco a él para besarlo, con los ojos cerrados, apegando mi boca a la suya, solo es un beso de agradecimiento, por haber estado a mi lado estos días, por ser mi compañero.
— Dile a Dana que el sábado estaré con ella ¿sí? — recalco recordando que su fiesta de cumpleaños será el fin de semana.
— Bien, pero igual ella ya está al tanto. — Él me da otro beso de despedida y se marcha.
Minutos después en los que mis piernas no pueden dejar de temblar y mi cabeza no deja de pensar en todo lo que viene sucediendo, veo al cirujano de mi hermano acercándose hacia nosotras. Me pongo rápidamente de pie y Enna se acerca a mí en un pestañeo.
— Está despierto, ya pueden pasar a verlo. — la bilis que tenía en la garganta regresa a su lugar, siento una gran liberación en el cuerpo, a mi lado puedo ver a Adrienna, ella solo se queda mirando al cirujano, sus labios temblorosos y sus ojos brillosos, la escucho sollozar y cubrirse con su brazo.
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Editado: 04.07.2024