Tengo Ganas de Amar

Capítulo 46: Enna

Capítulo 46: Enna

(***)

Salgo del edificio terminando de acomodar mi bufanda. Mientras tanto le escribo un mensaje a Mirna que estaré llegando en 30 minutos hasta su departamento.

Cuando por fin me subo al taxi me doy el tiempo de revisar bien mi móvil. Maldigo por lo bajo ante las incesantes llamadas de mi madre, junto con los múltiples mensajes que ha dejado. Como de costumbre, elimino todo sin leerlo. Solo se está volviendo una jodida molestia en mi vida y no quiero continuar.

Mi madre se ha vuelto ese ser que no me deja en paz, ni cuando estoy despierta, ni cuando estoy dormida. En mí, yace el latente miedo de que pueda cumplir con la amenaza que me hizo alguna vez. Quizá por eso se me hace tan difícil despegarme de Peter, más aún cada vez que él se marcha de casa, siento una horrible opresión en mi pecho, que asfixia mis pulmones con el temor de que algo malo suceda.

Por fin llego hasta el edificio que se encuentra a unas cuadras antes de la universidad. Es un hermoso hotel. Mirna ha venido solo por un par de semanas luego regresará a Suecia que es donde está instalada, contribuyendo a una organización privada de criaturas sobrenaturales. Me apresuro a hacer las cosas rápido. No tomo el ascensor puesto las escaleras resultan más fáciles a un vampiro con súper velocidad.

Antes de que mis nudillos puedan tocar la puerta de vidrio, esta se abre ante mí y una gran sonrisa aparece en el rostro de la bella vampiro.

—Pero mírate. — esboza una gran sonrisa. — Te ves radiante.

—También me da gusto verte Mirna. — le doy un corto abrazo y entro a su habitación.

Es tan grande como el tamaño del departamento en el que Peter y yo vivimos.

—Se te antoja algo de beber ¿Vino? ¿champagne? ¿sangre?

—sangre no estaría mal, con unas gotitas de vino. — ella ríe y asiente.

— me gusta que no aparentes lo que sientes. Siempre me ha gustado esa franqueza tuya, Adrienna, eres fuego.

—Gracias, me lo han dicho a menudo por mi cabello rojizo. — respondo con ironía.

—Bueno fuese que yo hablara de tu cabello. En cambio, es tu actitud la que quema.

Le agradezco con una mirada amistosa y me siento sobre un bonito sofá de terciopelo. Hablamos un poco, acerca de cómo le ha ido, dice que es gratificante la vida en Suecia, sé de buena fuente que casi el 80% de su población es sobrenatural, y el 20% resultan ser híbridos, lo cual es casi lo mismo.

—Bueno antes de que comencemos con nuestras prácticas, te he traído un obsequio.

— A que te...— con un chasquido de dedos las puertas de una habitación se abren y me sobresalto cuando veo a dos hombres, muy apuestos, grandes, de tez oscura y atrayente, completamente humanos, lo puedo sentir por el olor que emanan. —No-me-jodas.

—¿Te gustan? — sonríe con picardía. —Son donantes, los acompañantes perfectos para esta velada, podrás beber dos litros de cada uno de ellos, para ti sola.

La boca podría caerse hasta mis pies, y debo admitir que la oferta es gratificantemente tentadora, estoy algo shockeada porque no esperaba esto en lo absoluto.

—Eh Mirna.

—Elige el que tú quieras con total confianza. No sabía cuál era tu tipo por lo que me di la licencia de buscar gustos diferentes.

—No yo...

—Creo que el moreno tiene los ojos puesto en ti. — observo al humano que tiene una mirada de "si no me comes tú, te comeré yo". Y bueno definitivamente si otro fuera el caso estaría extasiada por el excelente aperitivo, el sexo y la comida van bien para una velada, más eso está de más hoy en día.

—No lo necesito. — respondo antes de que se le ocurra lanzarme a uno de ellos. — Ya cené en casa... junto a mi novio.

Mirna agranda los ojos y aplaude en el aire, los dos muchachos regresan a la habitación de dónde venían.

—¿Novio? — Ella agranda los ojos. —Lo siento, no tenía idea. — ríe. —Eso suena interesante, la mujer indomable cayendo en las garras de un apuesto hombre. ¿De dónde es? ¿Es de algún linaje o algún clan?

Tuerzo la boca, porque no era precisamente de Pet de quien quería hablar.

—Preferiría seguir con las lecciones.

—En algún momento haré que aflojes la lengua, ya lo verás. — ríe.

Después de una corta plática de persuasión, Mirna me muestra su armario, de allí saca 4 platos bañados en plata, que los lleva hacia la mesa mientras levitan en el aire. Camina hacia mí y las coloca sobre una mesa de vidrio.

En uno de los recipientes hay tierra, en el otro unas gotas de agua, también veo polvo que parece cenizas, y en el último no hay nada. Frunzo el ceño porque las clases que ella ofrece empiezan a ponerse extrañamente interesantes.

— Antes de continuar necesito que me prometas algo Adrienna. — hago una mueca porque sospecho a donde va esto.

— No pienso volver Mirna.

— Te elegí como mi sucesora Adrienna. Nadie mejor que tú podrá hacerlo. He visto el desastre que son las chicas ahora que no estoy y tú tampoco.

—Lo siento, pero... yo no sirvo para estar en un clan, ser la líder de un grupo de mujeres que buscan a alguien que las guíe.

—Al menos podrías... prometer que lo pensarás. — junto mis labios y hago un pequeño asentamiento con la cabeza. —Bien, sin más preámbulos, comencemos con las lecciones... Entonces sé que sabes mover cosas. Levantarlas sin la necesidad de moverte o tocarte. — rodea la mesa colocando todo en su lugar.— Ese es un buen truco de magia. Estoy segura que puedes abrir y cerrar esa puerta, como también puedes llevar la copa de vino a la otra sala.

—¿A qué quieres llegar?

—A que son solo trucos Enna. — contesta enarcando una ceja. —Trucos que cualquier vampiro, podría hacer. Pero lo tuyo no es cualquier truco, no es solo telequinesis, lo que tú tienes es un poder que va mucho más allá. — se acerca hasta mí y con su índice señala mi cabeza.—que no sólo está aquí, si no también aquí.— señala mi corazón.




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