Tengo Ganas de Amar

Capítulo 57: Mary

CAPÍTULO 57: MARY ANNE

(***)

Un horrible ruido tintinea en mi cabeza, se siente ensordecedor tanto que hace que mis ojos se abran inmediatamente, parpadeo porque mis ojos ven todo nublado y me cuesta orientarme por la poca luz qué hay a los alrededores.

No comprendo que sucede, realmente estoy desorientada y confundida, por lo que intento que mi mente haga memoria de lo sucedido. Las imágenes llegan de a poco y luego como flashes que me golpean el cerebro, trato de ponerme de pie, pero gimo cuando veo mis tobillos amarrados a unas esposas de plata, grito de dolor cuando el metal quema mi piel.

— ¡Ah!. — trato de ver hacia alrededor, esto parece un calabozo, al menos a eso huele, aunque en realidad no logro ver mucho más que la poca luz que cae desde una de las rendijas, a unos metros veo otras celdas, y escucho que el ruido proviene desde los pisos de arriba, puedo sentir que hay dos o tres seres más metidos en entre las celdas sin embargo no logro verlos, ni saber que son.

—¡Hola! — grito. — ¡Holaaaa! ¿hay alguien allí? Necesito hablar con su líder. — espeto.

Aprieto los dientes e intento moverme, pero es imposible. Maldita sea, sabía que no debía confiar tanto, ¿en qué momento se me pasó por la cabeza que sería bien recibida en una guarida de cazadores?

Maldigo para mis adentros por lo tonta que me siento, recuerdo mi teléfono y busco rápidamente en mi cuerpo, por supuesto ya no está conmigo.

— No, no, no. — grito exaltada al darme cuenta que lo perdí. Seguramente me lo quitaron cuando me desmayaron.

Las imágenes de todos los posibles escenarios pasan por mi cabeza. Veo a Nate buscándome con desesperación y a papá igual de preocupado a punto de perder los papeles. Cierro los ojos y aprieto las manos.

Oigo pasos acercándose y de inmediato me pongo en alerta. Luego la puerta metálica se abre y veo a la mujer rubia venir hacia mí. Juro que podría golpearla si estuviera desatada.

— Qué bueno que ya despertaste.

— Suéltame. — vocifero. — Vine a hacer una tregua contigo, no a que me tuvieras de prisionera. — la rubia sonríe y se acerca más hacia las barandas.

— Tranquila, solo es algo momentáneo, no eres una prisionera... digamos que solo una invitada. No sabía lo que harías y no podía dejarte ir, lamento lo brusca que fui contigo. — hace un puchero y noto en su voz el sarcasmo saliendo como veneno. — Aun no han podido descifrar el disco que nos entregaste, está encriptado, en cuanto tengamos toda la información podrás irte.

Se aleja y camina hacia la puerta, quiero decirle algo, pero la verdad comienzo a sentirme débil, no he bebido y el cansancio empieza a apoderar de mi cuerpo.

— Puedes... puedes darme algo de sangre mixta. Tengo mucha sed. — balbuceo.

La mujer voltea a verme con indignación, hace una mueca de asco.

— ¿En serio? ¿Crees que un cazador tendría sangre para un vampiro? — dice con ironía, espeta y yo cierro los ojos apoyando mi espalda contra la pared de ladrillos. — Aguántate un poco... por cierto, estuvieron llamando a tu móvil, lo destruí porque podrían rastrearte.

Maldigo para mis adentros, seguramente fue Enna, estoy segura que si no ha sabido nada de mi hasta ahora le contará todo a mi padre. El ardor en mi estómago incrementa. Y solo me abrazo a mí misma deseando que esto pase, me arrullo contando en mi cabeza los números repetidas veces hasta que el cansancio y el dolor me ganan y siento que vuelvo a desvanecerme.

<< Algo es diferente, me digo mirando hacia alrededor, este momento se me hace terriblemente familiar, pero a la vez no comprendo que sucede.

De pronto el canto de una niña llama mi atención y volteo el rostro hacia mi derecha, la melodiosa voz de la niña a unos metros, llama mi atención, me acerco de manera sutil y callada para no interrumpirla pero al parecer ya me ha oído, ella inmediatamente se gira a verme y me sobresalto.

— Hola. — me dice la niña.

— Hola — le respondo y cuando bajo a ver mis manos me doy con la sorpresa de que yo también soy una pequeña niña... probable debo tener 6 años, y este lugar familiar resulta ser nada más ni nada menos que el orfanato donde me crié.

— ¿En qué piensas? — Ella me observa con curiosidad y me permito mirarla, ojos grandes y cafés, cabello ondulado que apenas le llega a los hombros, y a pesar de lo bonita que es su rostro parece estar bañado de una sombra de tristeza y dolor reflejado en la oscuridad de sus ojeras y delgadez.

— En que esto es un sueño... creo. — susurro más para mí que para ella.

— No lo es. — Ella me sonríe y luego voltea su rostro. — Quizá después entenderás.

—¿Entender qué? — pestañeo y me acerco aún más a ella.

— Tu propósito y el mío Mary.

— ¿Como sabes mi nombre? — frunzo el ceño pues no tiene sentido que me llame Mary si aún no he sido adoptada por Daniel.

— Porque puedo ver el futuro... puedo saber que va a pasar. — responde con la mirada perdida en alguna parte.

Comienzo a sentir dolor en la sien y todo empieza a volverse tembloroso y borroso.

— ¡Ah! ... Espera aún no te vayas

— Ya es tiempo de partir— musita. — cuida de mamá y papá. — intento ponerme de pie, pero comienzo a perder el control y por último la imagen de aquella pequeña se va perdiendo.>>>

Grito como si sintiera un profundo pesar y abro los ojos. No sé cuánto tiempo ha transcurrido, solo sé que me quedé dormida de tanto dolor que sentía en el estómago, ojalá hubiera desaparecido, en cambio ha incrementado y comienza a abarcar todo mi cuerpo.

Me abrazo a mí misma e intento hacer el esfuerzo por moverme, pero la plata vuelve a quemar mi piel. Quiero llorar, realmente quiero romper en llanto como una niña pequeña, han pasado tantas cosas que aún no sé cómo sigo de pie, y es que todo esto me sobrepasa, extraño mi vida... extraño la tranquilidad que sentía antes de saber la verdad... antes de que todo se volviera oscuro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.