CAPÍTULO 59: LUCILLE
(***)
Cierro y abro los ojos una y otra vez porque el maldito dolor de cabeza es insoportable. Mis ojos están casados y encima creo que voy a resfriarme porque empiezo a sentir la nariz tupida.
Me acerco a mamá y le doy un beso en la cien, me gustaría seguir con ella acompañándola, pero realmente estoy agotada mentalmente.
— Voy a tratar de descansar mami. — Ella me acaricia la cabeza y asiente.
— Ve Luci. Duerme todo lo que puedas te prometo que si tenemos noticias iré a despertarte.
Le agradezco y procedo a despedirme de ella y de la tía Bee. Ella ha sido de tanto apoyo, no sé si es porque se trata de la novia de su hijo, o porque es la hija de su gran amor... en cualquiera de los dos casos es evidente que la tía Bee quiere a Mary como si fuese su propia hija.
Subo las escaleras sin muchas ganas y cuando llego a mi cuarto me tiro sobre la cama, la pereza es tanta que ni siquiera soy capaz de destender mi edredón.
Ruego desde lo más profundo de mi corazón que esta, no sea una noche larga, que pronto lleguen buenas noticias y podamos estar todos juntos otra vez.
Escucho mi móvil sonar y voy tras él, frunzo el ceño porque no es un número que conozca.
— ¿Hola?
— Hola. — me pilla por sorpresa escuchar la voz de Damien, y más que sea a esta hora.
— ¿Damien?... que pasa con tu móvil? — cuestiono levemente confundida por su llamada extraña.
— Se me acabo la batería y no estoy en casa... veámonos. — El corazón se me acelera cada vez que lo escucho.
— Muero por verte, pero con todo lo de la desaparición de Mary. Las cosas andan muy movidas y...
— Estoy afuera de tu casa. — responde antes de que termine de decir algo.
— ¿afuera? Pero pensé que habíamos quedado en que vendrías mañana.
— ¿Puedes salir? — pregunta ignorando todo lo que le digo.
Gruño para mis adentros porque parece no entender lo que le digo.
— Damien... yo también muero por verte, pero...
— No me siento... bien... — lo escucho toser y eso me pone en alerta. Entonces recuerdo la última vez qué pasó algo similar, había venido de una pelea y estaba ensangrentado y tan adolorido.
— Por favor ... yo
— Damien me estás asustado.
— Ven aquí por favor.
— Bien iré, dame un par de minutos, pero no tengo mucho tiempo ¿está bien? — trato de buscar una solución.
— Te espero.
— Bien, te quiero. — Le digo rápidamente, pero él corta, aquello me entristece y me quedo solo mirando el móvil.
Me apresuro a ponerme de pie e intentar buscar algo con que camuflarme en la noche, aunque realmente cada vez me cuesta más salirme de casa sin dejar rastro, la última vez casi me pillan y hoy en día hay más seguridad que antes. Me coloco una capucha y salgo de mi habitación chocándome con mi hermana.
— Enna. — doy un paso hacia atrás y ella frunce el ceño.
— ¿todo bien? — enarca una ceja en actitud de que sospecha algo.
— Si — decido ser sincera con ella y le cuento todo. — pasa que recibí una llamada de Damien, nos íbamos a ver más temprano, pero con lo de Mary ya no pudimos y ahora... Quiere que nos veamos, pero lo oí muy extraño y me preocupa.
— Pero es muy tarde Lucille. Porque no le dices que venga.
— No quiero llamar la atención, será rápido. Por favor ¿puedes cubrirme? — Noto la duda en sus ojos y entiendo que puede deberse a lo sucedido con Mary — Hey... sé que no han sido días buenos, para nadie, pero somos hermanas Enna, siempre estaremos la una para la otra, aunque tú lo niegues— me acerco a ella estrujando sus manos, ojalá siempre pudiéramos estar así de cerca sin que Enna huya ante cualquier acercamiento mío.— Te quiero por sobre todas las cosas Enna, así seas una gruñona, malhumorada y fastidiosa con el mundo, eres mi hermana.
Termino de decir y entonces pasa algo inesperado, en un pestañeo, siento como ella me atrae hacia su cuerpo para fundirnos en un fuerte abrazo, cierro los ojos y acaricio su cabello pelirrojo, suave y sedoso como siempre suele tenerlo.
— Bien, ve con cuidado sí. Papá no quería que saliéramos de la casa y hay más guardias de seguridad alrededor.
— Si, lo sé, pero Damien estará esperándome afuera a varios metros, trataré de no llamar la atención, no te preocupes.
— Bien. — ella asiente y yo me apresuro a salir.
Todos están distribuidos por toda la casa, aunque ensimismados en ellos mismos por todos los problemas que ha habido, trato de ir por el patio trasero en donde sé que no llegan los guardias pero que a la vez colinda con la habitación de servicio, allí hay una puerta trasera que da hacia un portón enrejado, que trepándolo me pueden llevar hacia la calle principal.
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Editado: 04.07.2024