Tengo Ganas de Amar

Capítulo 60: Lucille

CAPÍTULO 60: LUCILLE

(***)

El sonido de la alarma me atosiga los oídos, de mala gana saco una mano por debajo de la cobija y la apago. No tengo ganas de levantarme, sinceramente no tengo ganas de absolutamente nada, pero de malas o buenas, debo ir a clases.

Actúo en automático, me cepillo los dientes, me baño, me cambio y bajo a desayunar. Escucho a mamá renegando con mis hermanos porque deben llevarlos a la escuela, ellos también son terribles cuando se trata de obedecer.

Bajo las escaleras y la encuentro alistando un maletín con varias cosas para la salida.

— Hola cariño. ¿Ya te sientes mejor? — me dice mamá con una sonrisa neutra. Intento regresarle el gesto de cariño y beso su mejilla.

— Si, debo ir a la escuela. Nate prometió venir por mí.

— Eso me tranquiliza, sinceramente con todo lo que ha pasado no me gustaría que se expongan. — suspiro y trato de entender su preocupación. — Tu padre hablará con Adrienna, quiere que regrese a casa y la verdad estoy de acuerdo, es más seguro tenerlas aquí.

— No creo que Enna quiera regresar. Ya sabes que a ella le gusta su libertad e independencia. — me encojo de hombros.

— Lo sé Luci, pero no se trata de eso, se trata de su seguridad y de la situación que está viviendo la familia.

— Situación que claramente aún no quieren ponernos al tanto. — recalco con molestia y mamá hace una mueca de incomodidad.

— Sabes que no es fácil Lucille. No se trata solo de no querer decirte las cosas, sino de protegerlos, sea lo que este atentando con nuestra familia, solo queremos cuidarlos. — se acerca a mí y toma mis manos. — Ten paciencia por favor, prometo que pronto sabrán todo.

Paciencia... realmente es tan difícil tener paciencia en estos momentos.

Me despido de mamá y salgo de la casa, uno de los guardias me sigue el camino y lo fulmino con la mirada, ¿como si me fuera a pasar algo dentro?

Logro ver la camioneta de Nate, y me apresuro a subir.

— Hola musaraña. — saluda.

— Hola.

Me acomodo el cinturón y me hundo en el asiento, coloco alguna canción para suavizar el ambiente, no pronuncio ninguna palabra más.

— ¿Qué tal Nate? ¿cómo has estado? Oh yo muy bien, gracias por preguntar y preocuparte por mí eso hace una buena amiga. — critica sarcástico. — Joder el aura que emanas da miedo.

— Lo siento Nate, solo no estoy de ánimos ¿sí?, ¿cómo has estado? — pregunto.

— Pues bien, al menos lo intento... No como otros. — me lanza una indirecta y revoleo los ojos. —  Mira toda esta jodida situación nos ha afectado a todos, lo sé. Pero al menos debemos agradecer que tenemos unos pocos días de paz y de tranquilidad.

Suspira, lo entiendo, con toda la noticia de mi tío Daniel, la desaparición de Mary, las idas y vueltas. Nate tampoco ha tenido unos buenos días.

— ¿Cómo está Mary?

— Bien, ahora en casa de sus padres, pasando los días con Nina.

— Es lógico que quieran estar con ella. — digo observándolo, y hace una mueca.

— Se qué hay algo más detrás de todo eso Lucille. Lo que me tiene realmente preocupado pero he decidido confiar en ella y en lo que sea que este planeando.

— ¿y tú estás bien con todo esto?

— Pues claro que no, sinceramente los Hunter siempre tienen algún secreto guardado y me molesta demasiado que Mary esté metida en todo esto, pero... debo confiar en ella, prometió mantenerme al tanto así que intento ser razonable.

— Te recuerdo que también eres un Hunter, Nate. — mi amigo me lanza dardos con la mirada, y sé que no quiere tocar el tema, aún lo procesa.

Seguimos avanzando cuando noto que Nate toma una postura extraña.

— Luci, mira por el espejo de tu lado y dime si notas una camioneta azul con placa ACC-4I3.

Frunzo el ceño y hago mi cabeza de lado para mirar por el espejo, entonces noto que varios metros de distancia detrás de nosotros, hay una camioneta, va en la misma dirección nuestra.

— Si... ¿Qué pasa?

— Voy a desviarme, creo que nos está siguiendo.

Trago saliva y mis manos sujetan el cinturón de seguridad mientras Nate toma la primera curva, noto que comienza a acelerar al igual que la camioneta sigue viniendo tras de nosotros.

— Nate... sigue viniendo. ¿Crees que quiera hacernos daño?

— No lo sé, probablemente si fuera así hubiera acelerado e intentado chocarnos, pero sigue manteniendo su distancia. — los nervios se me disparan e intento mantener el control. — Voy a acelerar y lo atraparé en el primer semáforo.

— ¿Y si quieren hacerte daño Nate? O si quieren hacernos algo. — el miedo se apodera de mi cuerpo.

— Tranquila musaraña, no dejaré que nada te pase.

A continuación, Nathaniel procede a hacer lo que dice, atrapa un semáforo y luego se estaciona a varios metros, el auto tiene lunas polarizadas por lo que se me complica ver quién maneja, de pronto se detiene en el semáforo en rojo y es cuando Nate aprovecha en bajarse del auto y transportarse a su velocidad hacia él.




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