Tensión Textual

14. Pintando el caos

Narrado por Holly

 

Christine se sumerge en su tarea con la confianza de una artista consumada con la experiencia suficiente que no pongo en duda que tiene en esto, yo soy un completo desastre, el delineador de ojos ya me hace llorar y cierro los párpados con la pinza arqueadora.

Selecciona cuidadosamente productos de su completísimo arsenal, explicando cada elección como si estuviera compartiendo secretos de belleza de alto nivel.

–Vamos a empezar con una base ligera para darle a tu piel ese aspecto radiante que ya tienes, pero esto lo realza–comenta mientras aplica suavemente la base. La sensación fresca y ligera es relajante, me hace olvidar momentáneamente el torbellino de emociones y situaciones extrañas. Así que la magia del maquillaje es que resulta un poco relajante el cuidado en la piel, yo creía que era más bien una suerte de tortura medieval.

Separo los labios por error y me entra un poco a la boca, pero lo ignoro y Chris se rie al tiempo que me brinda una servilleta.

Sigue con los polvos translúcidos para me explica, son para sellar la base, creando una sensación aterciopelada en mi piel.

–Esto asegurará que tu maquillaje se mantenga impecable toda la noche–explica, como si estuviéramos en un exclusivo salón de belleza.

–Por todos los cielos, es auténtica piel de bebé–me miro consternada al espejo–. ¿Cómo haré para no dejar la almohada como si fuese el cuadro de un pintor?

–Con crema desmaquillante que te dejaré, bebita. Y ahora, el toque final–anuncia, sosteniendo un labial que parece sacado de un sueño de glamour. La sensación suave y lujosa del lápiz labial completa el look para luego marcarlo con un lápiz.

En cuanto me miro en el espejo, me encuentro con una versión de mí misma que no reconozco.

–Magnífico–dice Christine, admirando su obra con una sonrisa satisfecha–. Solo deja de llorar que por muy bueno que sea el delineador de ojos, no quiero poner a prueba su calidad.

En efecto me quedo mirando al detalle la imagen al tiempo que procede a alisarme el cabello y le pregunto:

–¿Y si mejor me ofreces un corrector que borre las meteduras de pata? Lo llamaremos 'Borrador de Bochornos'–sugiero con una sonrisa traviesa que de seguro tiene mucho que ver con los últimos sucesos en la empresa.

–Y por supuesto que también te puedo ofrecer una buena 'Máscara Antiestrés'–me sigue el juego–para cuando sientes que vas a explotar en medio del caos que desata Cooper y todos los demás entramos ahí para corregirle–sugiere Christine, haciendo una mímica exagerada de una máscara que borra las tensiones.

Con el maquillaje completo y nuestras risas dando un toque mágico al ambiente, Christine se lanza a la siguiente misión: encontrar algo perfecto para vestirme. Misión imposible claramente, porque dudo mucho que consiga dar con algo decente para esta noche. Con una determinación que asusta un poco, comienza a revisar mi armario como si estuviera sumergida hasta la médula en un operativo de rescate.

Acto seguido lo deja y se dirige a sus cosas, dándose por vencida.

–Si no hay nada que creas conveniente quizá lo mejor será que vayas tu sola, ya ni tiempo tenemos que salir a comprar algo–le digo con el corazón por los suelos.

–¿Y perdernos la obra de arte que hice contigo? Sobre mis ovarios.

Ambas soltamos una risita al escucharle decir esto último, en otro contexto lo hubiera tomado ofensivo si alguien le decía eso a ella, pero que lo diga a sí misma me divierte también.

Ella se dirige a sus cosas y me enseña el vestido que trajo. Por todos los cielos, es una cosa bellísima.

–Cielos, Chris, eso te quedará bellísimo.

–Y a ti también, bombona.

Mis ojos se agrandan cuando veo el vestido y trato de protestar antes de que Christine hable tras ver por dónde viene el asunto.

–Lo siento, pero tu armario necesita una actualización urgente. Y este vestido es simplemente perfecto para ti–declara con una sonrisa de satisfacción, prácticamente empujándome hacia el cambiador.

A regañadientes, me deslizo dentro del vestido que parece haber salido de una pasarela de alta costura. La tela cae con gracia, abrazando cada curva de manera elegante. El color, una mezcla de azul oscuro y dorado, destaca mi nuevo maquillaje de una manera que ni siquiera hubiera imaginado.

Al verme ella suelta un aplauso y aullidos divertidos. Cielos, no sé dónde me he venido a meter, pero admito que es precioso.

–¡Es tuyo, cariño, el vestido es tuyo!

–Christine, no puedo aceptar esto. Es demasiado– protesto, pero ella me ignora con una mirada decidida.

–Te queda como un guante. Además, todos merecemos sentirnos increíbles de vez en cuando, rompe con lo estructurada que eres ya–insiste, ajustando delicadamente el vestido para asegurarse de que esté perfecto.

El vestido, con su escote elegante y su falda fluida, parece haber sido diseñado específicamente para esta ocasión. Christine, con sus habilidades mágicas de modista improvisada, ha transformado mi atuendo de un día normal a un look digno de alfombra roja.

Me siento como una auténtica estrella de cine. La elegancia del vestido, combinada con el maquillaje exquisito, crea una imagen que ni siquiera yo misma reconocería. A veces, todo lo que necesitas para enfrentar el caos de la vida es una amiga decidida y un vestido deslumbrante que eleve tu autoestima y te haga sentir imparable.

Antes de que pueda detenerla, le pregunto con curiosidad:

–Un momento: ¿Y tú qué te vas a poner para la fiesta?

–No te preocupes por mí. En el club hay siempre un par de amigas dispuestas a prestarme algo. Tu te quedas con el vestido, te lo regalo.

–Te lo pagaré en cuanto cobre mi primer…

–¡Te lo regalo y detente si no quieres que te regale mi equipo de maquillaje también! Oh, no, eso no que me salva todas las mañanas.




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