Tentación

Capítulo: 5

Olivia
Me quedo de pie en medio de la habitación, ¿qué fue eso? es idea mía o no le soy indiferente a Jackson? creo que el hambre ya me está afectando, camino hacia el espejo y frente a este me quito la ropa, ¿me habré imaginado todo o Jackson me mira con deseo? no soy una niña y eso él lo nota, ¿tendré oportunidad? sonrío pero...

—No Olivia, no —me digo a mi misma —te vas a casar con Robert.. —camino hacia el baño, sí, voy a casarme, pero amo a su padre, no es mi culpa, Dios, estoy mal. —es un hombre casado —murmuro poniendo la cabeza contra la pared del baño mientras el agua cae por mi cuerpo —Está casado —sí, pero trata a su esposa como un objeto, el cual solo le obedece y quizás solo está con ella por sexo.

Estoy mal, muy mal, mi padre acaba de morir y yo estoy pensando en su mejor amigo, sea como sea, voy a descubrir que siente Jackson, pero antes tengo cosas más importantes de la que ocuparme, ¿él quiere a alguien fuerte? pues va a tener a alguien fuerte.

—Bueno, alguien se digna hoy a desayunar —comenta Jackson cuando me siento a la mesa, ayer no salí del cuarto luego de su visita, pero hoy estoy como nueva.

—No la molestes Jackson, ¿cómo estás, Olivia? —miro a Rachel y finjo una sonrisa.

—De maravilla, deseando ya que Robert venga —digo mirando a Jackson que aprieta los cubiertos —¿sabe usted cuando vuelve? —me pidió que no lo tuteara y no pienso hacerlo, él me mira.

—Falta más de una semana.

—Que mal, deseo verlo ya —sonrío al ver su mirada oscura.

—¿Entonces te hace feliz el matrimonio? —cuestiona Rachel confundida, sonrío y la miro.

—Bueno, mejor con él que con cualquier otro, a Robert le conozco desde siempre, digamos que —hago una pausa —ya conozco sus gustos —veo como Jackson aprieta su mandíbula, el haberlo visto de lejos todos estos años sirvió mucho, sé bien cuando está feliz o triste y ahora mismo está muy enfadado, se levanta de su asiento con molestia, perfecto, ya sé lo que necesitaba saber.

—Debo trabajar —expresa, va hacia Rachel y la besa, yo aparto la mirada enseguida sintiendo un enorme malestar dentro de mí, no fue un beso sencillo, fue uno bastante apasionado y me ha dejado el ánimo por los suelos, mierda.

—¿A dónde vas Olivia? —miro a Rachel cuando me levanto —me encantaría que hoy me acompañaras a

—Rachel agradezco lo que haces, pero no es necesario sentir lástima, Jackson mismo lo dijo, la muerte es parte de la vida —no solo repito sus palabras, sino también las mismas que dijo el hombre que mató a mis padres y al cual haré pagar, no sé cómo, no sé cuando, pero está decidido, voy a vengarme, destruiré esa organización que ellos tienen, la haré cenizas y cuando estén rogando por vivir como yo hice, les diré esa frase y mi rostro será lo último que vean.

Salgo de la casa de Jackson, pero cuando iba a pasar las rejas un hombre se pone en mi camino.

—Señorita, no puede salir

—No soy una prisionera ¿o si? —abre la boca, pero no lo dejo hablar —soy la futura esposa de Robert Clarke y si no te apartas, tendré que hablar con este.

—No hace falta —volteo a mirar a Antoni, el hombre de mayor confianza de Jackson —no es una prisionera, pero debes salir con protección Olivia —respiro hondo.

—O sea, van a vigilarme —alzo una ceja.

—Órdenes directas del señor —forma una pequeña sonrisa.

—Bien, no tengo problemas con ello.

—A donde quiere ir? —da un paso hacia mí, pero no retrocedo aunque es algo intimidante.

—A mi casa, la casa de mi padre, quiero —pienso un poco —despedirme.

—No creo que sea buena idea.

—No pedí consejos —volteo para seguir mi camino, pero otra vez se ponen en mi camino, suspiro ya harta de esto.

—Tiene un auto a su disposición, la llevaré yo mismo —solo asiento, discutir es en vano y sé que Jackson solo quiere saber mis pasos.

Miro de lejos la casa en la que crecí, bueno, ahora está algo quemada y las lágrimas se acumulan en mis ojos, querían hacerlo todo cenizas, camino siendo seguida por Antoni, pero me detengo y lo miro.

—¿Podrías darme tiempo a solas? —pongo mi cara más triste, él solo asiente, yo volteo y sonrío, pero la sonrisa se borra de mi rostro a medida que camino, llego al lugar donde todo pasó, donde mi padre murió, recuerdo todo, sé que me estoy torturando, pero necesito hacerlo, luego de estar segundos ahí entro a la casa, dentro huele a humo y la mayoría de las cosas están quemadas y rotas, no me detengo a mirar mucho y entro al despacho de mi padre, se nota que antes de quemar registraron cosas, llevándose lo importante, pero hay cosas que nadie sabía, solo yo y voy directo al suelo, debajo de la mesa de mi padre este tenía una caja fuerte escondida, encuentro la tabla y la retiro con algo de dificultad, pero logro sacar la pequeña caja, sonrío y la abro encontrándome con todo lo que ahora mismo necesito. Tomo los documentos importantes y todas las pruebas que mi padre tenía en contra de la organización, cosas que mandarían a la cárcel a todos, incluido Jackson, está claro que mi padre no fue el que traicionó a todos, sino, hubiera usado todo esto que tenía, alguien le tendió una trampa y pienso descubrirlo.

Salgo a escondidas sin que Antoni me vea y subo al taxi que ya me esperaba.

Solo debo esperar diez minutos al hombre que se sienta frente a mí, sé que tengo poco tiempo.

—Hola, Izan —lo saludo y le extiendo los documentos —gracias por venir.

—¿Cómo sabías mi número? —alza una ceja.

—Cosas mías —sonrío —sé que eres el abogado de mi padre, uno de ellos y quiero que me guíes en algo y mantengas esto bien guardado —señalo los documentos, son copias claro, no soy estúpida.

—¿Qué quieres saber?

—Quiero tener todo lo que me pertenece —declaro, él solo asiente y comienza a explicarme de forma breve todo lo que debo hacer.

Izan se va, pero yo pido un helado y me quedo ahí, solo tengo que esperar cinco minutos para que el hombre que ya esperaba se siente frente a mí, lo miro metiendo la cuchara en mi boca, está enfadado, peor que cuando salió de casa.

—¿Qué carajo tienes en la cabeza? —masculla irritado —acaso no ves que estás en peligro y te escapas de Antoni?

—Quería comer helado señor Clarke—digo con calma —sola —aprieta sus puños, vaya, lo de Jackson no es la paciencia.




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