Olivia
Rozo sus labios con los míos, él no se aleja y yo entonces decido comenzar el beso, es lento, una tortura para mi cuerpo que se estremece bajo sus manos, las cuales van a mi rostro, una se coloca detrás de mi cabeza y entonces Jackson marca su ritmo intensificando el beso, jamás había sido besada así, es salvaje y me gusta, me pega contra su escritorio mientras yo busco la manera de tocar más su cuerpo, mi mente está nublada, nuestras lenguas batallan y mi cuerpo quema, la ropa molesta tanto.
—¡Demonio! —masculla alejándose de mí como si tuviera alguna enfermedad contagiosa, mi respiración es un desastre, ni siquiera puedo hablar —Vete Liv.
—Jackson
—Esto jamás debió pasar —dice con voz ronca —fue un error que no se debe repetir.
—Jack...
—¡Que te largues! —vocifera mirando mis ojos, retrocedo por el impacto de su voz—¡Vete Olivia! No sé a qué demonios juegas o que pretendes, pero entiende de una puta vez que vas a ser la mujer de Robert, aléjate de mí —demanda señalando la salida, camino hacia esta con paso rápido y al salir me detengo pegándome a la puerta, mantengo mis ojos cerrados y toco mis labios, fue tan... intenso que ni siquiera puedo describirlo, espero varios segundos que mi corazón se controle y camino hacia la salida, no veo a Antoni por ningún lado así que decido ir al estacionamiento, debe de estar ahí y suspiro al ver el auto, pero cuando llego a este alguien se acerca.
—La princesa de papá se quiere hacer cargo de todo —al ver a Elijah mi instinto es correr, pero un hombre me sujeta y me pega al auto con una brusquedad increíble. —No grites —Elijah me enseña un arma.
—Suéltame.
—Qué? Ya no eres tan valiente si Jackson no está contigo? —toma mi mentón con su mano y hace que le mire —Te eché de menos preciosa.
—Maldito cerdo —escupo su rostro, pero a cambio recibo una fuerte bofetada, lo único que impide que caiga al suelo es el hombre que me sujeta fuerte.
—Cuida esas palabras, soy el hermano de tu padre.
—No eres nada, eres un enfermo al que mi padre echó de casa y más te vale dejarme ir, si me matas irás a la cárcel —espeto pero solo ríe.
—No quiero matarte princesita —que me diga de esa forma solo trae recuerdos —me encantaría jugar contigo, ¿recuerdas? —niego, él ríe —sé que lo haces —se acerca más a mí, mi corazón esta vez late rápido, pero es por miedo.
—Te voy a matar —no es una frase cualquiera, es una promesa, será el primero que mate y no me voy a arrepentir.
—Mi niña bella hablando tan mal.
—No soy una niña —mascullo, él agarra mi cuello con fuerza.
—Estás muy cerca a Jackson, una palabra sobre el pasado y te mato, a él también —sus ojos brillan al hablar —¿Quieres que le mate? Podría hacerlo muy fácil, aquí en la empresa o en su casa, solo mantente callada si quieres que Jackson viva —mis ojos se llenan de lágrimas —no quieres que muera como la niña Andrea ¿verdad? —una lágrima escapa de mis ojos, ella era mi mejor amiga, quizás la única que tenía cuando era pequeña, era hija de una empleada de la casa, éramos como hermanas.
—Te haré pagar —digo, pero mi voz se quiebra por los recuerdos —juro que te haré pagar por ella.
—Antes —se acerca a mi oído —antes me encantaría terminar contigo lo que empezamos en tu casa, ¿recuerdas? —¿Y como no recordarlo? El maldito intentó violarme, solo no lo consiguió porque mi padre apareció y casi lo mata, lo echó de casa y no lo había visto más hasta hoy.
—Púdrete —muerdo con fuerza su oreja, pero eso solo empeora más las cosas porque me abofetea par de veces más, me sueltan y termino en el suelo con la vista nublada.
—Una palabra a Jackson y recuerda —me dan una patada que me deja sin aire —él muere y Robert también —me enseña su teléfono, es una foto de Robert saliendo del hotel donde está —calladita princesa —me propina otra patada que me deja prácticamente sin poder respirar, intento ponerme de pie, lo consigo, pero uno de los que venía con él toma mi cabeza y la choca contra el auto, caigo otra vez y esta vez ya no logro despertarme.
Lentamente abro mis ojos, la luz me ciega, el dolor en mi cabeza me hace quejarme y cerrar mis ojos, las costillas me duelen cuando respiro.
—Liv —abro mis ojos y veo esos ojos verdes que me miran preocupados —¿Cómo te sientes? —Jackson acaricia mi rostro un poco.
—Me duele la cabeza —sin querer hacerlo recuerdo el beso y aparto la mirada —¿dónde estoy? —él entonces se aleja de mí.
—En el hospital, Antoni te encontró en el suelo al lado del auto, ¿puedes decirme que pasó? —la amenaza de Elijah llega a mi mente.
—No recuerdo —miento con descaro.
—No te creo —dice, puedo sentir su intensa mirada sobre mí, me incorporo en la cama haciendo un gran sacrificio.
—Eso no me importa —espeto viendo como vuelve sus manos puños.
—Olivia deja de ser una niña, ¿Quién fue? —toma mi mentón con brusquedad —¿fue uno de los socios?
—No... intentaron robarme, no vi quién, un hombre —me invento mirando sus ojos.
—¿Bueno, y que te robaron? —Jackson se aleja viéndome —tenías tu cartera, tu teléfono, llevas tu reloj, tu cadena y anillo, así que Olivia, perdón si no te creo, dime la verdad o por las malas me las vas a decir —miro mis manos.
—Déjame ¿sí? —me levanto de la cama —quiero ir a casa.
—No te vas hasta que no me digas! —toma con fuerza mi brazo y me deja contra la puerta, evito quejarme del dolor.
—No eres mi padre, deja de ordenarme cosas Jackson —mascullo, sus ojos se oscurecen y se pega más a mí.
—¿Quién fue? —yo niego —hay cámaras Olivia —siento como el color abandona mi rostro —te estoy dando una oportunidad de decirme quién fue, si debo ver las cámaras juro por Dios que vas a pasarla muy mal.
—Un ladrón —suelto una risita —esa es la verdad, ve por las cámaras si no me crees —nuestros ojos comienzan una batalla, si las cámaras hubieran grabado algo, él no estaría aquí preguntando, lo conozco y no me va a engañar.