Me despierto por el irritante sonido de mi móvil, lo tomo y enciendo la pantalla, en ella el nombre de Samantha, resalta, doy a la opción de contestar y me llevo el aparato al oído.
– ¿Cuantas veces tengo que llamarte para que despiertes? ¡Arriba!_ La voz subida de tono de mi mejor amiga me alerta, miro el reloj de campana sobre mi mesa de noche.
– Mierda_ Quito las cobijas que hay sobre mi de un solo tirón y corro hacia la ducha, tomo lo primero que veo en mi armario, poso mi mochila en mis hombros y salgo como alma que lleva el diablo, freno repentinamente al ver una camioneta totalmente blanca a la entrada de mi hogar.
– Creí que esta lindura era de matices grises y cafés_ Digo entrando a la carcasa siempre sucia.
– Imbécil_ Susurra antes de pisar el acelerador
– Lo se, lo se, mi culpa perdón no volverá a pasar_ Me disculpo.
– Siempre dices lo mismo Gaby, estoy pensando seriamente en no volver a recogerte.
– No volverá a pasar, lo prometo_ Digo mirando por la ventana, si supiera como son mis noches, de un tiempo para acá no he podido dormir bien, siempre sueño o con sombras acercándose como si quisieran asfixiarme o con unos ojos rojos mirándome fijamente, es aterrador, aveces prefiero no dormir pero los ojos me empiezan a pesar y vuelve la tormenta de cada noche.
Me quedo en silencio para no estresarla más, en parte la entiendo si tuviera padres tan exigentes, me comportaría igual.
Al llegar al instituto, nos bajamos del coche, por suerte el profesor de matemáticas no asistió ese día así que caminamos un poco hacia la cafetería pero nuestro camino es interrumpido por un viejo amigo.
– Como estas de bella hoy_ Dirige su mirada a Samantha y esta se ruboriza, algo incomoda carraspeo, ahora Kian posa su atención en mi.
– Tu también estas muy hermosa_ Hago un saludo con la mirada y aviso a mis dos acompañantes que me iré adelantando, ellos asienten y yo me marcho.
Al llegar a la cafetería pido un paquete de papas con un jugo en caja, me siento en una de las tantas mesas a esperar a Samantha. Pasan al rededor de diez minutos y mi amiga se sienta frente a mi con una sonrisa implantada en el rostro.
– ¿Te gusta?_ Pregunto tomando de mi jugo.
– Es un gran amigo, nada más_ Lleva un pedazo de fruta a su boca.
– Claro, uno usualmente se sonroja con los amigos ¿verdad?
– No niego que este año lo veo mas atractivo que antes, pero no es para tanto.
– El hombre está cambiado y ten en cuenta que tu también, podría surgir algo, no lo se_ Me levanto de mi puesto y me dirijo a presentar el examen del día anterior. Me despido de Samantha y me dirijo al aula de artística, llego antes de que inicie la clase así que aun no hay nadie, a los pocos minutos de que sonara la campana van llegando estudiantes de diferentes grados, muchos de ellos los que fueron conmigo ayer al museo, la profesora va repartiendo los exámenes puesto por puesto, una vez tengo el mio, me concentro en acabar pronto.