Tentación Irresistible

14|Deseo.

Lotty

Lotty

 

Hemos regresado a la carretera. Mi espalda se mantiene aferrada al asiento, mientras el corazón se me aprieta en dolorosos puñetazos. La atmosfera dio un vuelco radical. Hace unos minutos sus labios acariciaban los míos en algo que, por un segundo, tuve la certeza se trataba de algo real... Solo que no fue así.

Permití que mis emociones empañasen mis ojos cual vendas.

¿Cómo pude ser tan estúpida?

La piel que recubre mis falanges palidece durante segundos a consecuencia de lo fuerte que presiono mis dedos, obstaculizando la circulación. Mantengo la mirada fija en la carretera. Hileras de árboles me abordan a la distancia. El cielo ennegrecido por una delgada tela con diminutas pecas blancas se extiende sobre el paisaje. El aire se acumula en mis pulmones, negándose a abandonarme.

Entonces, un calor crece en mis pómulos, hasta desbordarse por el resto de mi cara. Pronto, descubro a Justin mirándome con sus increíblemente atractivos ojos de cazador, y el nudo en mi garganta advierte con degollarme sin misericordia alguna.

Tomo valor para escupir alguna palabra, pero nade sale fuera de mí.

—¿Nos hemos detenido? —hablo con la voz temblorosa. Justo al igual que mis dedos, mis piernas, y el resto de mis huesos.

Justin tiene la mandíbula tensa. Solo mueve la cabeza en afirmación. Parece nervioso. O, tal vez, confundido. No puedo estar segura de qué opción es la correcta.

Tomo aire por la nariz, y luego suelto.

—¿Por qué nos hemos detenido... Justin? —Mi lengua hormiguea al mencionar su nombre. De repente, esa maldita barrera atestada de interrogantes crece en medio de ambos. Justo cuando las cosas comenzaban a encauzarse.

Observo detenidamente sus acciones, mientras presiona los labios con más fuerza y prueba un par de posiciones en el asiento hasta encontrar la más cómoda. Me pierdo en la cincelada recta de su mandíbula, con un atisbo de barba incipiente que se asoma como un sublime sombreado que le aporta un aire más atractivo. Como si ser más atractivo fuese algo posible para Justin Brandon. No, claro que no. Mis dedos arden por no arrastrarse sobre su cara, y sentir el picor de su barba bajo mis yemas. —Nos hemos quedado sin gasolina —dice al cabo de unos segundos. Su mirada inmutable sobre el paisaje.

Suelto una risita.

Pero no detecto diversión por su parte.

Me detengo en seco.

—¿Qué?

—Nos hemos quedado sin gasolina —repite, pero lo corto.

—¡Sí te he escuchado! —Me quedo sin aire de inmediato. Esto... no puede ser cierto —. ¿No tienes gasolina de repuesto?

Justin apenas sonríe.

—¿Por qué demonios traería conmigo gasolina de repuesto? —inquiere con una ceja apuntando hacia el cielo.

Me pongo roja. Pero no puedo distinguir si ha sido por la manera en la que me mira o si es por el enojo que crece a remolinos dentro de mis venas.

—¿No lo hace todo el mundo?

—¿Tengo cara de actuar como todo el mundo?

Su replica me deja helada.

El sudor comienza a emerger fuera de mis poros. Hace frío, pero sudo como un pollo al horno en una nochebuena.

Abro la boca de par en par, sin poder creerme que esta bizarra situación esté sucediéndome justo a mí. Entonces, todo se pone peor cuando me doy cuenta que estamos en medio de la nada. Nadie transita a nuestro alrededor. No hay ni un rayito de sol filtrándose por las ventanas. Y no vislumbro una gota de luz dentro de media milla de distancia.

Mis emociones detonan dentro de mi cabeza. Un ligero temblor me sacude la columna.

—¿Eso significa que... estamos varados en medio de una carretera desértica?

—Huh... sí.

Me vuelvo hacia él.

—¿Acaso planeaste todo esto?

Justin suelta una risa ronca que me estremece. Pero me esfuerzo en ocultarlo.

—¿Estás loca? ¿Por qué demonios haría eso?

—No lo sé. ¿Para aprovecharte de mí?

Su mirada pasa de sarcástica a amedrentadora.

—¿De verdad piensas que quiero aprovecharme de ti, Lotty?

Me quedo en silencio un par de segundos, y luego froto mi cara con mis palmas. El desespero empieza colapsar mis pensamientos. Tomo una bocanada de aire, y trago el sabor amargo que empapa mi lengua.

—¿No vas a llamar a alguien?

Su sonrisa anodina regresa a sus labios.

—Ya, espera, si no me dices, ni se me ocurre —suelta.

—Jódete, Justin. —No se me ocurre otra cosa que abrir la puerta, y lanzarme fuera del vehículo. Solo que me arrepiento de inmediato al encararme contra la lobreguez de la carretera. El gélido viento se cuela debajo de mi piel, entumeciéndome los huesos.

A mi espalda, escucho a otra puerta cerrarse. Pero no aguardo por una respuesta, me lanzo a caminar sobre la cuerda floja, sumergiéndome dentro del círculo negro en el que se ha convertido la noche. No tardan muchos segundos hasta que le oigo llamándome a cortos pasos de mí.

—¡Lotty! ¿A dónde vas?

Envuelvo mis codos bajo mis palmas, y no freno por mucho que mis pantorrillas me lo supliquen.

—¡De regreso al campus!

—¿A pie?

—¡No me quedaré contigo en medio de la nada, Justin!

Un resoplido emerge fuera de mis labios, y apresuro el paso. Ni siquiera transita un ángel de luz por la carretera que me salve el trasero de ser robada por un par de pandilleros. De todos modos, lo mucho que me pueden quitar es mi móvil. Sin señal alguna. Media barrita que muere por elevarse, pero no alcanza su cometido.

Sigo caminando aferrándome a la esperanza de que alguien me rescate. Mi madre diría que lo más sensato sería quedarme en el auto hasta el amanecer. Y aunque me coma la panza la idea de quedarme hasta el amanecer con Justin a mi lado, desecho la idea al trasto de pensamientos prohibidos.




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