Lotty
Mi cuerpo se encuentra cubierto por un vestido azul cielo que me regaló mi madrina para el bautizo de una de mis primas. Clare, la amante de los delfines. Prometió que algún día será rescatista en el Amazonas. Deslizo los dedos sobre la suave tela de la prenda de vestir. Tiene una textura tan delicada que mis dedos hormiguean bajo su tacto.
Justin me ha invitado a ir con él al dichoso barco esta noche.
<<También lo ha hecho Chandler>> me recuerda mi subconsciente.
No puedo ni siquiera idealizarme la reacción que tomara cuando me vea llegar con su compañero de habitación. Por el modo en el que Hans se refiere a ellos, me hace pensar que últimamente han estado atravesando muchos altibajos en su relación de convivencia.
Taissa carraspea detrás de mí.
—¿Cómo me veo? —le pregunto, mientras mis ojos continúan escudriñando mi vestuario.
Ella esboza una mueca.
—Como un hada de los dientes.
—¡Taissa! —le reprocho.
Ella cede.
—Bien. Te ves muy bien. Aunque...
Su voz se ve opacada por el chirrido de la puerta al ser abierta por otra persona. Naomi, que entra cargada de sus libros y bolsas con trozos de tela guindando por doquier, nos dirige una mirada curiosa.
Señala mi atuendo.
—¿Vas a la capilla?
Siento a mis mejillas inflándose de calor.
—No. Voy a una fiesta.
Naomi se echa a reír a todo pulmón, y luego termina sacudiendo la cabeza. Se inclina hacia sus bolsas. Tanto Taissa como yo compartimos una mirada curiosa mientras ella sumerge la cabeza en una bolsa en busca de algún objeto.
Saca la cabeza, junto a una refulgente tijera gigante.
—¿Qué vas a hacer? —insisto al ver que comienza a acercarse a mi vestido con su arma blanca entre los dedos.
—Arreglar este desastre. Ahora, siéntate si no quieres que te recorte una vena.
Hago lo que me pide.
—No creo que sea necesario...
—¿Estudias moda?
—No.
—Entonces, permite que una profesional se haga cargo del asunto.
—Vale.
Sello mis labios mientras observo los trozos de tela que caen a los costados de mis pies. El crujido de la tela despedazándose envía electricidad por todo mi cuerpo. Taissa coge asiento en la cama, y me lanza una mirada de miedo.
—... Y listo. Ya puedes mirarte —indica Naomi, dándome dos palmaditas en la espalda.
Con la garganta oprimiéndose, me levanto del banquillo. Mis ojos deambulan hasta cruzarse con el espejo, que me devuelve mi reflejo. Ahora llevo los hombros al descubierto. El delicado velo de mi cintura ha desaparecido, y el aire se filtra por medio del escote neoformado en mi espalda. Sin embargo, a diferencia de lo que llegué a pensar, me ha impresionado el resultado.
—Quedó...
—¿Para ir a sacar la pierna en medio de una carretera? —me corta Taissa.
Niego con una sonrisa, mientras sigo admirando el resultado. Taissa tiene razón en una cosa; puedo mostrar la pierna entera por el corte que le ha hecho.
—Me ha gustado, Naomi. Gracias.
Ella me da un abracito, y luego se dispone a guardar sus cosas.
—Dile eso a Theresa. ¡Es una arpía! ¡No la soporto!
—¿Te refieres a la chica que parece un copo de nieve? —inquiere Taissa, apretujando un cojín bajo sus dedos.
Naomi emite un resoplido.
—Sí. Mi estúpida compañera de mesa.
—Pues... a mí me parece linda —suelta Taissa.
Naomi cierra la boca. Al principio con cierto enojo. Luego, empieza a separar los labios lentamente.
—¿Te gusta Theresa? —inquiere ella con un dejo de certeza.
—¿Qué? ¡No!
—Oh, mierda. ¡Sí te gusta esa maldi... digo, Theresa!
—No me gusta nadie. ¿Puedes cortarlo ya?
—No hasta que lo admitas —insiste Naomi con una malévola sonrisa curvándole los labios.
Taissa mueve la cabeza hacia mí.
—¿Puedo ir contigo? —Me río ante el tonillo de súplica que tiñe sus palabras.
Niego, y reviso la hora en mi móvil. Justin debe estar por llegar. Y el solo hecho de pensar en que, quizá, sea la última noche que esté en la ciudad, produce que mi corazón se vuelva un puño doloroso en mi pecho.
No quiero que se vaya.
Aunque... tampoco puedo obligarlo a quedarse conmigo.
Ni siquiera he tenido el valor de mirarlo directo a esos ojazos grises y decirle lo que siento por él. Me aterra pensar que pueda alejarlo más. Sin embargo, esta noche me he decidido a quebrar esa coraza de miedo. Dejaré que la sinceridad se adueñe de mis pensamientos y los expulse fuera de mi boca.
El ruidito de mi móvil me hace regresar a la realidad. Observo la notificación, y el corazón me da un brinquito cuando veo que se trata de Justin. Está abajo esperándome. Tomo una bocanada de aire como si fuese a enfrentarme a una guerra, y me apresuro en coger mi diminuta bolsa. Me despido de mis amigas, y Taissa vuelve a rogarme que no la abandone con Naomi ahora que descubierto su secreto.
Bajo los peldaños de dos en dos, con el miedo de resbalarme arraigándose a mis huesos. Cuando llego al rellano de la escalera ya me encuentro sin aire, pero me doy medio minuto de recuperación, en el que también compruebo mi aliento y el olor de mis axilas antes de empujarme mentalmente a seguir mi camino hacia la salida.
Como si por primera vez, dentro de mucho tiempo, el universo estuviese de mi lado, el clima de esta noche está perfecto. No hace demasiado frío como para tener que regresar arriba por un poncho. La brisa que ondea las puntas de mi cabello es suave.