Tentación Irresistible

19|Boulevard.

Justin

Lotty

 

Hans no paraba de moverse de un lado a otro, con las manos enganchadas en el cabello y los hombros caídos con desgano. Se ve nervioso. La tensión danza con cadencia entre todos los que aguardamos en el salón. Loto reanudó la cena de celebración minutos después de que Justin se esfumase junto con David. Por otro lado, Chandler no ha hecho más que quejarse por su nariz rota.

—¿En dónde se ha metido Justin? —cuestiono por lo bajo. Una langosta gigante se encuentra mirándome fijamente desde mi plato. Arrugo la nariz.

—No lo sé. Solo espero que no lo echen del equipo —replica Hans tras dejarse caer en la silla a mi lado. Le echa un vistazo a la bandeja de langostas y sirve una en su plato. No puedo evitar sentir escalofríos al escuchar el crujido que resuena cuando le clava el tenedor.

Al desviar la mirada, me doy cuenta del momento exacto en el que Fergus ingresa en el salón. Su mirada se detiene sobre mí, así que aprovecho su atención para ir a investigar cómo ha quedado Justin luego de todo lo que ha ocurrido esta noche. Podría suponer que no le ha afectado en lo absoluto. Lo habría hecho... antes. Sin embargo, ahora sé cosas nuevas sobre la persona que se esconde detrás de aquella fachada de chico indiferente.

Hay todo un mundo detrás, y quiero sumergirme en él.

—Hey, Fergus. ¿Has visto a Justin? —Trato de no sonar demasiado desesperada, pero venga que parezco una viuda de guerra.

Fergus hace una mueca.

—Acaba de tener una discusión con David. Bajará del barco en un par de minutos cuando toquemos costa.

—¿Bajar del barco? —Los nervios comienzan a invadirme—. ¿En dónde está ahora?

—Junto a las escaleras del primer piso. —Le doy una sonrisa de agradecimiento y deslizo mis piernas fuera del salón, no sin antes alcanzar a escucharle decir—: Tal vez desee estar solo, Lot.

Tal vez Fergus tiene razón. Probablemente sería lo más idóneo en vista de las circunstancias. Pero le prometí no dejarle solo. Así que valdrá la pena intentarlo, ¿no?

—Tal vez.

No veo hacia atrás cuando me lanzo por las escaleras hasta el primer piso. En el camino, me tropiezo a David hablando por teléfono. Él no se percata de mí, así que no freno hasta dar con el paradero de Justin. Sinceramente es lo único que me importa ahora mismo. El hecho de que Chandler haya tenido la osadía de tocar aquella cicatriz del pasado de Justin me lleva a querer asegurarme que está bien.

Un pequeño cartelillo llama mi atención de pronto. Marca una dirección que conduce al subsuelo. No tengo certeza alguna de que Justin haya cogido un atajo, pero sé que debe anhelar estar solo. Sentirse solo. En algún lugar donde nadie pueda lastimarlo.

Empujo la puerta y bajo el resto de las escaleras hasta llegar al subsuelo que parece tratarse de una especie de cochera. Alzo la cabeza por encima del techo de varios autos hasta que lo veo, justo en el fondo. Me acerco con el corazón dándome golpecitos contra el pecho. Aumenta el ritmo a medida que la distancia entre nosotros se disipa.

Justin se encuentra en el suelo. Con las piernas flexionadas contra el abdomen y los codos recargados sobre sus rodillas. Se da cuenta que alguien ha irrumpido en sus deseos de soledad, pero no hace el amago de mirarme. Veo la botella que se esconde entre sus piernas, y no tengo idea de qué decir ahora. Me he quedado en blanco.

Decido dejarme caer a su lado. Estiro las piernas frente a mí y miro el agua alzarse a través del cristal. Nos quedamos en silencio hasta que la garganta comienza a arderme.

—¿Alguna vez has visto una mantarraya? —le pregunto. Sí, tal vez es la cosa más estúpida que he dicho en la vida. Pero mi cerebro parece haberse quedado seco.

Puedo sentir su mirada sobre mí aunque no muevo la cabeza.

—No. Jamás.

—Yo tampoco. Pero me gustaría mucho ver una. He leído que son amistosas.

—¿De veras?

—Sí. Lo vi en Animal Planet. ¿No ves Animal Planet? —Le dirijo una mirada de refilón. Su expresión queda capturada en mi cabeza; me está mirando con una mezcla de curiosidad en la cara.

—A veces, cuando era chico. Ya no tengo tiempo de ver mucha televisión.

—Bah. Yo tampoco tengo mucho tiempo ahora, pero cuando no puedo dormir o cuando algo me preocupa, me recuesto en mi cama y pongo series con datos curiosos. —Regreso la mirada al frente porque el corazón está a punto de salirse de su lugar y ser escupido al mar. Sonrío para mí misma—. Así puedo compartir esas pequeñitas cosas con personas que me importan. Por eso te cuento sobre las mantarrayas.

Justin suelta una risita que alivia mis nervios. Bueno, está funcionando mi cometido.

—Bueno, has conseguido hacerme sentir menos mierda; así que gracias, nerd.

Vuelvo a mirarlo mientras trago grueso.

—¿Todo está bien con David? —Me atrevo a preguntar. Por la cara que pone, todo indica que las cosas se han ido a la mierda.

Le da un trago a su botella.

—Me mintió, Lot. Me vio la puta cara todo este tiempo —masculla. Sus dedos se aprietan tan fuerte alrededor de la botella que temo que pueda hacerse daño a sí mismo—. Chandler tenía razón. Ni siquiera estoy en este puto lugar por mí mismo. Por mi propio desempeño. Todo esto fue... una mentira. John está en algún puto rincón del mundo ahora mismo. Mi madre no puede siquiera asomarse a la calle sin sentir miedo, y yo... justo cuando creí que la vida empezaba a sonreírme para luego aplastarme como un puto cigarrillo.

Me limito a mirarlo mientras sus labios tiemblan al soltar cada palabra. Sus plomizos ojos grises han perdido todo atisbo de diversión. No veo al Justin de siempre en medio de su mirada.




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