Lotty
Después de nuestra sesión de besos, nos decantamos por regresar al salón. Ahora estamos sentados en una de las enormes mesas, rodeados de un montón de personas que no conocemos. Sin embargo, no podemos dejar de compartirnos miradas secretas cada segundo mientras las personas se entretienen en los últimos chismes del momento.
No sabía que esta clase de personas se interesaran tanto por los chismes.
Naomi sería feliz en este lugar. Y tendría mucha cuerda para hablar en su terreno.
Mis ojos capturan a Chandler cuando camina desde el ascensor hasta encontrarse con nuestra mesa. Miro su atuendo, lleva la camiseta con los primeros botones deshechos y una cámara en su mano izquierda. Esboza una sonrisa al vernos.
—¡Ey! ¿Están disfrutando de la fiesta? —inquiere, deteniéndose junto a nosotros.
Justin se endereza en su asiento.
—Hum... la verdad me aburre un poco estar aquí.
—Lo sé. Tuve que ocultarme en el baño durante una hora para evitar que mi madre me obligue a saludar a todas estas personas que apenas conozco —dice en un murmullo—. Sólo espero que esté ocupada antes del gran brindis.
Hundo una ceja.
—¿El gran brindis?
—Sí. —Chandler se inclina para coger un par de bocadillos de la cesta, se lo mete a la boca—. Supuestamente es una sorpresa. Todo el transcendental motivo detrás de esta celebración.
—Pensé que David había sido ascendido o algo así —interviene Justin.
—Nop. Nunca hace tanto alboroto cuando lo ascienden. Y debe ser algo grande, porque mi madre no ha querido soltarme un solo cabo.
Acomodo mi cabello en una coleta porque ha empezado a hacerme calor. Hay un par de calentadores alrededor de la mesa.
—Bueno, tendremos que esperar. —Justin le da una mirada divertida, y Chandler se cruza de brazos con resignación.
Durante los próximos quince minutos, los tres nos quedamos mirando a la pista de baile abarrotada de personas que no hacen otra cosa que parlotear en voz extremadamente alta. El calor me ha obligado a sacarme el abrigo de encima. Justin también se ha desprendido del suyo, y veo que tiene la americana demasiado abierta. Un par de chicas que caminan de un lado a lado se detienen a posar sus sucios ojos sobre Justin.
Y una sensación desagradable, casi de completa indignación, se instala en mi pecho.
Sobre todo, porque Justin no se da cuenta. O finge que no le importa. No lo sé.
Tampoco es que pueda hacer mucho al respecto. Digo... sacarle el dedo corazón no sería muy amable de su parte, aunque no me interesa que sea amable con otras chicas.
Entonces, desliza sus ojos sobre mí. Está sentado a tan solo un asiento de distancia. Hay un ápice de brillante diversión en su mirada que no paso por desapercibido.
—¿Todo bien, nerd?
—Sí.
—Porque estás muy roja...
—Tengo calor.
—¿Segura? —Se gira sobre la silla para mirarme de frente.
Inconscientemente, estampo mis uñas contra mis palmas por debajo de mi abrigo mientras me esmero en arrancarle los ojos de encima. Pero parece un jodido imán, y he caído a su merced.
—Sí. Hace calor aquí.
Y entonces, su hoyuelo se marca en su mejilla al sonreírme.
—Ya. Yo también tengo mucho, pero mucho calor. —Engancha sus dedos en el tercer botón de su camisa y lo deshace. La piel de su pecho atrae mi mirada, y envía electricidad por mis extremidades.
Luego se despeina un poco el pelo y afianza su sonrisa traviesa antes de agregar:
—Huh, así está mejor.
Trago el cúmulo de saliva que se atasca en la parte posterior de mi boca.
¿Está jodiéndome?
Bueno, Justin Brandon, este juego se puede jugar de a dos.
Traslado una sonrisa a mis labios y sacudo mis pestañas entre parpadeos. Subo las manos al cierre de mi vestido a sabiendas que Justin está observando cada uno de mis movimientos. Le sostengo la mirada y ralentizo a mis dedos, bajando el cierre lentamente hasta que algunos centímetros de mi piel quedan expuestos.
Una nube oscura se instala en su mirada.
—Tienes razón. Así está mejor. —Relamo mis labios y le doy una sonrisa inocente.
Él me mira con las cejas enarcadas y un gesto de completa fascinación e intriga.
Se inclina hacia adelante y desliza una pierna entre las mías, arrebatándome el aire fuera de la boca. Mis ojos resbalan hasta su boca, entreabiertas y peligrosamente cerca de mi cara. Trato de apaciguar el fuego que nace en mi estómago.
—¿Estás intentando seducirme? —pregunta en un susurro ronco.
—Puede que sí... ¿funcionó?
Entonces, desliza más su pierna entre las mías y debo apretar los labios para no jadear.
—Tú dímelo.
Me muerdo el labio con fuerza.
Sentirlo tan cerca de mí me hace perder el control de mis pensamientos. Solo no puedo dejar de mirarlo a sus ojos. Hay algo en ellos que me envuelve, me aprisiona y me deja sin aliento. Me esfuerzo en meter aire a mis pulmones para que no se note lo mucho que me afecta.
Afirmo mi sonrisa discreta.
—Entonces, si funcionó.
Una risita brota de sus labios.
Alguien nos interrumpe, y noto a Chandler por encima de su hombro. Se ha puesto de pie.
—¿Por qué no hacemos algo antes que muera por el aburrimiento?
Justin se aparta de mí y se levanta de su silla.
—¿Hacer qué?
—Podríamos ir al bar en el otro piso. He llamado a unos amigos para que vengan. Demasiados ancianitos me están dando dolor de espalda.