El escenario huele a ambición.
Las luces ciegan, las cámaras acechan.
Cada mirada, cada suspiro, espera algo espectacular.
Tres años.
Tres años fuera del brillo, donde el mundo del espectáculo siguió girando sin él.
Pero hoy, Hu Yetao ha regresado. Y piensa reclamar lo que siempre fue suyo.
Las puertas se abren.
Un taconeo suave resuena.
El aire se tensa.
—¿Es él...? —susurran.
Yetao sonríe. Una sonrisa tímida, casi inocente. Pero su mirada lo contradice. Sabe lo que está haciendo. Sabe que todos están mirando. Con un giro lento y coqueto, deja caer su abrigo. Un movimiento calculado. Una sonrisa suave deja ecos en la sala.
Hipnotizante. Inolvidable. Irresistible.
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Pero entonces, lo siente.
Una mirada clavada en él.
Ardiente. Peligrosa. Desafiante.
Bambam.
Apoyado con descaro, una sonrisa torcida en los labios, oscuros que lo desnudan sin tocarlo.
Cuando sus miradas se encuentran, el mundo parece contener la respiración.
—Tu no eres nada—murmura Bambam, con voz sedosa, casi una acaricia venenosa— porque nada dura para siempre.
Yetao siente el calor subirle al rostro. Un escalofrío le recorre la espalda. ¿ Desafío? ¿ Coqueteo? ¿ Ambas cosas?
El juego acaba de comenzar.
Brillar en el escenario es fácil.
Resistir a la tentación...eso será otra historia.