Yetao.
Después de aquella conversación con BamBam, sentí que podía respirar mejor. Habíamos hablado con sinceridad, y aunque nuestras palabras aún flotaban en mi mente, al menos ya no había malentendidos entre nosotros. "No me considero gay. Perdóname."
Sonreí con amargura mientras me peinaba frente al espejo de la sala de prácticas. Yo sí lo soy, y no me avergüenzo de eso. Fue lo que le respondí en aquel momento. Y lo sostendría siempre.
Ahora, sin embargo, mi mente estaba más enfocada en lo que venía: la presentación oficial del tema de CHUANG ASIA S2. El ensayo final nos dejó agotados, pero la emoción era evidente en todos.
Cuando las luces del escenario se encendieron y la música comenzó, sentí cómo la adrenalina recorría mi cuerpo. Cada movimiento, cada expresión, cada línea de la canción... todo tenía que ser perfecto. Miré de reojo a Zihao, quien lideraba la coreografía con su energía característica, y luego a Omar, el centro visual, quien captaba cada cámara con su sonrisa natural.
¿Cómo me veía yo?
No quise pensarlo demasiado. Me enfoqué en lo que debía hacer y disfruté del escenario.
Al finalizar, los aplausos llenaron el estudio, y cuando miré hacia los mentores, vi a Xu Minghao asintiendo con satisfacción.
—Bien hecho, chicos. Se nota el esfuerzo.
Sus palabras fueron como un bálsamo para todos.
Poco después de la presentación, Minghao nos sorprendió con una invitación.
—Los invito a almorzar. Han trabajado duro y merecen un descanso.
Los murmullos de emoción no se hicieron esperar. ¡Minghao nos invitaba a comer! La idea me alegró más de lo que esperaba.
Nos dirigimos a un restaurante tranquilo, nada demasiado ostentoso, pero con un ambiente acogedor. Me senté en la mesa con algunos de los chicos, pero mis ojos no podían evitar seguir a Minghao.
Xu Minghao... un mentor tan elegante, tan talentoso.
Sin pensarlo demasiado, saqué un cuaderno pequeño de mi bolso y me acerqué a él.
—Ge... ¿puedes darme un autógrafo? —pregunté con una sonrisa tímida.
Él me miró sorprendido, luego sonrió y tomó el bolígrafo con naturalidad.
—¿Te gustó mi evaluación? —bromeó mientras firmaba en la hoja.
—Me encantó. Y también la forma en que enseñas.
Justo en ese momento, alguien se dejó caer en la silla entre nosotros dos.
BamBam.
Su rostro tenía una expresión de pocos amigos mientras apoyaba los codos en la mesa, mirando el cuaderno con el autógrafo de Minghao.
—Oh, así que ahora coleccionas firmas, Yetao.
Minghao soltó una risa ligera y me devolvió el cuaderno.
—Es un buen hábito. Yo también solía hacerlo cuando era trainee.
BamBam no parecía convencido. Su mirada iba de mi rostro al autógrafo con un gesto casi infantil de celos.
Quise reírme, pero en vez de eso, simplemente le sonreí.
Y su cambio fue inmediato.
Vi cómo sus hombros se relajaban y su ceño fruncido desaparecía. Sus ojos, que antes tenían un brillo de ligera molestia, ahora reflejaban algo más cálido.
—¿Qué? —me preguntó, fingiendo indiferencia.
—Nada. Solo que te ves mejor cuando no frunces el ceño.
Vi a Minghao levantar una ceja con diversión, pero no dijo nada. BamBam, por su parte, desvió la mirada y tomó su vaso de agua.
—Deja de decir tonterías y come.
No pude evitar sonreír más. BamBam podía ser un enigma, pero ahora sabía algo importante: mi sonrisa tenía un efecto en él.
Y eso... eso me gustaba.
El restaurante tenía un ambiente elegante, pero acogedor. La cena en honor a la presentación oficial del tema de CHUANG ASIA se había convertido en una celebración relajada. Las risas resonaban en la gran mesa mientras los mentores y los participantes compartían historias y bromas.
Yo estaba sentado entre Omar y Minghao, disfrutando de la conversación. Omar, con su sonrisa tranquila, me hablaba sobre su hermanita de cinco años.
—Es un terremoto con trenzas —dijo, riendo—. Se cuelga de mi brazo y dice que soy su superhéroe.
Sonreí, imaginando la escena.
—Debe adorarte mucho.
—Sí. —Omar suspiró con una mezcla de ternura y resignación—. A veces dice que se va a casar conmigo cuando crezca, y no importa cuánto le explique que no puede, insiste en que esperará.
Reí suavemente.
—Bueno, tendrás que romperle el corazón algún día.
Omar asintió, tomando un sorbo de su bebida.
—Supongo. Pero por ahora, la dejo vivir su fantasía.
Mientras hablábamos, sentí una mirada fija en nosotros. Giré la cabeza y vi a BamBam, sentado frente a mí, con el ceño levemente fruncido.
—¿Pasa algo? —pregunté, curioso.
BamBam pestañeó y, en un segundo, su expresión cambió a una sonrisa indiferente.
—Nada. Solo escucho. —Se encogió de hombros y luego se inclinó hacia Minghao—. ¿Y tú, hyung? ¿Cómo fue la primera vez que fuiste mentor?
Minghao comenzó a hablar, y yo volví mi atención a Omar. Pero aún sentía la mirada de BamBam sobre mí.
—Bienvenidos. ¿Qué desean pedir? —Una camarera se acercó con una sonrisa radiante, sosteniendo su libreta.
Pedimos nuestra comida, pero noté que la chica estaba especialmente interesada en BamBam. Se inclinó un poco más de lo necesario cuando le entregó el menú, y su tono tenía un matiz coqueto.
—Es un honor atenderlos. —Sus ojos brillaban cuando miraba a BamBam—. Si necesitan algo más...
BamBam sonrió de lado y, con un movimiento casual, sacó su teléfono.
—¿Tu número?
Ella soltó una risita y se lo dictó sin dudar.
Mi estómago se encogió. Sentí una punzada extraña, una mezcla de molestia y desconcierto.
"¿Por qué?"
Nosotros estábamos juntos. ¿Por qué haría eso?
No dije nada. Simplemente bajé la mirada a mi vaso, moviéndolo en círculos sobre la mesa. Mi apetito se había esfumado.
BamBam guardó su teléfono y volvió a la conversación como si nada hubiera pasado.