Mi vida no era la mejor, jamás lo fue. Era presa de mi realidad, era una esclava por mis diferencias, condenada por el pecado de unos y la diversión de otros.
Quería ser libre, pero si hubiese sabido el precio de esa libertad, jamás la habría anhelado, jamás de los jamases hubiese luchado por obtenerla, porque mi libertad era la esclavitud de todos aquellos seres que amaba.
Todo comenzó con una rebelión. Mi historia, su historia y la historia del mundo.
Lucifer era hermoso y talentoso, dos cualidades que lo hacían extremadamente peligroso. Era la mano derecha de Dios, su favorito, el mejor de todas sus creaciones, era el más inteligente y poderoso después del rey de los cielos, y eso fue un error. Dios subestimó la inteligencia, porque muchas veces esta viene de la mano con aspiraciones y ambición.
Ahí inició la rebelión, la traición.
Él reclutó millones de ángeles pacientemente, todo para tomar el trono y ser el dueño y señor de todo, pero Dios siempre estará un paso delante de todos, esperó pacientemente deseando que Lucifer tomara otra elección y cuando esto no sucedió... actuó.
Desterró a todos los traicioneros, incluyendo a su autoproclamado rey. Ahí se levantó el infierno, el perfecto refugio y castigo para los malvados; aunque Lucifer tenía sed de venganza y sus aspiraciones habían aumentado, aprendió la lección y dejó atrás su orgullo. Llego a un acuerdo con el rey de los cielos y ambos pactaron algunas reglas para mantener la paz.
La más importante de todas, la única que podía desequilibrar la balanza que perfectamente habían construido, era que Lucifer no podía pisar con su verdadera esencia el mundo mortal.
Construyó su propio reino, habitado por ángeles caídos y almas perdidas, también creó monstruosidades que usaría como mascotas que liberaría en el mundo mortal, los demonios, quienes serían controlados por sus ángeles de mayor confianza.
Sin embargo, se sentía inconforme, pues los ángeles caídos seguían siendo creación de Dios, demostrando que el único que puede dar vida es el todo poderoso. Así que ahí iniciaron los experimentos.
Decidió crear sus propios ángeles a los cuales consideraría como hijos, los príncipes del infierno, los oscuros. Después de muchos milenios y agotando sus energías, logró crear siete ángeles en total. Sin embargo, quería demostrar el potencial de sus creaciones y si merecían ser llamados sus hijos, así que creó el juego de la ruleta, con todos los nombres de los mortales mayores de 18 años, almas que tarde o temprano serían de su propiedad, solo que adelantaría sus trágicos destinos.
Lucifer sabía las destrezas físicas de los oscuros, así que este reto los probaría de forma psicológica y estratégica. Los Oscuros tendrían un límite de siete días para ir a la tierra y entrar en la vida del mortal seleccionado por la ruleta; lo atormentarían, jugarían con su entorno, lo llevarían al límite mentalmente hasta que este tomara la decisión de suicidarse. Tenían prohibido hacer directamente algún daño físico a su objetivo, todo debía ser mental.
Cada uno de los Oscuros en orden de mayor a menor fue participando en la ruleta; todos sorprendieron a su creador y fueron premiados con un rango en el infierno y una habilidad poderosa.
Y, había llegado el turno de probar al último de sus creaciones, al que más quería, del que más esperaba, Adonis.
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Editado: 22.01.2022