Tentando al ángel

Capítulo 4: Stefan Walker

Stefan

 

No puedo negar que la chica es muy bella; desde que ese papel en llamas tocó mi palma y las imágenes de ella inundaron mi cabeza lo supe, sin embargo, cuando la vi en persona me quedé anonadado.

No entendía que sucedía, mi visión me mostraba a una chica cabello castaño y ojos cafés, una rica chica mimada del montón, pero anoche cuando entré en su habitación escondido en las sombras y la vi, me quedé completamente desubicado, hasta pensé que me había equivocado de chica.

Debe ser una nefilim muy peculiar, su cabello es blanco como la nieve y sus ojos de un azul impactante. Pero, los nefilims peculiares como ella no viven en el mundo mortal, sino que son reclutados desde su nacimiento. ¿Qué estaba pasando?

Nunca en la ruleta había salido un nefilim, una abominación para muchos, el resultado de la unión entre un ángel con una mortal, pero, pensándolo bien, Lucifer también sabe la identidad de cada una de las victimas que les corresponden a sus hijos, y si no mencionó nada es porque lo encontraba sin importancia.

La verdad es que sea nefilim o mortal, la chica no es normal en ningún bando. He conocido a varios nefilim a lo largo de mi vida, pero nunca he visto una con el aspecto de ella, ninguna que me hiciera sentir la corriente eléctrica que sentí al verla a los ojos. Aunque, escuché decir una vez que el aspecto del rey nefilim era extraordinario al igual que sus poderes.

En conclusión, no entiendo nada y no importa. Debo concentrarme en mi misión y no desviarme por cosas mínimas, no debe importarme su aspecto ni la personalidad falsa que usa con las demás personas, es más, me fastidia tanta falsedad, ella es como una bomba que puede explotar en cualquier momento por andar guardándoselo todo, solo me hizo falta una noche para saber qué tipo de estúpida persona era.

Aunque es entendible, los mortales nunca aceptan nada fuera de los márgenes, son tan idiotas que destruyen todo lo diferente a ellos.

Pero, algo me mantiene preocupado y es el hecho hecho de que la chica puede sentir mi presencia, y ni siquiera un nefilim poderoso puede hacerlo; mientras estaba bien oculto en la habitación, ella miró justo en el punto donde me escondía. Cuando la vi hoy en el pasillo me quedé pasmado observándola y casi imaginé que ella me reconocía.

Aunque tenía información de Emma en mi mente gracias a la ruleta, tenía curiosidad por rellenar los datos en blanco, por eso cambié completamente mis planes y decidí mostrarme en aspecto mortal, quería conocerla personalmente.

Camino por los pasillos del instituto sin tener la menor idea de lo que debo hacer. Cuando ella abrazó a lo que parecía su pareja caminé perdiéndome de su vista. Ya sabía que la chica tenía pareja, pero no pensé que su emoción fuera casi nula al verlo. ¿Es que él no lo notaba?

Varias chicas chocan conmigo en el camino, no soy idiota, sé que es intencional, solo quieren llamar mi atención y eso hace que me frustre. Siempre he odiado el comportamiento de las mortales al verme, pareciera que no hubieran comido por días y yo fuera un pedazo de carne.

De repente los pasillos se van vaciando y logro verla a la distancia caminando apresurada y con la cabeza gacha, es como si hiciera todo lo posible por ser invisible cuando realmente es un faro en la oscuridad. La sigo a una distancia prudente mientras entra en un salón, sin embargo, cuando intento entrar, un hombre con gafas me detiene, no sin antes repasarme con la mirada.

—Me permite su carné estudiantil —el hombre aclara su garganta, es más bajo que yo y luce nervioso ante mi presencia.

— ¿Qué? —pregunto frunciendo el ceño sin saber de qué habla.

—Creo que deberá acompañarme a la rectoría —el hombre empieza a caminar y lo sigo irritado sin ganas de formar una escena.

Ambos entramos en una oficina y la secretaria se levanta al vernos, noto como ella se queda más tiempo de lo debido observándome y formo una media sonrisa maliciosa.

—Adriana por favor necesitamos hablar con el rector, es un asunto importante —dice el hombre alzando su pecho y mostrando algún tipo de poder que no tiene.

La secretaria se da cuenta de la presencia del maestro y asiente, luego coge el teléfono. Noto inmediatamente lo que sucede, la forma como la mira detenidamente, como parece irritado al notar como me miraba... definitivamente le gusta la secretaria y parece que no es reciproco.

—Los espera dentro —dice la mujer con cortesía, no sin antes volver a repasarme con la mirada.

El profesor me señala la puerta del director y entro en la oficina. Es un espacio elegante, lujoso y acogedor, las paredes están pintadas de un color vino tinto y los muebles son negros.

—Buenos días director Walker —anuncia el profesor que se queda en el marco de la puerta—. Le traigo un alumno sin documentación, creo nunca haberlo visto en el instituto y puede ser un problema al protocolo de seguridad… Y... no sé cómo ha podido entrar.

Fácil, pensé. Simplemente aterricé dentro de los terrenos del instituto, soy consciente de la seguridad del edificio, pero fui sigiloso y muy hábil. El instituto estaba rodeado por rejas altísimas y en las entradas requisaban los autos y pedían documentación a los estudiantes, sin embargo, noté que los estudiantes de elite no pasaban por esta tortura, al auto de Emma le reconocieron las placas y lo dejaron pasar sin detenerlo.

—Espéreme afuera —ordena el hombre canoso con voz autoritaria.

Cuando el profesor cierra la puerta, decido actuar rápido sin perder un segundo más de mi valioso tiempo. Miro al hombre directamente mientras mis ojos se tornan en un color ámbar brillante. No tenía muy bien planeado que identidad tomar en mi aspecto mortal, pero el profesor me lo ha facilitado por completo.

El hombre queda atontado mirándome fijamente, me relajo y me acuesto en el sofá de cuero que está enfrente del escritorio.




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