Tentando al ángel

Capítulo 6: Sentir es mi maldición

Abro los ojos sin comprender lo que sucede; siento algo extraño en mi nariz y me llevo la mano por debajo de ella, al apartarla veo mis dedos ensangrentados, lanzo un grito ahogado.

Mi madre y Leonard aparecen en mi campo de visión y ambos empiezan a intentar detener el sangrado mientras me colocan paños en la frente y en la nariz. Me siento un poco confundida y desorbitada; me duele mucho la cabeza y el mareo es insoportable. Sé con exactitud lo que me pasó porque no es la primera vez que ocurre.

 Cuando mi padre murió también me sucedió lo mismo; soy susceptible a las emociones de las personas de mi alrededor, las percibo, las siento dentro de mí; si me concentro en una persona puedo sentir lo que ella; y… también tengo una especie de conexión con las personas que amo, puedo sentir cuando estás ya no están vivas, como con mi padre; y cuando me esfuerzo demasiado o hay emociones o sentimientos demasiado intensos suelo desplomarme, tal como ahora.

No sé qué pasó después, pero recuerdo que vi algo, que sentí algo y luego me desplomé, el recuerdo es borroso y el sentimiento también, pero sin duda fue algo tan fuerte como para afectarme de esa manera.

— ¿Emma? —poco a poco la voz de mi madre adquiere claridad. Se sienta a mi lado y aprieta mi mano, intento hacer lo mismo, pero no puedo. Estoy inmóvil.

Un extraño ruido sale de mi garganta en forma de respuesta, intento vocalizar y esforzarme para que salgan sonidos coherentes que me permitan comunicarme correctamente.

— ¿Qué pasó? —mi voz es apenas audible, pero al menos estoy recuperándola.

— ¿Estás bien? —pregunta Leonard mientras acaricia el hombro de mi madre. ¿No debería acariciarme a mí? Soy yo la que está en la cama con recuerdos cada vez más borrosos.

—Si —susurro débilmente—. ¿Qué pasó? —vuelvo a preguntar.

—No lo sé, estabas con Vanessa, dice que tú y Susana se pelearon y después actuabas raro y que te desplomaste de repente… ¿Puedo saber que ocurre por tu cabeza? —el tono de mi madre pasa de la preocupación a la rabia—. Como te atreviste a descontrolarte con ella al lado, te has puesto en peligro…

No puedo creer que mi madre me regañe en estos momentos, estoy tirada en una cama sin fuerzas, estoy completamente confundida con todo lo que está sucediendo y ella solo me regaña, ni siquiera está dispuesta a escuchar mi parte de la historia.

No hice nada, fui demasiado cuidadosa al usar mis poderes, si actuaba extraño era porque sentía algo extraño, pero no hice nada fuera de lo normal... o bueno, quizá me comporte raro, y dije cosas que no debería, pero no es tan grave.

—Clarissa —la interrumpe Leonard y le agradezco con la mirada; no me siento con suficiente fuerza para responder—, Emma está débil, no creo que sea oportuno…

— ¡Claro que lo es! —mi madre se levanta de golpe alejando la mano de Leonard y soltando la mía, no deja de mirarme con rabia—. ¿Por qué peleaste con Susana?

—Ella peleó conmigo, no yo con ella —intento explicarme sin perder los estribos.

— ¡Es el colmo que no pienses! Te has puesto a pelear como verdulera y tras del hecho usas tus poderes ¿Quieres delatarte? Se acercan fechas importantes y no quiero verte involucrada en chismorreos de quinta, así que te disculparas con Susana porque no te conviene romper lazos a esta época. Y hablaras con Vanessa, diciéndole que nada pasó. Y hazme el favor de pensar un poco antes de que uses tus poderes jovencita irresponsable.

Mi madre sale hecha una furia de la habitación; me quedo boquiabierta. Leonard se sienta a mi lado y me agarra la mano con delicadeza, cuando lo miro me siento mejor, es como si él me diera la fortaleza que necesito para superar todo esto.

—No hice nada —digo en un susurro y con las lágrimas a punto de desbordarse por mis ojos, no quiero llorar, pero siempre he sido sensible—. Si usé mis poderes, pero porque Susana actuó demasiado raro de repente y sentí el ambiente pesado… Últimamente me he sentido observada y creo que me estoy volviendo loca Leonard, las pesadillas no paran, y sigo sin recordar nada al despertar —las lágrimas se desbordan, nunca puedo ocultarlas, aunque lo intente, aunque me esfuerce… sentir es mi maldición.

Le cuento a Leonard lo que me ha estado sucediendo estos últimos días, sé que se lo contará a mi madre y no guardará el secreto, pero aun así necesito liberarme.

—Emma relájate un poco —su voz es reconfortante, me quita el paño de la nariz y comprueba que el sangrado se haya detenido—, ya sabes cómo es tu mamá, ella está muy estresada y sabes cómo se pone cuando las cosas se le salen de las manos. Ambos nos hemos asustado mucho con la llamada de Vanessa; te encontramos en el suelo inconsciente con varias empleadas ayudándote y Vanessa hecha una histeria.

—No puede controlarlo todo, no puede esperar que sea una marioneta perfecta; por mucho que me esfuerce jamás lograré complacerla, jamás seré la hija que ella desea —suspiro agotada; con mi mano libre limpio mis lágrimas—, y, hablaré con Vanessa, pero no me pienso disculpar con Susana porque yo no hice nada.

—Para mí eres la persona más noble, inteligente y con el corazón más bondadoso en la faz de la tierra —sus palabras calan en lo más profundo de mi corazón—, haz lo que tengas que hacer.

—Estás obligado a decirme cosas bonitas —le sonrío con timidez—. Me explota la cabeza —me agarró la cabeza y noto que ni siquiera me quitaron la horrible peluca.

—Quítate esa cosa de la cabeza y también los lentes de contacto, traeré un poco de sopa para que te recuperes, me dijeron que no almorzaste nada. ¿Tienes medicamento?

—Sí, lo tomo juiciosa, pero siento que no sirve para nada.

—Sí que sirve. Recuerda nunca dejar de tomarlo, todos los días...

—A la misma hora, lo sé —pongo los ojos en blanco—, no soy una niña, sin embargo, creo que necesito algo más fuerte, quiero dormir.

 —Hablaré con tu madre para que te aumente la dosis, así podrás dormir como bebé y recuperar fuerzas —me da un beso en la frente antes de salir.




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