Un haz de luz fulgura sobre sus cabezas destrozando parte del edificio que caía sobre ellos.
—¡¿Pero que..?! — grita Peter.
En medio del polvo, un hombre de porte imponente sostiene una espada enorme y, con un movimiento elegante mantiene a raya los escombros que caen.
—¡Alejense! — alzo la voz, girando el brazo con gracia repeliendo ahora los disparos del robot, aminorando su impacto. — ¡Ahora!
Se posiciona, clava su espada en el pavimento y con una voz grave pero solemne recita unas palabras en un idioma similar al antiguo latín.
— ¡Es tu fin golem!
—Espera, ¿dijo golem?
Un rayo de luz emergió del suelo, dirigiéndose al enemigo y pulverizandolo por completo. El hombre guarda su espada con ceremonia y se acerca caminando envuelto en una nube de polvo y efecto de luz trasera, simulando el aura de "protagonista que llego justo a tiempo".
— Es un placer conocerlo, Sire Williams. — Luego hizo una reverencia hacia Roan. — Debo admitir que esperaba encontrarme con usted antes que hallará a los demás.
—... ¿Quién eres? — Pregunto Peter sin fingir cortesía. —No entiendo nada de esto.
—Ya veo, el oráculo me advirtió sobre esto. Por favor acompañeme.
Sin más, lo siguen. Porque claro, cuando el tipo con la enorme espada brillante, voz gruesa y físico intimidante te pide que lo sigas a un lugar abandonado , lo lógico es obedecer.
— Desde mi llegada eh notado que los hospitales tienen cierto tipo de protección frente a esta catástrofe — explica — quizás sea la bendición de un Dios antíguo?.
—En serio, ¿Quién eres? — Peter estaba impaciente.
— Tiene razón — Se aclara la garganta, coloca su brazo izquierdo detrás de él y el derecho en su pecho.— Me presento, soy Siegfried Moondragón. Rey sacerdote de Vaneheim, del continente de Onoem. Hace dos años mi mundo Laniakea recibió una profecía sobre este día: el comienzo de la corrupción y de la llegada de los que podrían detenerla. Solo hace tres días fui transportado a este mundo y desde entonces eh estado buscándolo a usted, Sire.—
Roan se adelanta, mirándolo con una mezcla de temor y nobleza contenida. — Ya se extendio a los demás mundos? —
—Mi reino ya estaba sitiado cuando llegue aqui. Es probable que esté mal ya haya avanzado más. — Respondió el rubio.
Silencio incómodo.
Peter los observa a ambos, con el rostro deformado por la perplejidad, el escepticismo y una pizca de sarcasmo puro.
—Bien, bien Siegfried. Hagamos de cuenta que te creo, porque te creo. No es como que afuera haya una nave nodriza y miles de robots asesinos. Pero, ¿Mundos? — dijo con ironía.
—Como dije antes mi mundo se llama Laniakea y el de la princesa Eitav se llama Ea. Ambos se parecen a la tierra. Aunque la de usted es umm, hasta ahora la más gentil con la vida insípida. — dice mientras lanza una mirada despectiva al entorno. — Aquí ni siquiera hay fe, ni magia.
—Ok ok, ¿y sobre la profecía? ¿Quienes son estos que la detendrán? —
—Me complace informarle, Sire Williams, que no lo se, no conozco sus nombres aún. Sin embargo si puedo decirle que son 7.
Peter parpadea, y sin transición alguna se encuentra medio de un jardín de rosas blancas tomando el té.
—¿De donde sacaste esa tetera? — le pregunto Peter a Roan mientras ella sirve con gracia.
— Muy buena pregunta, cuando lo noté ya era demasiado tarde —Responde ella bebiendo un sorbo de su taza. — ¿No es normal esto en tu mundo? Lo de cambiar repentinamente de lugar al azar...
El té sabe extrañamente delicioso y relajante, "¿Té de tila?" Piensa Peter mientras revuelve lentamente su tacita con lentitud, al tiempo que mira la expresión de frustración invadiendo el rostro de Siegfried, que se masajea la sien.
—Oh cierto, ¿que decías? — pregunto Peter bajo los efectos calmantes del té.
— Decía — Dijo tragando su solemnidad — que no se quiénes son. Pero puedo reconocerlos. Gracias a la tecnología que me trajo aquí, me es posible reconocer a los viajeros de otros mundos. Con la campeona de Ea, usted y conmigo podemos abrirnos un poco el paso. Quizás nos topemos con el campeón de la Tierra.
— ¿Abrirnos paso a qué? — Pregunto Peter dejándo a un lado su tacita. — Mejor aún, ¿Que es el campeón y que tengo yo que ver con ustedes?
—El oraculo lo llamo a usted el "Nexo". Sin embargo, todo a su tiempo Sire. —Dijo el rey ocultando con gracia y eficacia su poco conocimiento. — por ahora necesito que me diga si ocurrió algún evento sagrado en los cielos por estás fechas.
—¿Evento sagrado? No — Balbuceo un poco — ohh umm pero hace tres días un meteorito cayó en Japón. Escuché que causo apagones en países vecinos y fallas en los satélites. Pero el ejército cubrio el lugar en minutos así que las noticias cesaron. —
—Perfecto debemos ir a Japón entoces — respondió Roan colocando su taza de té sobre la mesita.
—Claro — Siegfried se levantó con la elegancia y masculinidad propia de un rey — ¿Dónde está el cielo de teletransportación?.
—Eso no existe aquí — dijo Peter con media risa — Japón está al otro lado del mundo.
Siegfried se quemaba por dentro con un rostro inexpresivo, odiaba cada vez más este mundo obsoleto.
Roan levanto la mano con energía —Yo tengo una idea. Pero necesito que sean discretos y confíen en mí.
Peter sintió un ardor detrás de la nuca y como sus piernas fallaban y caían a un vacío. Frente a el una puerta enorme con grabados antiguos.
Roan la abre y detras pueden ver lo que parece una enorme biblioteca publica, con libros apilados en torres que parecen a punto de caer y sobre el techo abierto un cielo estrellado casi imposible de imaginar.
Peter se detiene en seco. —Ay no....—