Una hermosa dama los saluda cordialmente desde la comodidad del mostrador — Bienvenidos a la biblioteca del... —al notar la presencia de Roan frunce el ceño, alza su vestido delicadamente y se apresura hacia el grupo.
—Roan Eitav, ¿que te dije sobre traer mas personas a este lugar? La última vez causaste un desbalance en el tejido multiversal.
Roan la abraza con total desvergüenza, igual que una niña mimada cuando descubren su travesura.
—Perdooon, está ves los regresaré a su mundo y no dejaré que mueran... otra vez. Lo juro. —Dijo levantando una mano en juramento. — Además el tejido multiversal ya estaba colapsando. Pero Siegfried y yo lo vamos a solucionar, el otro chico es daño colateral.
La bibliotecaria solo barrio con la mirada a Peter, como si su sola presencia le provocará migraña. Después volvió la mirada a Roan, qué ella esté ahí solo significa un favor más. —¿Que necesitas?—
—Solo que me prestes una de tus muchas puertas que conectan a todos los lugares. — respondió alegremente Roan.
Peter paseaba libremente por la biblioteca, se sentía como niño en juguetería, cada libro parecía más interesante que otro. Polvo, hojas arrugadas y viejas, textos tan antiguos como la historia misma y en lenguas que no conocía. Después de revisar cada estantería se detuvo, su piel se erizo y sintió una emoción recorrer su piel: Diez consejos para sobrevivir al fin del mundo.
"Oh... Por... Dios.." pensó dandole una pausa a cada palabra.
"Con este libro puedo deshacerme de estos tipos, solo tengo que llevarlos a japon, buscar una excusa y perderlos de vista. Esos tontos" Soltó una risa muda.
—Ese desgraciado...— Roan miraba un pergamino abierto qué, según la bibliotecaria relataba todos los eventos en tiempo real. Detrás de ella Peter soltaba una risa muda mientras sostenía un libro de consejos apocalípticos.
La bibliotecaria de nombre desconocido porque aún no es relevante, se acerca a los tres con una llave extraña que coloca en una de las puertas que conducen al exterior. Y luego con una voz monotona y ademanes ensayados y simplones se dirigió al grupo:
— Queridos héroes, se han embarcado en una emocionante aventura. Deseo que...—
— ¿Que está haciendo? — Peter pregunta con incomodidad a Roan.
—Es parte del protocolo, normalmente las personas que mueren pasan por este lugar antes de renacer. — respondio Roan acostumbrada a la escena.
— Muer.. ¡¿Nos mataste para venir aquí?!— le gritó Peter
— Tranquilo — dijo colocando su mano en el hombro de él — trate de que fuera rápido e indoloro. Además las personas mueren todos los días.
Siegfried había estado en un silencio autoimpuesto durante todo el recorrido. Entonces se dirigió a Roan. —De hecho Lady Eitav hay otras formas de llegar a este plano.
La bibliotecaria solo asentía mientras terminaba de recitar el discurso que parecía pre-ensayado. —Tomen esto, les dará acceso a un sistema. — dijo mientras clavaba una daga en el pecho de cada uno. Peter dio un grito horrorizado mientras tocaba desesperadamente su pecho buscando la herida abierta.
—No seas exagerado, ya estás muerto — respondio Roan.
La puerta que la bibliotecaria había abierto mostraba el interior de un edificio, padres blancas, muebles en buen estado y una buena ambientación. "Menos mal nos dejó en un sitio seguro" Pensó Peter mientras cruzaba el umbral. En ese instante un resplandor iluminó su destino.
—Bienvenidos viajeros, soy Minna. — dijo una joven haciendo una reverencia de saludos.
—Empiezo a creer que tomar un barco hubiera sido más sencillo — dijo Peter al ver de nuevo a la bibliotecaria que lo había acuchillado y mandado directo a su muerte.
—Miiinaaa— respondió Roan con rostro alegre a la bibliotecaria.
—Regresaron muy pronto — dijo ella desvaneciendo con fastidio la sonrisa de bienvenida.
Sucede que al momento de cruzar la puerta efectivamente arribaron a Japón, sin embargo una lluvia de asteroides cubrieron el cielo nipones, destruyendo el edificio al llegaron y muriendo al instante.
— Haha aveces esos pequeños detalles suceden — dice la bibliotecaria soltando una risa nerviosa.
—Su seguridad es deficiente — comento Siegfried.
— Meh, lo normal. — respondió Roan con una mueca de conformismo.
—Em, disculpe. — un joven de complexión delgada y cabello verdoso los interrumpio con timidez. — ¿En donde estamos?
—Mire esto... ¡Tenemos uno más! — dijo Minna con una sonrisa forzada y soltando un suspiro de cansancio. Se aclaró la garganta y con una amabilidad sintética comenzó a decir. —Bienvenido viajero, soy Minna... —
Después de escuchar la introducción por tercera vez y tras una espera de alrededor de 40 minutos, el grupo se posiciona frente a una nueva puerta.
—N-no puedo creerlo — decía entusiasmado el peliverde. — voy a renacer en un nuevo mundo, ¿Puedes creerlo?
Peter, Roan y Sieg se miraron en silencio.
—No puedo esperar a ver si seré un elfo o alguna otra raza, quizás sea noble o algo de la realeza. — Avanzó frente al grupo y fue el primero en enfrentarse a la puerta.
Yo Peter solo mantuve la mirada puesta en el, expectante por la gran desilusión que estaba por manifestarse en su cara.
—¿A que se refiere? —dijo al escuchar mis palabras. Que tal vez no pensé.
Juntos avanzamos rumbo al umbral, cruzandolo hacia nuestro destino: Japón. Más concretamente a las ruinas del edificio donde vivía el peliverde.