[Inicio de transmisión grabada – Fondo: música corporativa alegre, con grillos interdimensionales cantando fuera de ritmo]
—¡Bienvenidos una vez más a mi canal y a este, tu taller de aprendizaje! —dice Minna, con ese entusiasmo que parece más protocolo que emoción—. Prometí hacerles un videoblog explicando los destinos más solicitados por los reencarnados, pero… hay algunos de ustedes que ni siquiera saben quién soy o a qué me dedico.
Se inclina un poco hacia la cámara, como si quisiera que el secreto sonara más íntimo:
—Permítanme presentarme nuevamente. Mi nombre es [ininteligible]… oh, perdón, es imposible para ustedes siquiera comprenderlo. Aquí me conocen como Minna, pero a lo largo de la historia del universo —o multiverso, según la burocracia de turno— he tenido otros nombres: Seshat, Nisaba, Mnemósine, Minerva, Sarasvati, Doumu, Ix Chel, Raziel, Mama Ocllo, Hina… y unos cuantos más que ni siquiera están en su registro cultural.
Endereza la espalda y señala hacia fuera de plano.
—Mi trabajo aquí, en el Limbo, es registrar, documentar y archivar todo lo que ocurre en todos los sitios, en todos los mundos, todo el tiempo. Custodio el conocimiento repartido entre universos, aunque no soy quien lo provee. Y ya que estamos, ¿por qué no les doy un pequeño recorrido por la Biblioteca del Limbo?
La cámara se mueve, flotando suavemente.
—Este es el lobby —continúa—. Aquí llegan las personas que no desean reencarnar en base a sus creencias. Yo les tomo los datos y, después de armar un paquete de reencarnación, los envío hacia su nuevo mundo.
Levanta un dedo y enumera con soltura:
—¿Qué incluye el paquete? Diez monedas de oro (o la moneda que se use en ese lugar), un cambio de ropa, artículos de combate básicos, un kit de emergencia con pociones y una habilidad única. Recuerda que puedes mejorarlo con nuestro sistema premium.
Camina hacia unas puertas enormes.
—Estas de aquí llevan a diferentes mundos. La Biblioteca del Limbo no se hace responsable si usted fallece instantáneamente al llegar a su destino.
Su tono sigue siendo ligero, pero los ojos no sonríen.
—A la derecha, el conocimiento base: anatomía, botánica, zoología… todo sobre todos los mundos. A la izquierda, el conocimiento avanzado: técnicas de guerra, tecnología, divinidad y trascendencia. Y al fondo… está el conocimiento prohibido. Ni piensen en cruzar esa puerta, o el Primordial del Conocimiento —ese dragón malhumorado— no dudará en incinerar su alma.
Pausa breve.
—La Biblioteca del Limbo es tanto la sede del conocimiento como el vínculo entre todos los universos. No hallarás otra igual. Ni otra como yo.
Se apoya en el mostrador, bajando un poco el tono:
—Algunos destinos populares para reencarnar son Ea y Laniakea —aunque estos están sitiados por la oscuridad—. También está Proto, un mundo joven y caótico, el lugar perfecto para quienes quieren vivir al límite… o morir rápido.
Y justo cuando parece que va a cerrar con una sonrisa comercial, se queda mirando algo fuera de plano.
[Se corta la música. El zumbido eléctrico de la cámara se amplifica. Minna frunce el ceño.]
En la pantalla de su tableta omnisciente, las líneas de conocimiento empiezan a borrarse como tinta diluyéndose en agua. Archivos enteros, de diferentes realidades, devorados en tiempo real. La corrupción, al fin, ha tomado un avatar. Y ahora está despierta.
Su voz cambia, baja, directa.
—El Limbo… el plano astral… el gran Yggdrasil… Shi’on… todos están en peligro inmediato.
Guarda la tableta, como si hablar más alto pudiera darle ventaja a un enemigo invisible.
—Peter Williams… no queda mucho tiempo. —
[Fin de transmisión.]