Transmisión: Reporte en Tiempo Real
Prioridad: Alta
Clasificación: Multiversal / Clase EX
[Inicio de transmisión – música introductoria de urgencia]
—Muy buenas noches, les saluda Minna, su bibliotecaria de confianza, en esta emisión urgente de su noticiero favorito: El Multiversal.
Ya saben, ese programa que aparece cuando todo está por irse al carajo cósmico.
“Es el fin del mundo,” dijeron los habitantes de un universo hace unas pocas horas, justo antes de descubrir que su existencia entera era producto del sueño de una entidad superior.
Por supuesto, ese universo desapareció tras la segunda alarma. Pero vamos, era jornada laboral activa. Uno no puede darse el lujo de soñar en días hábiles.
En otras noticias, diversos usuarios nos han reportado una serie de mensajes del sistema advirtiendo sobre una cadena de mazmorras apunto de colapsar a lo largo de múltiples mundos, la más preocupante es la del conglomerado mundo Hunters & Dungeons: Vaalbara. Vamos con el reportaje:
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Hace cinco años, Vaalbara nuestro mundo dejó de ser un sitio donde podías dormir tranquilo.
Una mancha negra, como tinta sobre la estratosfera, se extendió hasta devorar la última grieta del cielo azul. Fue entonces que ocurrió: personas —jóvenes, principalmente entre los doce y los treinta años— comenzaron a desaparecer sin previo aviso. Los arrancaron de sus hogares, de sus camas, de sus mundos... y los enviaron a otro plano.
Ese lugar tenía nombre.
La Torre de los Reyes Demonio.
No era un lugar infernal, al menos no al principio. Jardines simétricos, una plaza perfectamente diseñada, un lago tan calmo que parecía reflejar otro mundo... y en el centro, nueve entradas, cada una con un arco grabado con nombres antiguos, tan viejos como las estrellas que ya habían muerto.
Zar'khal. Grishakk. Ohashi-no-Kuro. Seraphar. Kogane-no-Kami. Theran. Vehemon. Iltharion. Nemo.
—Por favor, elija a uno —anunció una voz desde el centro, proyectada por un holograma—. Una vez seleccionado, recibirá la bendición correspondiente. Tendrá acceso a habilidades, estadísticas... y a una segunda oportunidad.
Cincuenta personas estaban allí. Todas provenientes del cuadrante 12a57c.
El miedo era un perfume espeso. Nadie sabía si esto era una prueba divina, una broma cruel... o el inicio de la supervivencia.
—Si no elige, será asignado de forma automática y enviado al pie de la torre —advirtió la voz, ahora con ese tono robótico de quien empieza a perder la paciencia.
Un contador descendía. El tiempo también.
Un hombre fue el primero. Tocó el arco de Grishakk. Recibió un frasco con líquido azul.
—Felicidades. Ha sido bendecido por Grishakk. Diríjase al centro de entrenamiento.
A un lado, una niña lloraba, aferrada a la mano de su hermana.
—Hermana, quiero irme a casa…
—Tranquila. Voy a averiguar qué es este lugar.
Pero la torre no perdona la duda.
—Tiempo agotado. Asignación forzosa. Transmitiendo.
La niña gritó. La mano que la sujetaba desapareció. Como si hubiese sido absorbida por el vacío.
Cuando Jade abrió los ojos, ya no había castillo. No había hologramas.
No había Sara.
—¡SARA! ¡SARA! —gritó, pero el cielo no respondió.
Una pantalla flotante apareció frente a ella:
[Mensaje del sistema]
Felicitaciones usuario #188240 asignado. Servidora del Rey…
—¡Cállate! ¿Dónde está mi hermana?
[Mensaje del sistema]
Información no disponible... Reevaluando... Sin respuesta... Accediendo a la red... Sistema busca como dar soporte... Sin resultados... Analizando...
Sugerencia: Entrenamiento para retorno. Si supera el piso 100 el rey demonio promete cumplir un deseo.
No entendía el idioma. Pero gracias al sistema ahora entendía la amenaza.
Si quería volver... tendría que subir.
Llegar al piso 10 para tener esperanza de retorno.
O sobrevivir hasta el Piso 100.
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Cinco años después…
—¡Jade! ¿Estás bien?
La voz de un compañero la alcanzó justo cuando el golpe en la espalda la regresó al presente.
Dolía. Pero no tanto como hace cinco años.
Se levantó, sacudiéndose el polvo y la rabia contenida.
—Solo fue un golpe —dijo, forzando una sonrisa.
Activó su báculo.
—Modo Cañón de Mano: Rompecorazones.
Un rayo abrasador voló medio cuerpo de la criatura.
Los demás la miraban en silencio. Asombro. Temor.
—¿De quién recibió la bendición esa mujer? —susurró uno.
—No lo sé, pero parecía obsesionado con las chicas mágicas… ¿Existe un rey demonio así? —añadió otro.
—Bien. Terminen con los rezagos. Los recolectores de cristales vienen en camino —ordenó ella, mientras el báculo volvía a su forma original.
Una mujer de cabello plateado y rostro de severo se acercó.
—Eso fue impresionante.
—No fue nada, Naia —respondió Jade—. Pero dime, ¿qué hace una anciana como tú en el campo de batalla?
—Así le hablas a la directora general… —intervino un hombre trajeado con gafas oscuras.
—Tranquilo, Moon —dijo Naia—. Necesito hablar contigo en privado, Jade. Es urgente.
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Esa noche, durante el banquete por la victoria parcial contra las llamadas Calamidades del Cielo, ambas se apartaron del bullicio.
—Recibimos un oráculo —dijo Naia.
Jade se levantó de golpe.
—¿¡El mismo que profetizó "Cuando las estrellas sangren frío, y el firmamento se agriete en parpadeos, la plaga que carcome el viejo árbol se extenderá como hambre sin rostro."!? — Solto un suspiro por hablar tan rapido— ¡No me digas que le creíste! Esa profecía ni siquiera se ha cumplido…
—Lo sé. Pero nos ha guiado antes. Esta vez, la amenaza es real. Se avecina una mazmorra clase EX. Si se abre, nuestro mundo no sobrevivirá.