Peter se hallaba en el plano astral. A lo lejos, veía a su padre llorando desconsolado frente a un ataúd, y a su versión infantil detrás, en completo silencio.
—Madre murió dando su vida en aquel accidente. Padre la amaba muchísimo… —la voz de Peter resonaba en todo el plano.
El escenario cambió y ahora se hallaba en un salón de clases, con algunas manchas de sangre.
—Por mucho tiempo sufrimos acoso. Decían que dábamos mala suerte por eso perdimos a nuestra madre. Quizás tenían razón… —describió la escena Peter, sin emoción.
El escenario cambió por tercera vez. Ahora era un cuarto con un escritorio, y Peter, de 15 años, apoyado escribiendo.
—Luego nos obsesionamos con la escritura. Creamos nuestro primer libro… o eso creímos. ¿Por qué me muestras todo esto, Minna? —preguntó Peter, buscando sentido.
—¿Es eso realmente lo que sucedió, Peter Williams? La historia recuerda diferente…
Un pergamino comenzó a elevarse dentro del plano astral.
—A los 9 años, durante un ataque de ansiedad —que eran manifestaciones de tu poder latente— perdiste el control, desatando y tensando todos los hilos presentes. Provocaste que los destinos se superpusieran unos sobre otros.
El escenario cambió. Una figura difusa de un niño sujetaba su pecho mientras soltaba un grito desgarrador.
—El instinto de tu madre fue correr a abrazarte, para que te calmaras. Hacerlo provocó que el hilo rojo de su alma se enredara con un destino inevitable.
La voz de Minna se escuchaba cargada de compasión y del deber de transmitir la verdad.
Peter comenzó a comprender cómo la situación había escalado. Si bien el Primordial del Propósito puede alterar los destinos de cada individuo, objeto o situación, no puede controlarlos todos.
—Los destinos inevitables son eso: situaciones que escapan por estar predeterminadas. Por ejemplo, una bellota siempre será un roble. Un trozo de madera al fuego, siempre será carbón y cenizas. Y tu madre… inevitablemente iba a morir —Minna suspiró, dándole la vuelta al archivo.
—Roderick Williams lo notó al momento de ver el rostro de su hijo. Sabía que algo malo había sucedido y no tardó en darse cuenta. Nora cayó al suelo, inconsciente. Lo que siguió después fue un funeral.
A partir de aquí, la historia que Peter conocía era casi la misma. Él y Roderick se distanciaron. Hubo peleas, discusiones…
—El dolor te llevó a ser agresivo —continuó Minna—. Constantemente fuiste expulsado de diversas escuelas, hasta que Roderick decidió que lo mejor era que estudiaras en casa y fueras a terapia. En aquellas visitas, el psiquiatra recomendó sesiones de escritura. Al principio funcionó, pero los sentimientos negativos seguían ahí.
La imagen que Minna mostró fue la de la sombra de un adolescente golpeando brutalmente a otro. Caos. Ira.
—La culpa hizo que te sumieras en investigaciones sobre tus poderes. Ahí supiste cómo enviar tu conciencia hacia tu yo del pasado a través de un hilo del destino. Lo llamaste “Hilo de Anamnesis”.
Usaste esta habilidad para intentar arreglar la situación. Cada vez que lo intentabas, perdías la esperanza —Minna mostró la imagen ensombrecida de un Peter frustrado, estudiando sin descanso.
—Comenzaste a experimentar creando mundos… uno en particular. Un rey demonio maldito que pierde a su familia, víctima de un destino impuesto. La respuesta parecía estar ahí.
Minna formó la silueta del General con su magia proyectiva.
—Viniste a mí, pidiéndome que revelara una profecía a ese pequeño mundo, y que el Primordial del Conocimiento —tu hermano— le diera la tecnología para que te persiguiera. Así, Kim Min-soo solo tuvo un propósito: darte la respuesta para romper ese destino. Aunque, al parecer, él piensa que tu muerte traerá a su amada de vuelta.
La escena cambió. Ahora estaban de nuevo en la Tierra.
—En el momento en que estabas realizando una ceremonia de alineación —una clase de ritual creado por ti para extraer la esencia y el propósito de un ser desde el fondo del Árbol de los Mundos—, pensabas traer de vuelta a tu madre… y también cumplir la profecía impuesta sobre Kim Min-soo.
Pero entonces, un objeto cayó desde el cielo. Rasgó el tejido de las realidades y se estrelló en el centro de Kyoto, Japón. Ahí fue cuando todo se fue al carajo.
Aprendiste la habilidad “Checkpoint” y constantemente intentaste evitar dicho evento. Pero mientras lo hacías, la oscuridad se filtró a través de esa grieta, y recorrió todo el Árbol, plagando cada una de sus ramas existentes.
Minna suspiró.
—Intentaste 17 veces… y moriste 16 de ellas. Cada Checkpoint te devolvía a un momento específico del pasado, cada vez con menos memorias. Hasta este momento.
—En tu intento número 15 viste un rayo de esperanza. Alguien había usado una de las fábulas en tu nombre. Alguien que se hallaba en una situación desesperada como tú. A través de ella, lanzaste una profecía que resonó a través de los mundos. Frenó la corrupción. Alertó al General del mal que se avecinaba… y sobre todo, te dio tiempo.
Pero también le diste tu ubicación al Absurdo.
La memoria de Peter se expandió en un dolor inmenso. Una multitud de información inundó su mente. Descubrió que había repetido el mismo lapso de tiempo 17 veces, y que este era su último intento. Había muerto más veces de las que podía recordar.
—¿Por qué no recuerdo nada de esto? —le preguntó a Minna.
—El Checkpoint es tu segunda habilidad. Puedes volver a un punto específico, anulando por completo las acciones que se considerarían un futuro a partir de tu regresión. Sin embargo, la memoria quedará parcialmente bloqueada —contestó ella—. Pero parece ser que el Checkpoint no tiene efecto alguno en revertir el progreso de la corrupción. Este es nuestro último chance.
El subconsciente le mostró todos los recuerdos.
Peter se sintió lúcido por primera vez. Había ocasiones en las que sentía que la vida que vivía no era suya… Ahora lo entendía.